Editorial Alaire

El cuento que nace con la mesilla del pobre es el barrunto del azar y el baúl de las especulaciones es el telescopio del escéptico.
No eres tú, me dijo, no eres tú cuando sostienes una mirada al infinito.
El espíritu se une con formas transparentes, mucho después del polvo.
Soy una arista de ti, de lo que creo firmemente que eres, jamás tu piedra angular.
Y suspiro buscando muerte a mis preguntas.
Y muero sin suspirar.
Es en ese preciso instante cuando consigo cambiar algo.
Solo ahí.
Pero veo una luz que simula el final.
¿La veo?
La sigo.
No con mi cuerpo.
¿La sigo?
No he permanecido.
No era lo que pensaba que era.
Tampoco estaba fuera de control.
Creo que esto ya lo he vivido.
¿O será que ya lo he escuchado?
Pierdo el sentido, pero...
¿Cuál de ellos?
Dialogo conmigo. Experimento sensaciones cruzadas.
Ya no soy palabra tras palabra.
Hay huellas mías en el aire.
Y no llueve, escampa.

Muchísimas gracias, Ricardo, por este microrrelato dedicado.

A veces no sabemos si escribimos para vivir o vivimos para escribir. Yo, personalmente, vivo en ese bucle.

Palabras, poemas, cuentos son nuestras guaridas, nuestros refugios. Porque lo otro ¿qué es? Cenizas, humo...

Agradezco un montón que hayas pensado en mí dedicándome tu microrrelato.

Felicidades
Tu manera de escribir es muy original y cada día creces.

Un abrazo grande
Ana

De nada, amiga Ana.
Me alegra mucho saber que te ha gustado, así como el comentario que me has enviado.
Te mando abrazos y mucha felicidad.

Me ha gustado mucho, Ricardo, esta dedicatoria a nuestra entrañable amiga Ana.
Abrazo a ambos, amantes de las letras y amigos.
Vamos a por más creaciones de este tipo.