Versos insólitos
Publicado: Vie, 08 Mar 2024 10:53
Es la araña que teje telas sobre tu sombra,
la que se me aparece en campo abierto,
es mi conversación con el destierro
la que hoy se me escapa de las manos.
Y fabrico matices sin margen de poesía,
cuando contemplo el aire que respiras,
y por esos estrechos derroteros
me arrancas el aliento, y el reposo
es mi mejor regalo.
Antes de desatar mis laberintos,
ya te necesitaba,
aunque me resultaran necesarios.
Mucho antes de sufrirte ya te amaba,
pero no te debía ninguna explicación.
Yo vengo de tus ojos, te decía.
Y lo demás quedó bajo otra perspectiva.
Me trepaba el instinto, no supe controlarlo.
Husmeaba en mis versos.
Fui esclavo de mis sueños.
Y tuve pesadillas basadas en mi propia realidad.
Dime tú, oh mujer de biombos infinitos,
dónde guardas…
Lo que siento.
Dime dónde he perdido este sol de poniente,
la noche de tu cuerpo…
La luz negro azabache que urdía ojos de felpa.
Dime, fuego incesante, por qué no te descubres,
para que el pensamiento más profundo,
se lo lleven tus olas…
Dime, alma, tu voz…
Para que se consuma en el silencio.
Dí de qué formo parte.
Susúrrame…
Acércate…
Algo…
O nada…
Me sirve.
Siempre encuentro la forma de que existan tus gestos, tus palabras, tu aroma, tus caricias…
Dibujo con los ojos el vacío,
en mi mente he vivido lo contrario a cualquier aprendizaje…
Se derraman -mis ojos- como lágrimas, piel
mascada y mordida…
En la lluvia más ácida,
-por tus dedos de mimbre-
se pierden las estrellas.
Mi mirada hacia el limbo,
se transforma en poemas,
en ingenio, en los versos más insólitos,
hundidos en visiones.
la que se me aparece en campo abierto,
es mi conversación con el destierro
la que hoy se me escapa de las manos.
Y fabrico matices sin margen de poesía,
cuando contemplo el aire que respiras,
y por esos estrechos derroteros
me arrancas el aliento, y el reposo
es mi mejor regalo.
Antes de desatar mis laberintos,
ya te necesitaba,
aunque me resultaran necesarios.
Mucho antes de sufrirte ya te amaba,
pero no te debía ninguna explicación.
Yo vengo de tus ojos, te decía.
Y lo demás quedó bajo otra perspectiva.
Me trepaba el instinto, no supe controlarlo.
Husmeaba en mis versos.
Fui esclavo de mis sueños.
Y tuve pesadillas basadas en mi propia realidad.
Dime tú, oh mujer de biombos infinitos,
dónde guardas…
Lo que siento.
Dime dónde he perdido este sol de poniente,
la noche de tu cuerpo…
La luz negro azabache que urdía ojos de felpa.
Dime, fuego incesante, por qué no te descubres,
para que el pensamiento más profundo,
se lo lleven tus olas…
Dime, alma, tu voz…
Para que se consuma en el silencio.
Dí de qué formo parte.
Susúrrame…
Acércate…
Algo…
O nada…
Me sirve.
Siempre encuentro la forma de que existan tus gestos, tus palabras, tu aroma, tus caricias…
Dibujo con los ojos el vacío,
en mi mente he vivido lo contrario a cualquier aprendizaje…
Se derraman -mis ojos- como lágrimas, piel
mascada y mordida…
En la lluvia más ácida,
-por tus dedos de mimbre-
se pierden las estrellas.
Mi mirada hacia el limbo,
se transforma en poemas,
en ingenio, en los versos más insólitos,
hundidos en visiones.