LA MANO IZQUIERDA
Publicado: Mar, 29 Ene 2008 21:07
[RIGHT]“La luz es la mano izquierda de la oscuridad
y la oscuridad es la mano derecha de la luz.[/RIGHT][RIGHT]Las dos son una, vida y muerte juntas como amantes en kémer[/RIGHT][RIGHT]como manos unidas, como el fin y el camino"[/RIGHT]
La mano izquierda de la oscuridad
Ursula K. Le Guin
Cuando el dolor se licúa en las entrañas
y las heridas del mar interior sobrevienen
en lágrimas de viento y madreselva,
cuando la sierpe sinuosa del camino
cual áspid venenoso me acomete
y el crótalo traicionero de las horas
clava
sus picos afilados en mi cuello,
el cráter calcáreo del cerebro
conoce el mundo y su mentira.
Entonces,
la realidad se me disuelve
cual sulfato de cobre en un estanque, y, la aurora de mis venas subterráneas,
se esparce,
con el pánico frío de las uñas trituradas.
Los tambores del jinete vengador
vibran
sobre el espejismo de mi rosa humedecida,
y, el azul hilado por mis dientes,
palidece
entre setos de roca y cicatrices.
¡Dios, hijo del principio sin comienzo,
hijo del segmento de alfabeto
que entre el alfa y el omega, acontece,
escucha con tus oídos innombrados
el líquido acre no nacido
de mi fruto de bórax y nitrato!
¡Oh, túnicas de antárticos misterios,
que, como velos de cristal esmerilado,
dejáis derramarse vuestras gotas congeladas
sobre el ser sin ser de mi espíritu,
sembradme de cuarzo la línea de horizonte y
hacedme ver la luz final
de las turquesas escondidas!
Dejadme el alma inexistente
dormir su sueño, en el silencio.
Sí, se me resbala el dolor en las entrañas, y
a pesar de todo,
a pesar de la ilusión y su mentira,
sé que el mundo es hermoso.
A pesar del tabernáculo
en sombra y ceniza convertido,
a pesar del azúcar de las flores
en acético transparente destilado, y
a pesar de los márgenes siniestros
que en frontera estrecha me circundan,
a pesar de todo,
canto tu hermosura, oh!, vida,
éxtasis de galaxia extrovertida,
que, como lirio malva entre retama,
mueres sin saberlo
porque, antes de nacer ya pereciste
entre tus cintas verdes y tus ojos.
Y, aunque el conocimiento me aplaste
y la adolescencia se me deshaga
entre pajares solitarios:
con los pies hundidos
en el barro evanescente de la tierra,
y las manos sosteniendo
entre rotos de sangre y despojos,
al hijo muerto recién parido,
digo, con el alma desgarrada,
¡oh, vida, te amo!,
te amo,
te amo tanto....... Y,
cuando desaparezcas, como las libélulas,
como las mariposas,
en un parpadeo de humo evaporado,
y el celofán de mi ropaje,
desmenuce su transparencia sin hablar, enmudecido,
ruego a aquél que permanezca
entre la estela de mi espuma,
no me entierre entre los muertos,
¡no!,
entre los muertos, no.
Que no me entierre.
No me ceguéis, dejadme besar
el perfume del enebro
y el aroma etéreo del cilantro.
Y
cuando de mis cenizas
y de las cenizas de los saurios enterrados,
amanezcan dalias, iris y gramíneas,
¡no toquéis las plantas,
no seguéis sus tallos!,
dejadlas agotar su erótico secreto
y sosegadamente transformar
en gel de sílice, su tiempo.
1992
De mi libro : "LA LECHE DE LOS PECHOS"
y la oscuridad es la mano derecha de la luz.[/RIGHT][RIGHT]Las dos son una, vida y muerte juntas como amantes en kémer[/RIGHT][RIGHT]como manos unidas, como el fin y el camino"[/RIGHT]
La mano izquierda de la oscuridad
Ursula K. Le Guin
Cuando el dolor se licúa en las entrañas
y las heridas del mar interior sobrevienen
en lágrimas de viento y madreselva,
cuando la sierpe sinuosa del camino
cual áspid venenoso me acomete
y el crótalo traicionero de las horas
clava
sus picos afilados en mi cuello,
el cráter calcáreo del cerebro
conoce el mundo y su mentira.
Entonces,
la realidad se me disuelve
cual sulfato de cobre en un estanque, y, la aurora de mis venas subterráneas,
se esparce,
con el pánico frío de las uñas trituradas.
Los tambores del jinete vengador
vibran
sobre el espejismo de mi rosa humedecida,
y, el azul hilado por mis dientes,
palidece
entre setos de roca y cicatrices.
¡Dios, hijo del principio sin comienzo,
hijo del segmento de alfabeto
que entre el alfa y el omega, acontece,
escucha con tus oídos innombrados
el líquido acre no nacido
de mi fruto de bórax y nitrato!
¡Oh, túnicas de antárticos misterios,
que, como velos de cristal esmerilado,
dejáis derramarse vuestras gotas congeladas
sobre el ser sin ser de mi espíritu,
sembradme de cuarzo la línea de horizonte y
hacedme ver la luz final
de las turquesas escondidas!
Dejadme el alma inexistente
dormir su sueño, en el silencio.
Sí, se me resbala el dolor en las entrañas, y
a pesar de todo,
a pesar de la ilusión y su mentira,
sé que el mundo es hermoso.
A pesar del tabernáculo
en sombra y ceniza convertido,
a pesar del azúcar de las flores
en acético transparente destilado, y
a pesar de los márgenes siniestros
que en frontera estrecha me circundan,
a pesar de todo,
canto tu hermosura, oh!, vida,
éxtasis de galaxia extrovertida,
que, como lirio malva entre retama,
mueres sin saberlo
porque, antes de nacer ya pereciste
entre tus cintas verdes y tus ojos.
Y, aunque el conocimiento me aplaste
y la adolescencia se me deshaga
entre pajares solitarios:
con los pies hundidos
en el barro evanescente de la tierra,
y las manos sosteniendo
entre rotos de sangre y despojos,
al hijo muerto recién parido,
digo, con el alma desgarrada,
¡oh, vida, te amo!,
te amo,
te amo tanto....... Y,
cuando desaparezcas, como las libélulas,
como las mariposas,
en un parpadeo de humo evaporado,
y el celofán de mi ropaje,
desmenuce su transparencia sin hablar, enmudecido,
ruego a aquél que permanezca
entre la estela de mi espuma,
no me entierre entre los muertos,
¡no!,
entre los muertos, no.
Que no me entierre.
No me ceguéis, dejadme besar
el perfume del enebro
y el aroma etéreo del cilantro.
Y
cuando de mis cenizas
y de las cenizas de los saurios enterrados,
amanezcan dalias, iris y gramíneas,
¡no toquéis las plantas,
no seguéis sus tallos!,
dejadlas agotar su erótico secreto
y sosegadamente transformar
en gel de sílice, su tiempo.
1992
De mi libro : "LA LECHE DE LOS PECHOS"