Gracias, Cheif, por disfrutar en estos versos.Rafel Calle escribió:Hermoso, evocador y salpicado de una poderosa imaginería, marca de la casa Ferreiro.
Felicidades, querido amigo.
Abrazos.
Un abrazo.
Moderadores: J. J. Martínez Ferreiro, Rafel Calle
Gracias, Cheif, por disfrutar en estos versos.Rafel Calle escribió:Hermoso, evocador y salpicado de una poderosa imaginería, marca de la casa Ferreiro.
Felicidades, querido amigo.
Abrazos.
Graciñas, señora Rosario, por acercarse a estos versos y disfrutarlos.Rosario Martín escribió:Qué bien huelen las flores blancas de los cerezos
sobre un fondo azul de versos...
Un placer de lectura, compañero,todo un placer.
Un abrazo y felices fiestas.
Gracias, Marisa, por tan generosos comentarios. Celebro que hayas disfrutado de estos versos.Marisa Peral escribió:Sorprendentes imágenes en esta III entrega, un derroche poético y creativo.
Biquiños.
J. J. Martínez Ferreiro escribió:Con los ojos cerrados y atenta placidez
Corbain imaginaba a la mujer
que se tendía en su pensamiento;
los fustes del color y los líquenes en las rocas,
su mano acariciando el terso lomo
de la serpiente que también era ella
acostada en el campo.
…el calor de su sangre en la piel fría del cuerpo arrastrándose.
Por un momento recordó la humedad de su aroma,
pero ahora la sensación, inasible, había desaparecido.
Quizá podría volver a atraparla
en la alucinación de un verso
o entre las nebulosas de estrellas,
dulces y polvorientas, que aparecían en la noche blanca.
Cada animal es un fin en sí mismo,
una exactitud de la vista que finaliza en él.
Corbain imaginaba la minúscula musaraña,
la madre de todos nosotros,
que una vez ascendió a la luz
entre cadáveres de dinosaurios;
de ahí ese miedo cegador,
ese fondo que se armoniza al mediodía
como un progenitor devorador de vientres.
J. J. Martínez Ferreiro escribió:Con los ojos cerrados y atenta placidez
Corbain imaginaba a la mujer
que se tendía en su pensamiento;
los fustes del color y los líquenes en las rocas,
su mano acariciando el terso lomo
de la serpiente que también era ella
acostada en el campo.
…el calor de su sangre en la piel fría del cuerpo arrastrándose.
Por un momento recordó la humedad de su aroma,
pero ahora la sensación, inasible, había desaparecido.
Quizá podría volver a atraparla
en la alucinación de un verso
o entre las nebulosas de estrellas,
dulces y polvorientas, que aparecían en la noche blanca.
Cada animal es un fin en sí mismo,
una exactitud de la vista que finaliza en él.
Corbain imaginaba la minúscula musaraña,
la madre de todos nosotros,
que una vez ascendió a la luz
entre cadáveres de dinosaurios;
de ahí ese miedo cegador,
ese fondo que se armoniza al mediodía
como un padre devorador de vientres.
Gracias, querido amigo, siendo llegar tan tarde a responderte a tu comentario, maestro Ricardo.Ricardo Serna G escribió:Maestro
-Cobain o Corbain dejó señales
con su poesía en forma maravillosa
con un final triste..su herencia
está entregada y recibida
por sus lectores--
Maravillosa poesía, querido maestro
donde los símbolos muestran
la calidad de su creador....
Te felicito
Un abrazo fuerte
Ramón Castro Méndez escribió: Un poema admirable, amigo Ferreiro, lleno de impagables imágenes y símbolos, desde los jardines del edén hasta la desventura de los dinosaurios.
Homérico, que diría Michaelin Flynn, sin haberse trasegado aún su primera Guinness.
Mi enhorabuena.
Un fuerte abrazo.