Editorial Alaire

Vino el alba. El vértigo
del cielo tornóse azul de Indias,
llamarada. Florecía el árbol del coral
en las aceras. Huía
un pájaro de súbito, de pluma fina.
El aire se regodeaba en la piel
y el equinoccio aventábase
en el ojo del corazón
como un tornado de jade. Salí.
Las calles ardían en vivo ensimismadas
en natural ausencia.
Nadie reparó en mí. Entré.
Desayunaban todos. Me sonreía
mi amor. Pero por las paredes,
de vanguardia cuadros,
se iban depositando las sombras
de la absurdidez. Cuán breve todo. Cuán cruel.
Sin embargo, cerré los ojos, y seguí.



*

[quote="Julio Bonal"]


Muy hermoso trabajo, Julio. Un placer de lectura. Saludos.

Tal cual como un sueño pero con imágenes bellas
en versos con arte poética y fuerza.

un abrazo

Buen poema. Unas imágenes brillantes y muy descriptivas. Mi felicitación y un saludo cordial.

Un gusto leer un poema tan bello, me ha encantado. Un saludo.

Un poema irremediablemente hermoso y certero.

Salud y felicitaciones, Julio.

Un poema hermoso donde brillan las imágenes tan conseguidas
Abrazos
Pilar

Un placer recrearse en estos versos aunque el cierre me haya dejado un mohín de mucha tristeza, un abrazo.

Equilibrado, precioso e inteligente. Su sabiduría se derrama en el ritmo y en la pulcritud de la palabra escrita.

Un abrazo.

Bellísmo, un gusto enorme la lectura.
Felicidades

Elizabeth, Roberto, Guillermo, Ramón, Borja, Hallie, Pilar, Isabel, Ferreiro, Lila,

Agradecidísimo a todos por los comentarios dejados y la benevolencia.

Un abrazo.


Juli

Bellas imágenes las que elaboras, para un poema lleno de aciertos. Un placer leerte.
Un abrazo.
Pepa

Julio Bonal escribió:

Vino el alba. El vértigo
del cielo tornóse azul de Indias,
llamarada. Florecía el árbol del coral
en las aceras. Huía
un pájaro de súbito, de pluma fina.
El aire se regodeaba en la piel
y el equinoccio aventábase
en el ojo del corazón
como un tornado de jade. Salí.
Las calles ardían en vivo ensimismadas
en natural ausencia.
Nadie reparó en mí. Entré.
Desayunaban todos. Me sonreía
mi amor. Pero por las paredes,
de vanguardia cuadros,
se iban depositando las sombras
de la absurdidez. Cuán breve todo. Cuán cruel.
Sin embargo, cerré los ojos, y seguí.



*

Símbolos impregnados por doquier y también impregnado después de cierta barrera, el tedio lo consume todo. Y no importa que afuera la naturaleza esté haciendo grandilocuencias con su pincel y no importa si no podemos, si llevamos en la garganta y en el corazón la zozobra. Muy buen poema Julio. Saludos.

David V. Estrada

Gracias, David, por tus palabras. Gracias.


Juli