Editorial Alaire

Decir cualquier cosa, dejar
que la noche persista en nosotros
y nos parezca hermoso estar aquí,
en esta esquina de cualquier bar
en la penumbra,
retrasando un adiós.

O no decir nada, no pretender nada,
simplemente estar, ser.

Decir cualquier cosa, en ocasiones,
es un grito de certeza,
un intento vano de reafirmarnos,
de constatar que estuvimos
aunque sepamos que nada perdura.

No buscar estrellas en un ritual
de ciénagas y pasiones perdidas,
perder el tiempo, si acaso,
izando una bandera blanca
mientras la noche viaja adentro de la música.

Extraño estar aquí, estar aquí y escuchar
cuatro acordes tan sólo, una y otra vez,
cuatro acordes en una esquina
de un bar cualquiera, extraviados,
cuando todo parecía tan fácil.

Quisiera cerrar la noche y guardarla en un arca,
decir alguna cosa, cualquier cosa,
mientras nos alejamos,
poliedro infinito,
como si con el tiempo,
ese instante, aquel vals,
pudiesen regresar.

enrique sanmol escribió:Decir cualquier cosa, dejar
que la noche persista en nosotros
y nos parezca hermoso estar aquí,
en esta esquina de cualquier bar
en la penumbra,
retrasando un adiós.

O no decir nada, no pretender nada,
simplemente estar, ser.

Decir cualquier cosa, en ocasiones,
es un grito de certeza,
un intento vano de reafirmarnos,
de constatar que estuvimos
aunque sepamos que nada perdura.


No buscar estrellas en un ritual
de ciénagas y pasiones perdidas,
perder el tiempo, si acaso,
izando una bandera blanca
mientras la noche viaja adentro de la música.

Extraño estar aquí, estar aquí y escuchar
tres acordes tan sólo, una y otra vez,
tres acordes en una esquina
de un bar cualquiera, extraviados,
cuando todo parecía tan fácil.

Quisiera cerrar la noche y guardarla en un arca,
decir alguna cosa, cualquier cosa,
mientras nos alejamos,
poliedro infinito,
como si con el tiempo,
ese instante, aquel vals,
pudiese regresar.

Enrique


Me da gusto conocer tu poesía

Estaré pendiente de la misma


Un abrazo fuerte, amigo

enrique sanmol escribió:Decir cualquier cosa, dejar
que la noche persista en nosotros
y nos parezca hermoso estar aquí,
en esta esquina de cualquier bar
en la penumbra,
retrasando un adiós.

O no decir nada, no pretender nada,
simplemente estar, ser.

Decir cualquier cosa, en ocasiones,
es un grito de certeza,
un intento vano de reafirmarnos,
de constatar que estuvimos
aunque sepamos que nada perdura.

No buscar estrellas en un ritual
de ciénagas y pasiones perdidas,
perder el tiempo, si acaso,
izando una bandera blanca
mientras la noche viaja adentro de la música.

Extraño estar aquí, estar aquí y escuchar
tres acordes tan sólo, una y otra vez,
tres acordes en una esquina
de un bar cualquiera, extraviados,
cuando todo parecía tan fácil.

Quisiera cerrar la noche y guardarla en un arca,
decir alguna cosa, cualquier cosa,
mientras nos alejamos,
poliedro infinito,
como si con el tiempo,
ese instante, aquel vals,
pudiese regresar.

Valencia mi bandera.
Muy bonitos tus versos compañero.
Feliz de leerte.
Abrazos.

Hermoso e interesante trabajo, amigo Enrique.
Abrazos.

Muchas gracias Ricardo, Silvia (paisana) y Rafel por pasaros por aquí y dejar vuestros amables comentarios en esta historia de noche y despedida.

Un cordial saludo.

Enrique,

me gusta mucho el poema, amigo. Me gusta la manera íntima y reflexiva como te enfrentas a la ciudad, o a la nostalgia de la ciudad. El magnífico encabalgamiento que abre el poema atrapa al lector eficazmente, para mí gusto revela oficio y sabiduría:

Decir cualquier cosa, dejar
que la noche persista en nosotros

Nunca me cansaré de admirar la potencia expresiva, sorpresiva, hipnótica, de un buen encabalgamiento como éste, basado en la acción, en el infinitivo, que obliga a seguir leyendo, atrapa la atención y desemboca en un segundo verso aun más potente. Imposible dejar de leer. La primera estrofa completa me parece para enmarcar, un inicio fulgurante. Y se entiende todo, además. Y el resto del poema mantiene la calidad en todo lo alto.

Me ha gustado mucho, Enrique.
Abrazos.

Qué hermoso poema dejaste y cuánto lo disfruté. Me encanta el sentimiento que desprende. Felicidades

Abrazos
Pilar

Hermoso y entrañable poema, Enrique. Me ha encantado el cierre:

"Quisiera cerrar la noche y guardarla en un arca,
decir alguna cosa, cualquier cosa,
mientras nos alejamos,
poliedro infinito,
como si con el tiempo,
ese instante, aquel vals,
pudiese regresar"

Todo un placer de lectura, viejo amigo.

Abrazos y salud.

Un hermoso poema, amigo Enrique, me gustó tu estilo y es por ello que lo aplaudo.
Enhorabuena.

Muchas gracias Pablo por tu comentario y el análisis de lo urbano y del uso del encabalgamiento. También gracias a Pilar, al viejo amigo Ferreiro y a Antonio por el placer de contar con vuestra presencia y con vuestros amables comentarios.

A todos, un fuerte abrazo.

PD: edité para corregir que son cuatro los acordes, no tres como se indicaba anteriormente.

Las noches nos visitan incluso aquí en Valencia. Hacen que disfrutemos del callejero, de los bares y de sus submundos y, cómo no, de la música y el cuerpo aunque no digamos nada.
Despedidas o encuentros… todo cabe en la penumbra de los presentes.
Un saludote, Sanmol, desde la Costera.

Alonso Vicent escribió:Las noches nos visitan incluso aquí en Valencia. Hacen que disfrutemos del callejero, de los bares y de sus submundos y, cómo no, de la música y el cuerpo aunque no digamos nada.
Despedidas o encuentros… todo cabe en la penumbra de los presentes.
Un saludote, Sanmol, desde la Costera.

Casi todo cabe en la noche, y más aun en tiempos difíciles. Gracias, Alonso, paisano, por tu visita.

Un fuerte abrazo.