Editorial Alaire

DESCONOCIDA

Se aproxima lenta a mis pupilas, me mira un solo instante, pasa como una nube delante de mi mesa de terraza y, al pasar, sonríe.
El caramelo de sus ojos se diluye en mis ojeras. ¿Quién es? ¿De dónde viene esta nave que navega por el mar de mi quietud?
Su ropa floreada anuncia resplandores, sus zapatos breves taconean en mis sienes dejándome una impronta de ritmo sureño.
Su cintura esbelta se ondula al compás del aire y sus rodillas se unen en religiosa fe.
Su pecho, casi divino, asoma turgente por encima de su espíritu. Sus hombros, también.
Ya pasa, ya sigue, pero, ¡se vuelve y me sonríe otra vez!
Se acerca con su porte virginal, siempre sonriente. ¿Quién es?
Me va a hablar. ¿Qué le digo? Ensayo mi más educada sonrisa:
“Usted me perdonará, pero, ahora mismo no…”
“Son solo cien, más el hotel”, me dice.
Mis mejillas quieren estallar. Vuelvo la cabeza hacia otro lado, enciendo un puro y la ignoro.
Ella se va, apresurada, taconeando su fracaso.
Es una desconocida.

Qué pena tener que sobrevivir así. Un poema que tiene la gracia y desenvoltura de otros tuyos con el eje fundamental en la mujer. Me gustó leerte, he disfrutado tus versos, incluso me arrancaron una sonrisa.
Abrazos

Bueno, una bonita historia contada con todos los detalles, lástima que esos cien más, diera al traste con el final que todos esperábamos.
Enhorabuena.

Una anécdota y dos vidas, la del protagonista y la prostituta. O sólo una vida, pero vista desde dos perspectivas. En definitiva, no hay amor y la belleza se consume a cien euros más la cama. Buena entrada.
Salud.

Pilar Morte escribió:Qué pena tener que sobrevivir así. Un poema que tiene la gracia y desenvoltura de otros tuyos con el eje fundamental en la mujer. Me gustó leerte, he disfrutado tus versos, incluso me arrancaron una sonrisa.
Abrazos

Sí, Pilar. No todo van a ser elegías. Un poco de sonrisa es necesaria en todas las artes y yo procuro encontrarla.
Te agradezco mucho tu incondicionalidad y tu afecto.
Un abrazo.

Jerónimo

A ver si alguna vez, después de esta maldita pandemia, me llevas a esa terraza donde se ven las maravillas de la realidad, y que luego tú magistralmente materializas en palabras, versos, poemas... e ironía

Yo creo que el momento dulcemente creativo del que actualmente disfrutas es debido al acúmulo de whisky y humo que has vertido en tu cuerpo durante tantos años. Yo de beber creo que voy cumplido pero tendré que aprender a fumar puros de verdad y no como un simple aficionado. Me tendrás que enseñar tú en esa terraza

Todo un placer de lectura, joven viejo amigo.

Abrazos y salud.

Me has arrancado una sonrisa, Jerónimo. Gracias por este momento y su lectura.

Víctor

Es un riesgo apasionante comentar a un poeta joven como tú, pero con plena madurez en su creación lírica, como demuestras en cada entrega. Con la misma soltura puedes ir de un poema onírico, casi de escritura semiautomática, a un poema simbólico moderno hasta a un poema en prosa poética, con una soltura que me genera franca envidia. Es un reto, y una osadía al tiempo, realizar una crítica aceptable, con lo cual te pido disculpas de antemano.

Ritmo, estilo y evocación -dice una cosa y significa otra- en la unidad oracional, versículo -equiparables a la rica retórica del verso, para mí, factor determinante para distinguir entre prosa y prosa poética-, se aúnan en alguna de tus obras, incluida esta, que presentas actualmente en el foro para regocijo de tus lectores.
La estructura rítmica es de alto voltaje, otra diferencia sustancial, sólo al alcance de grandes poetas (sí, ya sé que dirás, en tu modestia, que solo es el oficio). Estructuras paralelísticas y rimas asonantes, conscientes o no, esticomitia, campos semánticos compactos, argumento general, concepto de poema, otorgan a la obra, entre otras cosas que dejo en el tintero, estas significativas consideraciones.
Creaciones así me motivan a la crítica, porque alimentan mi pensamiento y porque me enriquecen a través de las múltiples preguntas que me suscita tu modernidad rabiosa.

No me interesa tanto lo que hayas querido decir sino lo que me sugieres. Otras interpretaciones son posibles, están latentes. Por poner un ejemplo de ello: cuando elPrior hace suya esta obra, quita del versículo 10 ““Son solo cien, más el hotel “me dice.” la aclaración “me dice” y surge entonces la ambigüedad, el escalpelo que indaga, la sorpresa, el método alternativo de llegar a la realidad, ¿quién es el que dice? ¿Quién es la puta? Le da una vuelta completa al significado general propuesto, en un juego de oportunidades que huye como una gaviota; porque es ella la que puede llegar con ciertas e ingenuas dudas por la mirada fija, quizá molesta, del observador en los múltiples aspectos físicos e incluso psicológicos por ti descritos. Al llegar a elPrior, que se atribuye el protagonismo, este le hubiera dicho: “Son sólo cien, más la cama” en el intento de decir que nada es juzgable, mientras no se dañe a las personas: intento que la ética sea una reflexión voluntaria. Ya sabes lo retorcido y guasón que es Roger Nelson. Esto es disfrutar la poesía como un parásito.
Sí, estás en un momento dulce y se nota por la capacidad de divertirte y divertirnos.

Un abrazote y salud

N.B. Yo también me apunto al seminario de cata de cigarros puros, apuntado por el ínclito Fe, en esos entornos líricos desde los que observas y cuentas la vida.

Jerónimo Muñoz escribió:DESCONOCIDA

Se aproxima lenta a mis pupilas, me mira un solo instante, pasa como una nube delante de mi mesa de terraza y, al pasar, sonríe.
El caramelo de sus ojos se diluye en mis ojeras. ¿Quién es? ¿De dónde viene esta nave que navega por el mar de mi quietud?
Su ropa floreada anuncia resplandores, sus zapatos breves taconean en mis sienes dejándome una impronta de ritmo sureño.
Su cintura esbelta se ondula al compás del aire y sus rodillas se unen en religiosa fe.
Su pecho, casi divino, asoma turgente por encima de su espíritu. Sus hombros, también.
Ya pasa, ya sigue, pero, ¡se vuelve y me sonríe otra vez!
Se acerca con su porte virginal, siempre sonriente. ¿Quién es?
Me va a hablar. ¿Qué le digo? Ensayo mi más educada sonrisa:
“Usted me perdonará, pero, ahora mismo no…”
“Son solo cien, más el hotel”, me dice.
Mis mejillas quieren estallar. Vuelvo la cabeza hacia otro lado, enciendo un puro y la ignoro.
Ella se va, apresurada, taconeando su fracaso.
Es una desconocida.

E la prostitucion se ha desarrollado durante siglos algo tan caliente, tan tibio, tan real, en algo tan frio, tan sumamente frio, tan demasiado ( si se puede decir asi) transacional. Me ha parecido un excelente escrito, logrado! Abrazos, ERA

Antonio Arjona escribió:Bueno, una bonita historia contada con todos los detalles, lástima que esos cien más, diera al traste con el final que todos esperábamos.
Enhorabuena.

Sí, Antonio. No solo la vida está muy cara, sino que el autor no está ya para muchos trotes.
Te agradezco tu comentario y te envío un abrazo.

Jerónimo

Con qué inteligencia retratas los sucesos cotidianos. Te pones en el punto de vista del observador y siempre le añades un desenlace sorprendente e inesperado. Estupendo poema. Un abrazo.

Hermoso, interesante y original trabajo, amigo Jerónimo. Estás que te sales y que dure.
Felicidades.
Abrazos.

Como una noche cualquiera en un lugar cualquiera escondido entre luces y sombras.

Genial la forma de explicarlo y de llevarlo a un escrito.

Me ha gustado.

Un abrazo.

Me ha arrancado una sonrisa, creo no ser la única a quien tu escrito le ha provocado esto. Me gusta la expectativa que provoca al principio creo que esperábamos más amor en estas líneas y menos tansacciones, delicado y real. Un abrazo