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Agridulce paradoja Ana, el tránsito por fases o estados:
tu personaje se licua en la inútil entrega del amor sin condición
ni autoafirmación, mientras tu poética se hace más densa y contundente.
Tan inquietante como deleitable este interesante poema. Un abrazo.
Te presento a mi padre, el que está a su lado es mi hijo.
Si los sumas y divides entre dos, obtendrás su promedio...
ese soy yo. Mucho gusto!
Estoy pasando por una fase rara de escritura. Metamorfosis permanente, yo te veo bien teniendo mucho que decir: La condena es suave.
Muy bien la idea y el decir del sentimiento.
Ana García escribió:Ella siempre había sido así:
novelesca y romántica.
Para él no tenía importancia:
cada cual tiene sus fallos.
Lo que no podía imaginarse era
que ella se lo tomara tan a pecho,
y que iba en serio,
muy en serio,
cuando decía que se derretía por él.
Enhoramala se despertó
y a su lado solo había una masa blanda
y casi líquida.
Parecía un gigantesco helado
—puesto al sol—
con camisón en vez de barquillo.
El crimen o el suicidio poco dicen,
idénticos fines consiguen:
lentas descomposiciones de cuerpos orgánicos.
La vida enflaquecida ahuyenta
el arte del amor.
La condena es suave,
pero la muerte invade el desespero
—la miseria—.
Aquella mujer cuya inútil vida
significaba perder hasta el dolor,
mas no la sombra del charco.
Un poema duro y diciente por consiguiente bello. Te felicito, Ana García. Abrazos, ERA