Quédate en casa

[Marius Gabureanu]

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Una habitación amplia con ventanas ovaladas de las que cuelgan unas cortinas pesadas color violeta (parece que fueran de plomo, porque la brisa nunca las mueve), el ronquido de la nevera, el rostro sin afeitar y con ojeras prominentes de un hombre tumbado en la cama, que teclea impaciente en la pantalla de su móvil, como si buscara la verdad de su vida. De repente una llamada entrante le hace temblar.
-Hola, Cristobal, ¿cómo van las cosas?, no esperaba que me respondieras, ya que las navidades pasadas te mandé una tarjeta de felicitación y no me llegó nada de vuelta. Pero no te preocupes por eso, tienes mi perdón... Estaba sin mucho que hacer y te vi online, te llamé por instinto. ¿Cómo estás, viejo amigo?
-¿Aprendiste a perdonar? Me tienes que decir cómo se hace, porque llevo cuarenta años intentándolo y cada vez que me veo en el espejo tengo deseos de ahorcarme, ja,ja. Miguel, me alegra escucharte, tanto tiempo, verdad, sin saber uno del otro, aunque fuéramos amigos en Facebook, casi que no hubo comunicación. Supongo que así es la vida.
-No es así la vida, Cristobal, así somos nosotros; cucarachas, amigo, cucarachas sin otros planes que los de seguir siendo cucarachas. Una de las herramientas más eficaces del olvido es dejar que el silencio sustituya lo que no se puede decir.
-Ja,ja, cucarachas dices, mira que leí por allí que sobreviven sin cabeza y quería comprobarlo así que encontré una en mi habitación y le arranque la cabeza tío, y ¿qué crees que pasó? Seguía como si no le importara no tenerla. A veces sube a mi cama, es todo un espectáculo.
-Y ¿cuánto tiempo ha pasado desde que le arrancaste la cabeza?
-Algunas semanas, tal vez un mes, o medio año, no recuerdo si lo hice ayer. Yo mismo soy una cucaracha sin cabeza. Los relojes no me sirven.
-Todos tenemos una manera peculiar de crear nuestro tiempo. En tu caso, creo que has aprendido que toda acción es interminable.
-Cuéntame de ti, Miguel.
-Sabes que soy de los que primero escuchan, y luego hablan.
-¿Estás esperando una confesión? Ja,ja. Me cuesta creer que me hayas mandado alguna mensaje las navidades pasadas, pero es posible que (ya sabes de mis épocas de ausencia) estaba en el otro lado metiendo leña al fuego, ja,ja. De todos modos, me disculpo.
-¿Por qué no me vas a creer? ¿Te he mentido alguna vez cuando éramos niños?¿Te acuerdas cuando teníamos que cruzar el río para llegar al colegio y te cogía de la mano porque le tenías mucho miedo al agua turbia y a las piedras resbaladizas?
-Es verdad.
-Dicen que el río ahora está seco, que se secó de un día para otro. La gente del pueblo salió con velas encendidas a medianoche y rezó para que volviera el río. Dicen que, después de tantos años, sobre todo en los domingos nublados, cuando llueve, por momentos el río parece que cogiera vida, en los charcos aparece el reflejo de esas velas encendidas.
-¿Quiénes lo dicen?
-Mi madre me lo contó. No sé si creerla porque ha perdido la vista.
-Oh, lo siento.
-Sigue viendo con los ojos de la mente, de otro modo no me imagino cómo sobrevive sin ningún apoyo.
-¿Tú por qué no vuelves al país para cuidarla?
-Ya se lo he dicho, y no quiere. Está pensando en mis hijos, no quiere que por su culpa pierdan la buena educación que reciben en el Reino Unido.
-¿A quién se parecen tus hijos, a ti o a su madre?
- Creo que nunca lo sabré, por sus personalidades me da por pensar que a ninguno de los dos, pero fisicamente son todo su madre.
- ¡Qué suerte, tío! Como tú eres feito, ja,ja.
- Ja, ja, pues mira que eso me dice mi mujer cuando no traigo dinero a la casa y llevo tres años sin hacerlo...
-¿Tres años sin trabajar? Imposible, es broma.
-No. Solamente trabaja ella, en un supermercado. Tuve un problema de salud grave, y desde entonces mi espalda no me permite hacer mucho esfuerzo. Me he dedicado totalmente a mi hija y a mi hijo. He aprendido a cocinar, a ser paciente y muchas otras cosas que sólo se aprenden al renunciar a tu tiempo para regalárselo a los seres queridos.


.....Continuará

[Hallie Hernández Alfaro]

Ohh, esto promete, querido amigo.

Quédate en casa parece ser un viaje hacia tiempos y espacios donde las verdades campean a sus anchas.

Te sigo con emoción.

Abrazos.

[Marius Gabureanu]

Muchas gracias, querida amiga, por leer y hacer sentida tu valiosa presencia. Todo ese tiempo que estuve sin trabajar, desde que empezó el encierro aquí en Londres, ha dado lugar a algunos cambios en mi vida a los que considero fundamentales. La plataforma de esos cambios son conversaciones que tuve con la poca gente que me conoce y me quiere, siempre por el móvil, desde una posición mas o menos estática. Ha nacido un escenario, tal vez debido al deseo de desprenderse de uno mismo. No sé si conseguiré acabar esa historia, creo que ni hace falta, lo importante es que me hizo bien escribir algo. Muchos abrazos, Hallie.

[Ana García]

Vale, yo me quedo en casa a cambio de que tú sigas esta prosa. Eso de curiosear en el pasado me gusta.
Está muy interesante.
Un beso.

[R. M. Alemán]

Qué grata lectura, amena y desenfadadas letras... Toda una sorpresa, Marius Gabureanu. ¿Puedo decirlo? Qué envidia (no de la que llaman salud). Mis felicitaciones.

se merecen el ....Continuará

Saludos.