Jorge Salvador escribió:Caminas por la calle la amargura
-charlando de pandemias con tu esposa-
destino a ya quisieras saber dónde…
Como otros tantos hombres y como otras tantas veces,
te dejas dominar por tus impulsos;
ante el primer mal seno bien presentado
que se te cruza a menos de cinco metros
te exaltas vivo y, ¿qué esperas? te pilla el guardia.
Cuando de novios ella se molestaba:
-“Eres un indecente. Vete a la mierda…”
Hay que ver cómo ensucia el amor el tiempo,
han pasado veinte años, que es nada según el tango,
y hoy no es ya que no le importe ni una mierda lo que mires,
es que sólo ve un don nadie donde entonces un John Rambo.
(Si no por unas por otras,
la vida siempre te acaba poniendo a merced del toro,
ya puedes corres si quieres, que ese te pilla
y te hunde el cuerno hasta el hueso sin miramientos;
el matrimonio es, con mucho, el mejor de los medios
para probar las paciencias
y hacernos conscientes que al mundo se viene a ser mártir).
Ella devora las series de Netflix,
tu no desprecias a solas un rato de porno
ni un trago largo a deshoras.
Suele decirte a menudo que ya no la mimas,
que en tu compaña dormir es velar y que roncas
como si dentro tuvieras gorrinos y bueyes;
dice que siempre que orinas salpicas la taza,
que tus gallumbos se tienen de pie por sí solos,
que tus uñacos son garfios, tu ombligo la selva,
pero con todo y con eso, joder…
¡¡¡que te quiere!!!
Sabes muy bien, sin que nadie te lo haya contado,
que con frecuencia se goza,
que la vecina se ducha a las diez menos cuarto
y que a tu Atleti el merengue le da cagaleras;
sabes que estás condenado,
pero pagar la condena te pone cachondo
más que a Torrente de España un buen par de pajillas.
Caminas por la calle la amargura
tratando de poner puertas al campo;
ella sospecha que la cornamentas,
tú sólo sufres cuando no hay cerveza
o cuando el Corsa te deja tirado en la calle;
y así van sucediéndose los años
-tantísimos de estéril convivencia-
con la esperanza puesta en la lotería
o en la misericordia de los de arriba.
Los hijos, por otro lado, no le eches cuentas,
crecieron y a lo suyo, lo convenido;
te llaman cuando tienen un problema
de liquidez o, si coincide con el suyo,
a veces también por tu santo.
De un tiempo para acá, con la vergüenza justa,
todo lo arreglan con: -“Papá, hazme un bizum,
mejor no voy a verte, que el virus ese
pulula por todas partes buscando viejos.”
Le ingresas lo que pida,
inspiras, después expiras y al fin farfullas:
-“Señor, llévame pronto,
no tardes, porque este cuerpo ya pide tierra…”
La dvina comedia de la sagrada familia humana. Aquí estamos todos, hijos, hermanos, padres, tios, abuelos, nietos, primos, legitimos, reconocidos eilegitimos. Tu poema es el realismo de las vivencias y de los secretos que guardan las paredes, las fichas policiacas, las sesiones con el psiquiatra, el batender, y todo otro testigo de nuestro experimento social. Me conmueven tus versos, Jorge Salvador. Abrazos, ERA