Supongo que estoy alcanzando la madurez como artista, pero nunca se sabe si puedes retroceder acosado en esencia por los fantasmas asustados que te acompañan y no han dejado de llorar la violenta muerte de James Dean. Estoy en una isla como.el desgraciado actor cuando busca a su madre, sé que nunca podré sacar nada de todo esto y empieza a no importarme, sé que escribo poemas en los que intento reflejar sentimientos verdaderos, sensaciones perdurables que golpean las entrañas, y que podrán ser tomados por los otros sino como boutades que inflan el dolor en su búsqueda de aceptación. Nos une más el sufrimiento que el goce, la vulnerabilidad que la fortaleza.
No sé lo que me empuja, si me agrada o no que me digan que soy poeta; cualquiera dice que lo es cuando pienso en las tertulias de la cafetería de Los Remedios. Tengo que pensar que, quizás, nunca tenga alguna paz para poder dar forma a mis sentimientos, no es fácil sintetizar situaciones complejas. Pero me gustaría que mi redención llegara a través de ti y no a través de la poesía.
Pero es posible que nunca vuelvas a ponerte aquel vestido rojo que me turbaba, que no quieras volver con convicción a la mujer que fuiste y que yo sienta durante siglos la soledad de ser diferente por el hecho de tenerte aunque no seas mía. Ya no quiero hacerte daño, miro mi realidad, desde la subjetividad inevitable, para escribir como el zombi enamorado de nuestra adolescencia que abrazaba y no podía expresarse. Tengo la tortura de que se me abren muchos caminos en el mismo momento y sé qué, para cada uno, debo elegir uno solo que me lleve a algún lugar aunque solo sea por intuición o por azar. Quizás insista en esto porque es mi destino, que quepa la posibilidad de que yo no lo haya elegido, nunca habría pensado que escribir fuera tan duro, pienso en los puertos, en lo que queda de etapa, en el sol que descarga toda su ira sobre el asfalto, en la crueldad impasible de las cunetas; me gustaría entregarte el ramo de flores que certificara mi derrota en estos días difíciles y sin huella. Quizás se llegue a la paz a través de las derrotas.
Desearía que mi padre me explicara con detalles la muerte de su pequeño primo ¿Murió acaso en la misma habitación en que yo nací cuando el paludismo ascendía a las orillas de la España tropical?, que me indicara el acta de defunción que le entregó y la sensación de que, desde entonces, las bulerías de los patios de vecinos son más tristes, que me dijera como era el negro que acompañaría para siempre a su tía María; el Tobogán era entonces una calle llena de cruces oscuras donde brotaban con avaricia las ansias de vivir
. Cuando me lo contó se me vino a la mente un compañero de clase del padre de Maccanti cuando era niño cuyo sudario fue cubierto con helechos, también pensé en la gitanilla de ojos verdes que murió unos días después de que la atropellara un coche, los payos no podíamos comprender que sus gitanos la lloraran persiguiendo un flamenco festero y desesperado.
No, que cobraran una buena suma del seguro no los liberó del dolor, como decían algunos malpensados. Supongo que todo esto se me refleja en los ojos con un velo tupido que no me puedo quitar porque sé que no marchan bien las cosas, pero no porque porque sienta la rémora usual de mi culpa; solo he sido malo contigo, teniendo en cuenta lo que se me ha dado no he sido un mal hijo, las pocas veces que he ido a la casa de la Almadraba ha sido un cilicio, es verdad que más duro cuando lo presentía, que una vez allí se me hacía más llevadero aunque irme era una liberación.
Sé que nadie me puede ayudar más que tú como hombre y como poeta, sé que no puedo exigirte que lo hagas. Estoy escribiéndote, intentando a través de ello crear un vínculo, no tengo una idea constante sobre nada, solo te digo lo que voy sintiendo, como veo las cosas ahora mismo. Tú tienes una visión sólida de tu interior, tu sabes quién eres y lo que no buscas, puede que yo no sea uno, pero te aseguro que todos aquellos que viven en mí quieren estar solo contigo.
Huérfano de madre y con un padre ausente desde los nueve años, empezó a esa edad su vida laboral como niño barco, para él nunca existieron cosas tan importantes como la política o el fútbol*. La mar era su vida y a ella hubiera querido consagrar su muerte, solo las mujeres le atraían más que ella. Abandonó, con eso de que trabajaba por la noche, la educación de sus hijos a mi madre y su familia, su sentimiento de culpa bien consolidado lo calmaba cubriendo ampliamente nuestras necesidades materiales, aunque no logró que tuviéramos el pescado como un manjar exquisito, y los caprichos de mi madre, a la que llenó de joyas que siempre estaban guardadas, yo desconocí su existencia hasta el día que ella murió. Sentí una tristeza vaga, una fría incomprensión. En el hospital soñaba que tenía seis barcos y que estaban calando, a pleno día, enfrente de la playa de la Ribera. Murió dos días antes de que cerrara los ojos cuando me dijo que ya no quería hablar del mar.
* Pasolini decía que el mejor poeta italiano del año era el máximo goleador del Calcio.
(Conversaciones con Laura - 13 de abril de 2019)