Escapa mi pluma al control de mi mano y hasta mi alma es ajena al vaivén de sus letras en aromas azulinos de brotes, en colores distintos y embebidas también en las brisas sin dueños. ¿Qué fuente surgente alimenta este brío? Inquietud de alturas y alardes de fuegos, esencia en descanso de fines cump...

ROBERTO LÓPEZ,

Magnífico poema... para aprender, poeta!

Guillermo Cuesta,

Contradicciones y toma de decisiones en brillante entrega. Mis parabienes, Guillermo.

Josefa A. Sánchez,

me encantó tu poema de amor, poeta!

Ricardo José Lascano,
Le quedaba mejor, nunca se lo dije, pero había nidos
con aroma a jazmín entre las nudosas fibras de su mesa.


Estupenda entrega, Ricardo! Eres maestro de la pluma. Un abrazo.

Ana Muela Sopeña,

También llueve en mi madrugada cordobesa para disfrutar de tu poema. Mis respetos, poeta!

Pilar Morte,

A veces me disfrazo de poeta... Hondo poema que aplaudo, poeta!

Rafel Calle,

me he deleitado en esta lluviosa mañana cordobesa leyendo tus letras, poeta!

Gracias, Roberto, por tu bienvenida y apoyo al poema.

Angel Sarroca escribió:Carlos,

Tu poema entreteje, nostalgía, luna, anochecer y agonía con elegancia y sensibilidad, y también resignación. Un placer de lectura.

Ángel

Qué buena réplica, poeta! Agradezco tu atención y tus palabras.

Guillermo Cuesta escribió:Magnífico decir, Carlos, flores en la umbría y lirismo en el poema.

un abrazo

Gracias por tu apoyo permanente, poeta!

Josefa A. Sánchez,

Me he quedado encantado con tu poema relato, tan universal y lleno de verdades hermosamente dichas. Afectuoso saludo, Pepa.

Hallie Hernández Alfaro,


Un relato a todas luces merecedor del galardón. Mis congratulaciones, Hallie. ¿Parque Patricios, en Argentina?

El pincho Cuando yo era niño, en el recreo, los pobres jugábamos al pincho, entre otras cosas. Los hijos de los ricos (dos o tres y sus muchos amigos) jugaban con balón de reglamento. En un rincón de un patio abierto al campo, hacíamos un hueco en la pradera un tanto humedecida por la lluvia o ayud...

Abierta tengo la herida que supura de aflicción por la suerte de mi niño por saber si está con Dios. Una noche de diciembre la muerte se lo llevó, y al arrancarle su vida me partió mi corazón. Eran cinco los añitos cinco claveles en flor, un infante enardecido que la fiebre lo tronchó: era mi niño ...