nos muestran el pasado
de un universo propio de visiones.
Los púlsares de fuego
son los vórtices
de umbrales consagrados
al misterio del mundo primigenio.
Todo parece luz.
En la herida
de cuásares abiertos
a un destino encriptado en jeroglíficos,
ya no existe la sombra,
solo el cuantum
amarrado al futuro
que presagia el valor de la conciencia
y un relámpago azul.
La galaxia,
en viaje sideral,
envuelta en el enigma de la muerte,
nos ofrece los códigos
del espacio
sumergido en conjuros
de eones dedicados a liturgias
llenas de evanescencia.
En los cúmulos,
como un caleidoscopio
de belleza simétrica y oscura,
veo imágenes nuevas,
espejismos,
de asteroides que rotan
sobre su propio eje altivo y cálido,
más allá de sus límites.
Nebulosas
inmersas en el polvo,
amantes de los libros estelares,
conforman bibliotecas
con palabras
que llevan los satélites
dentro de los embriones de sinergias
hacia reinos armónicos.
Los dibujos
de las constelaciones
nos hablan de una historia primigenia
grabada con el fuego
prometeico
para buscar la antorcha,
esa que nos ayuda como humanos
a encontrar el camino.
Luna blanca
que ilumina los bosques
adheridos a imágenes de eclipses
en la penumbra antigua
de la historia.
Atraviesa relojes
que dormitan en naves de silencio,
custodiadas por ángeles.
Nuestra Tierra,
con sus agendas cósmicas,
viaja hacia el infinito desde el círculo.
Irradia sus frecuencias:
la resonancia Schumann,
los secretos.
Materia, antimateria, todo junto
hacia la eternidad...
Ana Muela Sopeña
-----
Estructura métrica poética creada por José Manuel Saiz.
Cada estrofa tiene la siguiente estructura métrica:
4 = Tetrasílabo
7 = Heptasílabo
11 = Endecasílabo
7 = Heptasílabo
7 = Heptasílabo
4 = Tetrasílabo
11 = Endecasílabo
7 = Heptasílabo