Que se deja aprisionar por la tierra.
Pico cantante el pájaro,
Nosotros las piñas: dos sexos sin sexo.
Amarte así me pone un poco triste.
He caminado lentamente
entre los árboles del sueño
recordando los labios
una vez que me amaste.
Los pinos son grandes
—gotean a veces—,
pero yo me pierdo en la niebla,
y en la niebla tu boca,
casi siempre en la niebla.
Un pino gigantesco destaca en la planicie.
La copa de un gran pino en la planicie. Las diminutas hojas de pino, secas, bajo la copa. La áspera corteza del tronco de pino, agradable contacto, la resina.
Las piñas son unisexuales.
Dos sexos sin sexo,
—piñas femeninas—
No sé si este pino es carrasqueño, piñero, negral, rodeno, albar o moro. La sombra del pino es irregular.
Bajo esta sombra estamos
—tú y yo, amor—
adivinando un pájaro.
Pico cantante el pájaro,
nosotros,
el pino,
amenazados por la tierra.
El pájaro se deja aprisionar
por la tierra.
Mas nosotros luchamos sin violencia.
Seremos absorbidos por ella.
Definitivamente.
Tal vez pino,
quizás moro.
Amarte así, de lejos,
me pone un poco triste,
como la joven que
—por primera vez—
encuentra entre sus manos
las manos que esperaba.
Esa niebla que tú también sentiste sigue libre y gimiendo entre sauces, uvas y piñas.