Papeles de Luz ( poemario )
Publicado: Dom, 05 Abr 2009 8:53
Papeles de luz
I. Ejercicio para derramarse en un espejo
Los espejos celebran la muerte
Son árboles
Pies grises
Llanterío
Osos naciendo
Volcanes
Los espejos gritan solos en las casas
Echan las plumas mojadas en la alfombra
Ríen
Pedantemente ríen
Como gatos
II.
Los jardines de Santiago son blancos
Parece que han sido cortados por la tiza de un sastre
Deshabitados y largos como campanas
Son cabezas de
Rinocerontes
Ante los jardines de Chile uno siente que el mundo es un galpón enorme
—Uno encierra el mundo en los ojos y los huele como se huele un pañuelo o un laurel
Los jardines son cestas en la cabeza del viento
Agua-mármol
Y la decisión estoica de permanecer solos
III. Gimnasia
La niña juega con la bola azul
La sube en los pies
Las bolas azules brotan del pico de las chimeneas y desde allí son llevadas a los grandes gimnasios
Y ofrecidas
Sería oportuno observar a la niña que juega con la bola azul en la pantalla de un cine
IV.
He aquí el caracol de la escritura
El castillo
El eclipse colgado de la percha
Todo cuanto se escribe es torrencial, inconsciente
Viene de allí
Va hacia allí
Va lerdo
Laminar
Filtrándose y desfiltrándose
Corporizándose y descorporizándose
Luz escrita en la sortija
Golpe del cazador
V.
Un obrero envuelve un libro de poemas de William Carlos Williams con papel de correo o encomienda. Lo ata por las seis caras con hilo sisal como si lo estaquease, o como si estuviera fijando una mariposa a una planchuela de corcho.
Eso es todo
VI.
Ellas se peinan
Peinan el sol
Peinan las manos
Y aún el vello de los brazos refulge
Parecen insectos egipcios en la ventana iluminada
VII.
En una caja blanca y sedosa duerme el zapato de una sirena
VIII.
Quisiera dibujar un mar en una hoja
De perfil
—Un mar griego, de ser posible
Luego me gustaría limarle las uñas
Quitarle los toneles caprichudos
Y finalmente dedicarme a sus pies como un erotómano
Después me parecería correcto olvidarlo
VIII.
Me he pasado toda una tarde de primavera ventosa pergeñando la geometría de un templo.
Es un espejo plano y volante
Rojo
Trazado de arenas abiertas
De pronto descubro que lo he soñado hace tiempo, acompasado
Ligero como una punta de metal
Desenrostrado y ceñido
Como el beso de un monstruo.
IX.
Pasar las manos por el pecho de un hombre es hermoso
La coronación de las manos sucede sobre el pecho
—Uno abre las anclas contra la tormenta del pecho
Y sueña
X.
Las bañeras de la Atlántida tienen forma de empeine
—Si las llenas con leche se ponen violetas como montañas
Cuando hiela conviene cubrirlas con rosas muertas
XI.
Una rima es una piedrecilla de color encontrada en un jardín
Pica
Titila
Grita como una hormiga
Pincha
Me produce satánico placer maniatar las piedrecillas de color —que son rimas— y encerrarlas en bolsas plásticas que ahorco con soga o cordón marinero engrasado.
Una vez estranguladas —estas bolsas plásticas— me hace llorar a penachos felices
Enterrarlas
XII.
¿Cómo desescribir un libro? ¿Cómo desmemorizarse?
Lo único que he llegado a averiguar es que el proceso comienza en las yemas de los dedos, algo así como un tantra digitígrado
Un largo desacostumbramiento y descolonización del cuerpo principiada por los dedos
Luego, la escritura perfecta
El silencio del humo de una rosa
—Que ni siquiera asciende
XIII.
Los aviones rayan el cielo de izquierda a centro y de centro a la derecha
Son tubos de bronce arrojados desde las terrazas por los locos
O los párvulos
Los aviones son concretos como los brazos, y por ello, espumantes
Ontocráticos
Hacen ruido de puro canallas, pues bien podrían flotar
Apalabrados y galantes, y en silencio
Como las estrellas
XIV. Gabriel que cae
He visto un ángel detrás de una vidriera
—Fue un atardecer en lila oscuro.
Su cara era la cara de un mongol
Y reía
Reía y las orejas se la aplastaban contra la cabeza
Reía en mi dirección como golpeándome
( Me miraba con el hocico y por sobre la frente )
Y ladraba
XV.
Arrincono a las palabras contra un muro, a trompicones
Las arrastro.
Crujen y
Escupen
Y además brillan
Como corolario de dichas ejecuciones resulta un bollito de papel que pesa más o menos lo mismo que dos claveles atados
Tomo el bollo en la mano y lo elevo amorosamente
Lo miro
Lo remiro
Y lo giro
Para encestarlo
XVI.
No escribo bien cuando escribo bien
Ni escribo bien cuando escribo mal
Soy la perpetua fuga
La huída hacia la sombra de un paso
La palabra se escribe
Sola
Terrible
Yo soy apenas algo dormido en el intersticio
XVII. Temblando en lo oscuro
Salto de grafismo a grafismo
De jardín a jardín
De argolla a argolla
Cuelgo al viento
XVIII.
Juro que he visto que algunos féretros tienen testículos y otros glándulas mamarias
XIX.
Los broches cobran vida los días de viento y se transfiguran en pequeñas cigarras con la cara de Cristo
XX.
Soy algo que sucede dentro de la lluvia
Una ínfima torsión por el cuello de un pétalo
El peso de las orejas
Un soldado con un farol
Y caigo
XXI.
Seguramente una caja llena de grillos es una máquina perfecta
XXII.
Deseo no hacer nada bajo los árboles
Toda la duración del mundo no hacer nada
Casi no respirar
Ni pensar
Ni oler
Ser una chispa levísima
Ser como consuelo del agua
—O mejor: cicatriz donde el dedo ha tocado el agua
Cerrar los ojos y caer en la mancha de la felicidad
XXIII. Bajo vientre
Conozco tres cosas que saben igual
Los músculos intercostales del mar y
Las suelas de las sandalias
XXIV. Sucedió en el brillo
Había siete ogros sentados en sendos sillones de peluquería. Lo curioso es que todos querían cortarse el pelo a la americana
XXV. Estas son las Menudas Inminencias
Si pones tres o cuatro cucharillas de té sobre un paño negro obtienes la sensación de la revelación
Rafael Teicher
I. Ejercicio para derramarse en un espejo
Los espejos celebran la muerte
Son árboles
Pies grises
Llanterío
Osos naciendo
Volcanes
Los espejos gritan solos en las casas
Echan las plumas mojadas en la alfombra
Ríen
Pedantemente ríen
Como gatos
II.
Los jardines de Santiago son blancos
Parece que han sido cortados por la tiza de un sastre
Deshabitados y largos como campanas
Son cabezas de
Rinocerontes
Ante los jardines de Chile uno siente que el mundo es un galpón enorme
—Uno encierra el mundo en los ojos y los huele como se huele un pañuelo o un laurel
Los jardines son cestas en la cabeza del viento
Agua-mármol
Y la decisión estoica de permanecer solos
III. Gimnasia
La niña juega con la bola azul
La sube en los pies
Las bolas azules brotan del pico de las chimeneas y desde allí son llevadas a los grandes gimnasios
Y ofrecidas
Sería oportuno observar a la niña que juega con la bola azul en la pantalla de un cine
IV.
He aquí el caracol de la escritura
El castillo
El eclipse colgado de la percha
Todo cuanto se escribe es torrencial, inconsciente
Viene de allí
Va hacia allí
Va lerdo
Laminar
Filtrándose y desfiltrándose
Corporizándose y descorporizándose
Luz escrita en la sortija
Golpe del cazador
V.
Un obrero envuelve un libro de poemas de William Carlos Williams con papel de correo o encomienda. Lo ata por las seis caras con hilo sisal como si lo estaquease, o como si estuviera fijando una mariposa a una planchuela de corcho.
Eso es todo
VI.
Ellas se peinan
Peinan el sol
Peinan las manos
Y aún el vello de los brazos refulge
Parecen insectos egipcios en la ventana iluminada
VII.
En una caja blanca y sedosa duerme el zapato de una sirena
VIII.
Quisiera dibujar un mar en una hoja
De perfil
—Un mar griego, de ser posible
Luego me gustaría limarle las uñas
Quitarle los toneles caprichudos
Y finalmente dedicarme a sus pies como un erotómano
Después me parecería correcto olvidarlo
VIII.
Me he pasado toda una tarde de primavera ventosa pergeñando la geometría de un templo.
Es un espejo plano y volante
Rojo
Trazado de arenas abiertas
De pronto descubro que lo he soñado hace tiempo, acompasado
Ligero como una punta de metal
Desenrostrado y ceñido
Como el beso de un monstruo.
IX.
Pasar las manos por el pecho de un hombre es hermoso
La coronación de las manos sucede sobre el pecho
—Uno abre las anclas contra la tormenta del pecho
Y sueña
X.
Las bañeras de la Atlántida tienen forma de empeine
—Si las llenas con leche se ponen violetas como montañas
Cuando hiela conviene cubrirlas con rosas muertas
XI.
Una rima es una piedrecilla de color encontrada en un jardín
Pica
Titila
Grita como una hormiga
Pincha
Me produce satánico placer maniatar las piedrecillas de color —que son rimas— y encerrarlas en bolsas plásticas que ahorco con soga o cordón marinero engrasado.
Una vez estranguladas —estas bolsas plásticas— me hace llorar a penachos felices
Enterrarlas
XII.
¿Cómo desescribir un libro? ¿Cómo desmemorizarse?
Lo único que he llegado a averiguar es que el proceso comienza en las yemas de los dedos, algo así como un tantra digitígrado
Un largo desacostumbramiento y descolonización del cuerpo principiada por los dedos
Luego, la escritura perfecta
El silencio del humo de una rosa
—Que ni siquiera asciende
XIII.
Los aviones rayan el cielo de izquierda a centro y de centro a la derecha
Son tubos de bronce arrojados desde las terrazas por los locos
O los párvulos
Los aviones son concretos como los brazos, y por ello, espumantes
Ontocráticos
Hacen ruido de puro canallas, pues bien podrían flotar
Apalabrados y galantes, y en silencio
Como las estrellas
XIV. Gabriel que cae
He visto un ángel detrás de una vidriera
—Fue un atardecer en lila oscuro.
Su cara era la cara de un mongol
Y reía
Reía y las orejas se la aplastaban contra la cabeza
Reía en mi dirección como golpeándome
( Me miraba con el hocico y por sobre la frente )
Y ladraba
XV.
Arrincono a las palabras contra un muro, a trompicones
Las arrastro.
Crujen y
Escupen
Y además brillan
Como corolario de dichas ejecuciones resulta un bollito de papel que pesa más o menos lo mismo que dos claveles atados
Tomo el bollo en la mano y lo elevo amorosamente
Lo miro
Lo remiro
Y lo giro
Para encestarlo
XVI.
No escribo bien cuando escribo bien
Ni escribo bien cuando escribo mal
Soy la perpetua fuga
La huída hacia la sombra de un paso
La palabra se escribe
Sola
Terrible
Yo soy apenas algo dormido en el intersticio
XVII. Temblando en lo oscuro
Salto de grafismo a grafismo
De jardín a jardín
De argolla a argolla
Cuelgo al viento
XVIII.
Juro que he visto que algunos féretros tienen testículos y otros glándulas mamarias
XIX.
Los broches cobran vida los días de viento y se transfiguran en pequeñas cigarras con la cara de Cristo
XX.
Soy algo que sucede dentro de la lluvia
Una ínfima torsión por el cuello de un pétalo
El peso de las orejas
Un soldado con un farol
Y caigo
XXI.
Seguramente una caja llena de grillos es una máquina perfecta
XXII.
Deseo no hacer nada bajo los árboles
Toda la duración del mundo no hacer nada
Casi no respirar
Ni pensar
Ni oler
Ser una chispa levísima
Ser como consuelo del agua
—O mejor: cicatriz donde el dedo ha tocado el agua
Cerrar los ojos y caer en la mancha de la felicidad
XXIII. Bajo vientre
Conozco tres cosas que saben igual
Los músculos intercostales del mar y
Las suelas de las sandalias
XXIV. Sucedió en el brillo
Había siete ogros sentados en sendos sillones de peluquería. Lo curioso es que todos querían cortarse el pelo a la americana
XXV. Estas son las Menudas Inminencias
Si pones tres o cuatro cucharillas de té sobre un paño negro obtienes la sensación de la revelación
Rafael Teicher