Florecer en invierno

[Mario Martínez]

A Julio Gónzalez Alonso, ahora que ya conoce en parte mi Ciudad (también al resto de los amigos de este Foro)


Florecer en invierno



Se ha dormido la tarde entre las ramas
cubiertas de esplendores del almendro,
prendida está su luz de los matices
del rosa de su flor, pétalos vivos
que son como fugaz escaparate
del cambio de estación anticipado.
Desde la altiplanicie de la Plana
contemplo el árbol solo y florecido
en una depresión de sus laderas,
a cubierto del aire dominante
y mirando hacia el sol de mediodía.

Un poco más allá, en suelo llano,
vistiendo desnudeces invernales,
varios almendros más muestran sus yemas
todavía en reposo. Cruza el aire
un grupo de cigüeñas que regresan
al privilegio sacro de su nido
volando sin temor, como quien sabe
que no acecha el peligro en parte alguna.
Las sigue mi mirada en su descenso
sobre la Colegiata y su techumbre
en un aterrizaje reposado,
y observo la armonía destrozada
del chapitel erguido en solitario
velando los rincones de la Plaza,
con la certeza alegre de que pronto
le hará su alma gemela compañía.

Hace calor, la tarde de Febrero
tiene la placidez inesperada
del tiempo veraniego, copia amable
de un invierno de fríos desprovisto.
Zumbando entre los tiernos ramilletes
las primeras abejas van libando
el néctar virginal de sus estambres
en la ciega premura del deseo.
Una ligera brisa vierte olores
de dulzura de miel sobre tomillos
en clara incitación a que florezcan
y olviden del invierno su letargo.
La espléndida visión de su ramaje
encuentra en los aromas complemento
de mágica ilusión, y hace vibrante
el disfrute total de los sentidos.

Ha descendido el sol, Yerga lo espera
con su soplo mortal de atardeceres
para llevarlo ciego hasta el ocaso;
a la vez que la brisa, cual mortaja
de gélido dolor, torna en relente,
quizá por recordarnos sin mentiras
las fechas que señala el calendario.
El cielo despejado. En la distancia
la cresta traicionera del Moncayo
aún viste su gorro de blancuras.

Contemplo con tristeza el solitario
almendro de belleza inmaculada,
sabiendo con certeza que la noche
no lo perdonará, y que la mano
mortífera y precisa de la helada
hará del florecer temprano y dulce,
un efímero canto sin futuro,
banal exposición de vanidades
del que ignorando miedos del invierno
adelantó su propia primavera.




La Plana: Meseta a cuya ladera se asienta mi ciudad, Alfaro.
La Plaza : Centro neurálgico de la Ciudad
La Colegiata : Iglesia de San Miguel, la mayor colonia de cigüeña blanca europea en un sólo edificio.
Yerga : Cumbre montañosa perteneciente en parte a mi Ciudad.



Mario.

[Pilar Morte]

Me gustan mucho los poemas que hablan de la naturaleza y el tuyo lo he disfrutado, máxime cuando refleja las cumbres del Moncayo, que contemplo desde mi ciudad natal. Te felicito y aplaudo
Un abrazo
Pilar

[Mario Martínez]

Gracias, Pilar.


máxime cuando refleja las cumbres del Moncayo, que contemplo desde mi ciudad natal.

¿Qué Ciudad, si no es indiscrección?

Un abrazo, amiga mía.
Mario.

[Blanca Sandino]

Un poco más allá, en suelo llano,
vistiendo desnudeces invernales,
varios almendros más muestran sus yemas
todavía en reposo. Cruza el aire
un grupo de cigüeñas que regresan
al privilegio sacro de su nido
volando sin temor, como quien sabe
que no acecha el peligro en parte alguna.

Precioso, Mario. Con ese ritmo magnífico que siempre logras imprimir a tus poemas, y que se mantiene de principio a fin.

Blanca

[Pilar Morte]

Gracias, Pilar.


máxime cuando refleja las cumbres del Moncayo, que contemplo desde mi ciudad natal.

¿Qué Ciudad, si no es indiscrección?

Un abrazo, amiga mía.
Mario.

Mi ciudad es Tarazona, allí tengo una casita donde acudo de vez en cuando, porque resido en Zaragoza. No puedo prescindir de ella porque allí viven mis hermanos;además me enamoran sus calles. Como ves somos algo vecinos.
Un abrazo
Pilar

[Julio Gonzalez Alonso]

Gracias, Mario, por tenerme presente en tu poema y tu pueblo que, tal y como describes, es patria de cigüeñas, abrazo de ancho río y lomas alzadas con dulzura al horizonte ancho y claro. La observación atenta, entrañable y cariñosa, se resume en estos versos que nos dejas transidos de paisaje y alentados de vida. Hoy, a 70 años de la muerte del inmortal Antonio Machado, republicano español asentado en tierras sorianas y con raíces tan hondamente andaluzas, y muerto en el exilio, tu poema me parece un homenaje a los hombres y mujeres que amaron y aman sus tierras, sus patrias de nacimiento y acogida, a sus gentes. Te veo así, con el aire machadiano en tus versos que hoy son feliz coincidencia y homenaje. Y vuelvo a agradecer tan generosa dedicatoria con un abrazo, Mario.
Salud.

[Mario Martínez]

Gracias, Blanca, me alegra que te gustase. A través de ese almendro florecido quise hacer un homenaje a mi pueblo. Abrazos.
Mario.

[Mario Martínez]

Gracias, Pilar, por tu segunda respuesta y hacerme saber de donde procedes. Un abrazo.
Mario.

[Mario Martínez]

Gracias, Julio, a ti, por ser como eres. Un fuerte abrazo.
Mario.

[Blanca Sandino]

No tengo la suerte de conocer tu pueblo. Pero sé cómo florecen los almendros, y los cerezos, y los manzanos y los perales : ) Mi padre se empeñó en que en su casita de la sierra de Madrid hubiera manzanos y perales (ya había dos cerezos, sólo queda uno) y en el chalet de en frente, varios almendros. Florecen más tarde, hace tanto frío, pero cuando lo hacen, es un espetáculo inolvidable.

Un homenaje precioso, Mario.

Blanca

Gracias, Blanca, me alegra que te gustase. A través de ese almendro florecido quise hacer un homenaje a mi pueblo. Abrazos.
Mario.

[Mario Martínez]

Gracias Blanca

Pero sé cómo florecen los almendros, y los cerezos, y los manzanos y los perales

Entonces comprenderás mejor este mi canto. Un fuerte abrazo desde la Ciudad de las cigüeñas.
Mario.