Apuntes sobre esticomitia y encabalgamientos
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- Registrado: Dom, 16 Dic 2007 13:15
Apuntes sobre esticomitia y encabalgamientos
Se entiende como esticomitia la coincidencia del grupo melódico (verso) con una frase sintáctica completa. En los poemas construidos con esticomitias en todos los versos se consigue una gran serenidad, más majestuosa y grave cuántos menos acentos intensivos tenga y cuántas menos pausas mediales – los acentos intensivos marcan, de las tres cualidades de un verso: intensidad, tono y timbre, la intensidad fónica de este-. Si queremos un poema grave, majestuoso y sereno para que trasmitan placidez, silencio y goce -por ejemplo- tendremos que huir en la medida de lo posible de los acentos intensivos.
En caso contrario tendríamos un poema fuerte, vigoroso y duro.
Véase la fuerza de estos cuartetos, marcada por los acentos y a pesar de la esticomitia parcial que presentan:
Ya llegan por oscuros laberintos,
ya llegan. ¡Escuchad, oíd!, se acercan,
chapotean sus cascos en mi sangre,
suenan trompetas cornamusas, pífanos,
centellas y el quebranto en mi osamenta.
¡Oíd!, ¡oíd!, ¡oíd!, que se avecinan
guerras, batallas, pólvora en mis tuétanos,
el temblor de mandíbulas, relinchos.
No obstante de lo que antecede, el poeta puede usar un procedimiento de gran fuerza impresiva, aún en un verso pobre en acentos: tal es el caso del encabalgamiento, que es la separación de los componentes de un sirrema (palabras que sintácticamente no se deben separar) en dos versos distintos, sobre todo si el sirrema es el formado por un nombre y un adjetivo. El poeta novel piensa que el encabalgamiento se origina cuando en un “verso”, la unidad sintáctica, no “cabe” en las once sílabas, por lo que se continúa en el verso siguiente. Esto es cierto, pero ha de saber que el buen poeta separa adrede los componentes del sirrema para captar la atención del lector, que se siente sorprendido por el encabalgamiento, corta el flujo de su lectura y atiende inconscientemente a las dos palabras separadas, la última del verso encabalgante y la primera del encabalgado, máxime si a continuación de ésta no median más de cinco unidades cuantitativas (sílabas) hasta llegar a la pausa, determinada generalmente por una coma o punto (encabalgamiento abrupto).
Así, en este cuarteto nos encontramos con un encabalgamiento entre los versos uno y dos, con el que se destaca la grandiosidad del roble, al separar el adjetivo “poderoso”, del sustantivo “aspecto”.
Anclado en el jardín, con poderoso
aspecto ennoblecido por su suerte,
un viejo roble de ramaje fuerte
erguía su obra al sol, regio, glorioso.