Editorial Alaire

En ocasiones,
adolorido,
esculpo mi sonrisa
para que se quede así,
inmóvil,
quieta, tiesa, fija.
Y, de esta manera,
sin molestar a nadie,
sin que nadie pregunte,
marcho a lamerme
a solas las heridas.
Para lo que me meto
entre cuatro paredes,
una cueva,
una madriguera,
mi guarida.
Y lamo y lamo mis heridas
hechas de secretos
sin excusas, sin mentiras
hechas por tormentos
por las que fueron malditas.
Hechas con pasados,
tan presentes, hoy en día.
Hechas de verdades
de las que, a veces,
mejor no saber.
Hechas de ciertos hechos
que tras muerto
contaré.
Ellas sangran recuerdos
de esos que se hablan
con un profundo silencio,
de esos que se callan
por no compartir lamentos.
Yo las lamo, y las animo,
les digo
que todavía la muerte
no ha venido
para que le rinda cuentas
por tantos hechos cometidos,
y por los que no cometí,
muy a pesar mío.
Pero ellas siguen sangrando,
aunque, ahora,
parecen que sangren
como por un adiós,
sus llanas verdades
y mi falta de pretextos.
Aunque, ahora,
realmente sangren
por un
que te vaya bien,
volveremos a vernos.

El dolor mas profundo es ese que describes muy bien, Seben. Es un poema de gran belleza y autenticidad. Me alegra volver a leerte, amigo y ver que estas bien abastecido para escribir y comunicar la complejidad de existir. Abrazos, ERA

Hay heridas que manan permanentemente,
el espíritu las lame, aunque sea a cuenta gotas,
es el costo de tener plena conciencia de que has vivido.
Aún así, brindo por la sonrisa esculpida, para que cobre también vida.
Me estremeció tu poema, un abrazo.

Conmovedor en su mirar hacia adentro. Las heridas a mí me traen a la mente las sombras que siempre nos acompañan. Me parece bello el poema en su catarsis reparadora.
Gracias por compartir.

Un abrazo.