Escupir la ira entre espuma
sobre la orina del asfalto.
Resbalar con sus pasajes
una y otra vez.
Constreñir mientras duermes los dientes.
Hendir sus raíces
en la vulva de los pómulos.
Horadar dos sueños más abajo
el cráneo del gaznate también.
Yace aplastada la suela del alma
contra una lata de cerveza.
En ella ahogada la desidia
del presente y del ayer.
Perro rabioso
que escudriña con el olfato el rastro del olvido.
Garrapatas derramadas
sobre el rugoso y sucio papel.
Y observo en la perrera
a lánguidos camareros,
cómo apuestan carcajadas al póquer,
en la cresta del farol.
Que inoportuna la muerte,
más su lengua deshidratada,
lamiendo los atributos de una botella,
húmeda intención.
Arbitrarias las horas
urgen, mas desangran la agonía.
Afilado espolón.
Perro que descarna
el hueso nocivo de la espera
y aguarda su turno...