Atrapa el vuelo de la luna,
viento,
viento que sopla,
coro veloz de voces rotas,

vuelves de rumor entreabierto,
a llevarte la memoria de la noche.

Acompaña a la tarde
el cálido aliento del aire,

claridad derrumbada
en los brazos de la noche,

el eco de una estrella
abre los ojos,
que miran el atardecer
en el subsuelo del verano.

Ver partir las calles
hacia el silencio del horizonte,

lamer las sombras del regreso a casa
acompañado de canciones descoloridas,

confundirte con el templo de las ilusiones
el tiempo que dura la lluvia.

Esta noche
de nubes vagas y grises
se moja el alma en los charcos,
se acurruca en el centro de la música de las estrellas,
esta noche
que ahora recuerdo.

Alcanza tu mano
las sábanas de la noche,
a reiterar el sueño de las sirenas
o el canto leve de la luna.

Un instante para alumbrar
el cuerpo desnudo, como estatua,
recordar como era la tierra
antes de que te quedaras dormida.

Mínima esencia de reptar
en la noche pausada,
en los caminos de un fulgor
recogido en un pensamiento.

Las sombras
consumen el fuego de la razón;

alumbra la madrugada
la memoria de los sueños.

Se posa la luz en las hojas
que duermen el canto de los pájaros,
ceniza claridad que en un sueño perece,

se asoma el silencio que precede
a la lluvia.

La claridad de esta tarde,
anclada en una luz suave,
se refugia -misteriosa-
en la voz de una estrella.

Una fragancia de tilos
vacía las calles,

brota de la axila de la hoja
una flor blanca,

dudando, si ser estrella,
o fugaz, o de nieve.

Cuaderno de lluvia
en el hueco de la voz,

los labios que susurran
establecen el tiempo
de las noches habladas,

de los silencios rotos,

de la intención de las palabras.

Ya es noche, muda,
rastro de luna.

Profunda,
la lluvia perfumada de los tilos,

silenciosa.

Te imagino,
un solo mar,
y
tu sueño abandonado
a las olas…

Vuelve el sol a caer
entre nubes de néctar.

La brisa que acaricia
las copas de los árboles
atiende al canto de los pájaros,

dulce atardecer
en los cimientos del alma,
transición lunar
en los ojos que se abren.

Escucho la música nocturna
en la antesala del sueño,
llenan el silencio
los pasos de la memoria,
prescritos en la luz.

Notar como la madrugada
va cediendo a la sobriedad,
ordenar los pensamientos
del caos establecido.

El sol
hundiéndose en el horizonte,
se instala en la memoria.
Se cubre de nostalgia evadida
el beso de la luz,

las sombras nos visitan
con referencias de la noche.