Editorial Alaire

Mamá te manda un beso,
cada catorce de enero le cuesta más estar viva;
va soportando la cruz de tu ausencia
como el destino la deja,
pero ni sabe ni quiere saber ya de luchas
porque el cansancio la vence.

Tratamos de cuidarla,
pero tan sólo logramos sufrir a su lado
la intransigencia del tiempo
y el desamor de la vida.
Cómo nos faltas, no sabes…
cuánto daría por darte un abrazo infinito,
porque volviera a encenderse la luz que apagaste,
y por pedirte disculpas ante una cerveza.

Desde que te alejaste todo es precario,
se ha puesto el mundo que casi parece el infierno;
sigue el Madrid jorobándonos Champions tras Champions,
cada gobierno post-Franco va más contra España
y la palabra de un hombre perdió su honor hace tiempo;
pero te juro que nada en el mundo me importa
salvo que vuelvas a casa, si Dios lo permite,
por Navidad cuanto menos.

Veinte catorces son muchos catorces de enero sin verte,
todo ha cambiado, hasta el aire;
llevo guardado el amor que jamás supe darte
para entregártelo todo en el próximo encuentro,
ya cada vez más cercano...

Cuesta la sangre y la vida cargar con los años
-¡pronto se dice: ¡sesenta!-;
de un tiempo acá me he hecho viejo y no sé cómo ha sido.
¿Sabes, papá? si me vieras…
dicen que me he convertido en tu vivo retrato.

¿Cuándo regresas a casa?
si te echaremos en falta,
que hoy casi no hemos hablado de ti por no herir el silencio…

Supongo que con los años algo invisible nos empuja a volver a nuestras raíces y a valorar más la familia y a los nuestros de siempre.
Un poema muy bello y entrañable, Ramón. Mis felicitaciones y un gran abrazo amigo.

Jorge Salvador escribió:Madre te manda un beso,
cada catorce de enero le cuesta más estar viva;
va soportando la cruz de tu ausencia
como el destino la deja,
pero ni sabe ni quiere saber ya de luchas
porque el cansancio la vence.

Tratamos de cuidarla,
pero tan sólo logramos sufrir a su lado
la intransigencia del tiempo
y el desamor de la vida.
Cómo nos faltas, no sabes…
cuánto daría por darte el amor que me estalla en el pecho,
porque volviera a encenderse la luz que apagaste,
y por pedirte disculpas.

Desde que no nos cuidas todo es precario,
se ha puesto el mundo que casi parece el infierno;
sigue el Madrid jorobándonos siempre la Champions,
cada gobierno post-Franco va más contra España
-lo mismo en realidad que cuando estabas-,
pero en verdad te aseguro que nada me importa
salvo que vuelvas a casa, si Dios lo permite,
por Navidad cuanto menos.

Veinte catorces son muchos catorces de enero sin verte,
ya verás cómo he cambiado;
llevo guardado el amor que jamás supe darte
para entregártelo todo en el próximo encuentro,
hoy más cercano que nunca.

Cada año cuesta más sangre cargar con los años
-ya son sesenta a la espalda-;
de un tiempo acá me he hecho viejo sin darme ni cuenta.
¿Sabes, papá? si me vieras…
dicen que me he convertido en tu vivo retrato.

¿Cuándo regresas a casa?
si te echaremos en falta,
que hoy casi no hemos hablado de ti por no herirnos…

Enorme, lúcido, emocionante.
Catorces de enero, centro de Capricornio, el tiempo (a veces) no existe pero duele, duele con todas sus razones.

Reverencia, amigo del alma.

Abrazo fuerte también.

Es un homenaje vivo y emocionante, Ramón.
Pasan los años y todo nos va cambiando, te felicito por estos versos tan sentidos.
Un abrazo.

Jorge Salvador escribió:Madre te manda un beso,
cada catorce de enero le cuesta más estar viva;
va soportando la cruz de tu ausencia
como el destino la deja,
pero ni sabe ni quiere saber ya de luchas
porque el cansancio la vence.

Tratamos de cuidarla,
pero tan sólo logramos sufrir a su lado
la intransigencia del tiempo
y el desamor de la vida.
Cómo nos faltas, no sabes…
cuánto daría por darte el amor que me estalla en el pecho,
porque volviera a encenderse la luz que apagaste,
y por pedirte disculpas.

Desde que no nos cuidas todo es precario,
se ha puesto el mundo que casi parece el infierno;
sigue el Madrid jorobándonos siempre la Champions,
cada gobierno post-Franco va más contra España
-lo mismo en realidad que cuando estabas-,
pero en verdad te aseguro que nada me importa
salvo que vuelvas a casa, si Dios lo permite,
por Navidad cuanto menos.

Veinte catorces son muchos catorces de enero sin verte,
ya verás cómo he cambiado;
llevo guardado el amor que jamás supe darte
para entregártelo todo en el próximo encuentro,
hoy más cercano que nunca.

Cada año cuesta más sangre cargar con los años
-ya son sesenta a la espalda-;
de un tiempo acá me he hecho viejo sin darme ni cuenta.
¿Sabes, papá? si me vieras…
dicen que me he convertido en tu vivo retrato.

¿Cuándo regresas a casa?
si te echaremos en falta,
que hoy casi no hemos hablado de ti por no herirnos…

Me encanta este poema, Jorge...todo emoción, sentimiento, intensidad, belleza, ese pequeño escalofrío que a veces tiene la buena poesía.

Un abrazo

Hay poemas que emocionan profundamente y éste es uno de ellos.
Qué más decirte que me encantó y volveré
Felicidades
Abrazos

Luis M. escribió:Supongo que con los años algo invisible nos empuja a volver a nuestras raíces y a valorar más la familia y a los nuestros de siempre.
Un poema muy bello y entrañable, Ramón. Mis felicitaciones y un gran abrazo amigo.

Gracias, Luis. Pareciera que los padres de uno siempre van a estar ahí, por eso el día que les pierdes no puedes creerlo. La ausencia se hace más cruel con cada año qué pasa, nada vuelve a ser igual, pero no queda sino seguir adelante.
Otro gran abrazo de vuelta para ti, querido amigo

Hallie Hernández Alfaro escribió:

Jorge Salvador escribió:Madre te manda un beso,
cada catorce de enero le cuesta más estar viva;
va soportando la cruz de tu ausencia
como el destino la deja,
pero ni sabe ni quiere saber ya de luchas
porque el cansancio la vence.

Tratamos de cuidarla,
pero tan sólo logramos sufrir a su lado
la intransigencia del tiempo
y el desamor de la vida.
Cómo nos faltas, no sabes…
cuánto daría por darte el amor que me estalla en el pecho,
porque volviera a encenderse la luz que apagaste,
y por pedirte disculpas.

Desde que no nos cuidas todo es precario,
se ha puesto el mundo que casi parece el infierno;
sigue el Madrid jorobándonos siempre la Champions,
cada gobierno post-Franco va más contra España
-lo mismo en realidad que cuando estabas-,
pero en verdad te aseguro que nada me importa
salvo que vuelvas a casa, si Dios lo permite,
por Navidad cuanto menos.

Veinte catorces son muchos catorces de enero sin verte,
ya verás cómo he cambiado;
llevo guardado el amor que jamás supe darte
para entregártelo todo en el próximo encuentro,
hoy más cercano que nunca.

Cada año cuesta más sangre cargar con los años
-ya son sesenta a la espalda-;
de un tiempo acá me he hecho viejo sin darme ni cuenta.
¿Sabes, papá? si me vieras…
dicen que me he convertido en tu vivo retrato.

¿Cuándo regresas a casa?
si te echaremos en falta,
que hoy casi no hemos hablado de ti por no herirnos…

Enorme, lúcido, emocionante.
Catorces de enero, centro de Capricornio, el tiempo (a veces) no existe pero duele, duele con todas sus razones.

Reverencia, amigo del alma.

Abrazo fuerte también.

Gracias, querida Hallie. Supongo que estos poemas, que casi brotan solos desde lo más hondo del alma, llegan más lejos por la carga sentimental que contienen.
Gracias por apreciarlo, en verdad duele más cada vez.
Mi abrazo gigantesco de vuelta y sin distancia social

Marisa Peral escribió:Es un homenaje vivo y emocionante, Ramón.
Pasan los años y todo nos va cambiando, te felicito por estos versos tan sentidos.
Un abrazo.

Gracias, Marisa. Disculpa la tardanza en responder, siempre voy corriendo por la vida. En verdad son tal vez los versos más sentidos que he escrito.
Otro abrazo para ti

Carmen López escribió:

Jorge Salvador escribió:Madre te manda un beso,
cada catorce de enero le cuesta más estar viva;
va soportando la cruz de tu ausencia
como el destino la deja,
pero ni sabe ni quiere saber ya de luchas
porque el cansancio la vence.

Tratamos de cuidarla,
pero tan sólo logramos sufrir a su lado
la intransigencia del tiempo
y el desamor de la vida.
Cómo nos faltas, no sabes…
cuánto daría por darte el amor que me estalla en el pecho,
porque volviera a encenderse la luz que apagaste,
y por pedirte disculpas.

Desde que no nos cuidas todo es precario,
se ha puesto el mundo que casi parece el infierno;
sigue el Madrid jorobándonos siempre la Champions,
cada gobierno post-Franco va más contra España
-lo mismo en realidad que cuando estabas-,
pero en verdad te aseguro que nada me importa
salvo que vuelvas a casa, si Dios lo permite,
por Navidad cuanto menos.

Veinte catorces son muchos catorces de enero sin verte,
ya verás cómo he cambiado;
llevo guardado el amor que jamás supe darte
para entregártelo todo en el próximo encuentro,
hoy más cercano que nunca.

Cada año cuesta más sangre cargar con los años
-ya son sesenta a la espalda-;
de un tiempo acá me he hecho viejo sin darme ni cuenta.
¿Sabes, papá? si me vieras…
dicen que me he convertido en tu vivo retrato.

¿Cuándo regresas a casa?
si te echaremos en falta,
que hoy casi no hemos hablado de ti por no herirnos…

Me encanta este poema, Jorge...todo emoción, sentimiento, intensidad, belleza, ese pequeño escalofrío que a veces tiene la buena poesía.

Un abrazo

Muchas gracias, Carmen. Supongo que cuando el sentimiento es profundo, la poesía lo nota y lo agradece.
Encantado por tu visita e apreciación.
Un abrazo

Pilar Morte escribió:Hay poemas que emocionan profundamente y éste es uno de ellos.
Qué más decirte que me encantó y volveré
Felicidades
Abrazos

Eres muy amable, Pilar. Celebro haberte sabido transmitir esa emoción que yo sentía al escribir este poema.
Gracias, querida compañera. Un abrazo

Bello y emocionado homenaje, Ramón, al que me sumo con tu permiso. Estos recuerdos sirven para que siempre estén con nosotros.
Un abrazo grande amigo y salud.

Jorge, que bello, intenso y emotivo homenaje al padre. Seguro que si lo pudiera leer inflaría el pecho y se sentiría orgulloso. Cuánto se les echa de menos cuando nos faltan...

Un abrazo.

Armilo Brotón escribió:Bello y emocionado homenaje, Ramón, al que me sumo con tu permiso. Estos recuerdos sirven para que siempre estén con nosotros.
Un abrazo grande amigo y salud.

Así es, Armilo. Pena que tengan que irse para que podamos comprender (al menos en mi caso) cuan imprescindibles eran en nuestra vida.
Salud y abrazos, amigo

Antonio Urdiales escribió:Jorge, que bello, intenso y emotivo homenaje al padre. Seguro que si lo pudiera leer inflaría el pecho y se sentiría orgulloso. Cuánto se les echa de menos cuando nos faltan...

Un abrazo.

Gracias por tus palabras, Antonio. Estoy seguro que ya lo ha leído. Pocas razones le di en vida para que se sintiera orgulloso, pero al menos su ausencia me ayudó a alcanzar el arrepentimiento, que dicen que es la única puerta abierta para el infiel. Con que me perdone ya sería dichoso...
Un abrazo, compañero