S.U.E.Ñ.O. A.D.E.N.T.R.O.
Publicado: Dom, 12 Jul 2015 20:12
SUEÑO ADENTRO
I
A la entrada de marzo, en ésta misma ventana, me detuve en un poema que confundo con poemas que aún no he leído, y que han de ser parte de algún archivo en una caja que viaja con su cargo en un barco o en avión eximido.
He podido entrar al cuadro, por ser yo quien se aproxima a su título.
Es como el nombre de una calle que al voltear se esfuma en un paraje de interpolaciones y se nota que es desde un balcón que miro, porque el eco de su cámara sigue llamando la atención a éste lado que se reaníma en formas e insinúa el punto de partida.
Y sí importan éstas medidas; un palo clavado entre rocas, algo rústico que sirva en la geografía que nos intuye casi como una improvisación impasible, y nos esconde la palbra como a un ave en medio vuelo, la esconde en las nubes.
Esconde toda arquitectura entre visos de perfectos prismas y los hace rodar sin condiciones como el agua de una tina que se desborda, y el piso se cae a otra casa en la misma casa que habitas.
He sido aquí una equación sensible a la intemperie y al prejuicio, igual. Allá, el paisaje es un puente silicio, periférico hasta que logra esfumarse y llevarme al ave de la nada que aparece repentinamente envuelto en la desnudez del eximio.
II
El protagonista del espanto lleva su carga de desvínculos en el plexo hasta rendirse,
él cruza sin querer el puente y regresa buscando las palabras que expresen su desconcierto despierto.
En el frondoso bosque el búho gira su cuello circumferentor, la noche nos fija los ojos en el cráneo, algunos pasan la noche manoseándo el cuerpo de la hora, otros van según los minutos van al segundo de su lamento. La nave sigue y a veces tiene los pies de un hombre, penetra con un nido en la cabeza de bocas hambrientas, el predador es un animal diferente al incarnado suplicio de mil encuentros, sueño adentro.
E. R. Aristy
I
A la entrada de marzo, en ésta misma ventana, me detuve en un poema que confundo con poemas que aún no he leído, y que han de ser parte de algún archivo en una caja que viaja con su cargo en un barco o en avión eximido.
He podido entrar al cuadro, por ser yo quien se aproxima a su título.
Es como el nombre de una calle que al voltear se esfuma en un paraje de interpolaciones y se nota que es desde un balcón que miro, porque el eco de su cámara sigue llamando la atención a éste lado que se reaníma en formas e insinúa el punto de partida.
Y sí importan éstas medidas; un palo clavado entre rocas, algo rústico que sirva en la geografía que nos intuye casi como una improvisación impasible, y nos esconde la palbra como a un ave en medio vuelo, la esconde en las nubes.
Esconde toda arquitectura entre visos de perfectos prismas y los hace rodar sin condiciones como el agua de una tina que se desborda, y el piso se cae a otra casa en la misma casa que habitas.
He sido aquí una equación sensible a la intemperie y al prejuicio, igual. Allá, el paisaje es un puente silicio, periférico hasta que logra esfumarse y llevarme al ave de la nada que aparece repentinamente envuelto en la desnudez del eximio.
II
El protagonista del espanto lleva su carga de desvínculos en el plexo hasta rendirse,
él cruza sin querer el puente y regresa buscando las palabras que expresen su desconcierto despierto.
En el frondoso bosque el búho gira su cuello circumferentor, la noche nos fija los ojos en el cráneo, algunos pasan la noche manoseándo el cuerpo de la hora, otros van según los minutos van al segundo de su lamento. La nave sigue y a veces tiene los pies de un hombre, penetra con un nido en la cabeza de bocas hambrientas, el predador es un animal diferente al incarnado suplicio de mil encuentros, sueño adentro.
E. R. Aristy