Tachones en el libro de la vida
Publicado: Dom, 13 Feb 2022 2:06
Debe ser que la noche me aturde,
o tal vez sea ese día oscuro, lúgubre,
que no tiene intención alguna de brillar.
Más allá de ello,
he amanecido con la mente cegada,
ni tan siquiera esa ducha matutina,
llena de vapor, alimenta mi apatía,
mi irreverente desgana.
Me ha dejado en una situación confusa,
sin ánimo y en precariedad de energías.
No controlo el hervor
de una leche dispuesta a aclarar un café
tantas veces colado y exprimido.
Esa torpeza realza aún más mi abandono,
el pequeño gran desastre de una cocina
alicatada de lamparones, sucia,
desordenada como la tierra en un día de lluvia.
Pero el tiempo alocado se agota,
y es ahora, cuando observo,
que a la camisa le falta un par de botones,
que el jersey está arrugado y lleno de bolas,
que la raya del pantalón no está en línea,
que los zapatos aún poseen barro
y que a este par de calcetines
les vendría bien algún que otro zurcido.
Pero esto no es más que otra
triste serenata de torpezas y desastres,
otro tachón en el libro de mi vida.
Me pregunto si es importante,
si realmente importa
que el día amanezca gris y disgustado,
si efectivamente es un problema
que el sol se tome el día libre,
y que sea cierto que la noche me aturda.
Acaso nada tenga culpa alguna,
tan solo este cuerpo,
en continua lucha con la mente,
invadido por el desasosiego
y de su mismo desastre,
sea el que firme este simple y deprimido
certificado de incompetencia.
Posiblemente, mañana lucirá de nuevo el sol,
más yo seguiré en un mundo gris oscuro,
alimentando de tachones el libro de mi vida.
o tal vez sea ese día oscuro, lúgubre,
que no tiene intención alguna de brillar.
Más allá de ello,
he amanecido con la mente cegada,
ni tan siquiera esa ducha matutina,
llena de vapor, alimenta mi apatía,
mi irreverente desgana.
Me ha dejado en una situación confusa,
sin ánimo y en precariedad de energías.
No controlo el hervor
de una leche dispuesta a aclarar un café
tantas veces colado y exprimido.
Esa torpeza realza aún más mi abandono,
el pequeño gran desastre de una cocina
alicatada de lamparones, sucia,
desordenada como la tierra en un día de lluvia.
Pero el tiempo alocado se agota,
y es ahora, cuando observo,
que a la camisa le falta un par de botones,
que el jersey está arrugado y lleno de bolas,
que la raya del pantalón no está en línea,
que los zapatos aún poseen barro
y que a este par de calcetines
les vendría bien algún que otro zurcido.
Pero esto no es más que otra
triste serenata de torpezas y desastres,
otro tachón en el libro de mi vida.
Me pregunto si es importante,
si realmente importa
que el día amanezca gris y disgustado,
si efectivamente es un problema
que el sol se tome el día libre,
y que sea cierto que la noche me aturda.
Acaso nada tenga culpa alguna,
tan solo este cuerpo,
en continua lucha con la mente,
invadido por el desasosiego
y de su mismo desastre,
sea el que firme este simple y deprimido
certificado de incompetencia.
Posiblemente, mañana lucirá de nuevo el sol,
más yo seguiré en un mundo gris oscuro,
alimentando de tachones el libro de mi vida.