Viaje hacia un sueño

[Ana García]

"Señores pasajeros: su viaje ha terminado". La voz del conductor de autobús le despertó. Había sido un viaje largo, ahondando en el paisaje de su memoria y, al final, vencido por el cansancio, se quedó dormido.
Caminaba desorientado desde la estación en dirección a su casa, recordando el extraño sueño que tuvo durante el trayecto: Soñó que era un solitario vendedor de golosinas del parque Central. Tenía un puesto ambulante y un aire de perdedor deslavazado. Sus únicas compañías eran un viejo repartidor de prensa y una botella de orujo, y su mayor desafío, llegar a la noche sin que nadie le recordase que estaba acabado.
Temblaba al pensar en esa pesadilla. La vida había sido espléndida con él. Era uno de los mejores matemáticos del país, casado con la única mujer a la que quiso: la hermosa Clara. Viviendo en una casa de película, cuyo jardín fue rescatado del paraíso.
Al fin la divisó al fondo, extrañado de encontrársela totalmente a oscuras porque su mujer siempre lo esperaba levantada, toda la noche si fuera necesario.
—¡Clara, ya estoy de vuelta! —gritó impaciente, esperando que la armoniosa voz de ella calmase, de golpe, sus temerarias sospechas—. Abre, cariño, soy yo.
Pero solo los latidos de su corazón, cada vez más acelerado, conseguían romper el alarmante silencio de aquella noche de verano. En ese momento, alguien abrió la ventana del dormitorio principal. Sin embargo, no era Clara la que se dejaba ver entre las cortinas.
—¿Está usted loco? —gritó con gesto amenazador el inquilino—. ¿No se da cuenta de que son las tres de la mañana?
—¿Qué hace usted en mi casa? ¿Dónde está Clara?
—¡Aquí no hay nadie con ese nombre, lárguese a molestar a otro sitio, cretino!

Aturdido se dirigió a la comisaría. Una sensación de tristeza le empapó nada más entrar. Dos policías lo miraron con algo que a él le pareció desprecio:
—Buenas noches —saludó esperando otro tipo de recibimiento—, soy Luis Yustos. Alguien ha aprovechado mi ausencia para entrar en mi casa y secuestrar a mi mujer. Vivo en el camino de San Isidro, en la casa de rejas verdes, la de la fuente de...
—Cada día están ustedes más chiflados —le interrumpió el policía más joven— esa casa es propiedad del arquitecto Alberto Medina.
—Pero, ¿No se dan cuenta de que soy una persona importante? Seguro de que alguien me quiere hundir. ¿Quién se ocupa aquí de las operaciones de rescate? Mi mujer está en peligro. ¡Tienen que hacer algo ya!
—Sí. Y yo soy San José y vivía con la virgen hasta que nos embargaron el portal —se burló mientras lo empujaba hacia la puerta.
Tras el portazo, oyó las crueles risas de los agentes. Después de la terrible injusticia, anduvo durante horas con la esperanza de que la luz del día aclarase su desconcierto.
La ciudad se enfrentaba al nuevo día ajena a la nueva tragedia que pisaba sus calles.
—Luego pasaré por el puesto a por lo que te encargué. Siete bolsas de cumpleaños —comentó un viandante.
El grito de Luis fue un alarido desesperado.
—¿Qué haces? ¿Has perdido el juicio? —le increpó un viejo de ojos color aguardiente.
—No, no he perdido el juicio. He perdido mi casa y mi mujer. ¿Podría ser peor?
Apenas había terminado la frase cuando la estampa de aquel hombre le hizo palidecer. Era el compañero de su sueño, el que repartía periódicos en el parque, su veterano consejero.
Su original sueño se había convertido en una pesadilla real. Extraviado en su tierra y forastero en un mundo real lleno de pobreza. Anduvo hasta la estación que le vio fracasar, con la esperanza de que lo transportase a lugar al que pertenecía. Varios autobuses llegaron. Rostros anónimos tal vez sin futuro, pero sí con un pasado. Y mientras imaginaba sus vidas, se durmió.
Entonces soñó de nuevo que era un matemático reconocido y respetado, casado con una bella mujer y viviendo en una casa de rejas verdes.
Y cuando despertó de su sueño, despertó también a la amarga realidad que solo podía cambiar mientras dormía.
Su viaje, ahora sí, había terminado.

[Hallie Hernández Alfaro]

Buenos días, Ana; creo que has logrado poner en evidencia la desesperación de los que sufren rupturas espacio-temporales. Viajes en la amplia gama del concepto; dormidos, solo así tenemos opción a movilizar las dimensiones más o menos de acuerdo a los deseos (Freud y la visión cuántica).
Es un relato interesante, lúcido, asumido en la preclaridad de la mente.

Siempre hay mucha vida en tus escritos, Ana; habría que comprar entrada para asistir a la riqueza de tales mundos.

Un abrazo.

[Ana García]

La ruptura de la mente y el tiempo es uno de mis temas favoritos. Este cuento es nuevo, pero en mi baúl (lleno de arañas) tengo apilados unos cuantos. Hay tanto que decir sobre el tema que estoy segura de que Freud me recetaría algo para las obsesiones, jajaja.
Tienes un palco, Halley, con café, té o lo que gustes. Es muy agradable tu presencia.
Un abrazo.

[F. Enrique]

Me ha parecido realmente interesante y también muy triste, Ana, esta historia tiene mucho que ver con la interpretación de un sueño que no se sabe si alguna fue real. Has logrado atrapar mi atención, has hecho que especule con la suerte de este personaje atrapado a un puesto de golosinas que sigue edificando sueños que se derrumban en cada despertar.

Enhorabuena. Un abrazo.

[Ana García]

Puede haber sido verdad, ¿quién sabe? O parecido.
En menor grado todos tenemos sueños que se cumplirán o no, pero es grato pensar en ellos.
Gracias por tu comentario, F.Enrique.
Un abrazo.

[Hallie Hernández Alfaro]

Ana, te dejo este vídeo que me ha parecido muy interesante. Es corito y compacto en su mensaje.
David es un investigador muy serio de los temas del misterio.

Rupturas espacio/temporales con una posible y novedosa explicación.

Un abrazo.

[Ana García]

Te agradezco el viaje, Halley.
Es un tema muy interesante para mí, tanto es así que he jugado mucho a los MMORPG. Eliges un personajes y lo vas subiendo de nivel hasta el final. Eres el artifice de su vida. He leído, por ahí, que también podemos ser los juguetes de unos dioses (puñeteros y malévolos).
Es cierto que hay muchas teorías sobre esa idea.
Un fuerte abrazo.

[Óscar Distéfano]

Muy interesante y grato de leer. Conozco algunas historias sobre estas extrapolaciones del tiempo; pero, tu historia es original, porque sería como que el ir y volver se vuelve una angustia circular. Por más que vuelva a encontrar a su esposa, luego del próximo sueño podría encontrarse de nuevo con el usurpador de su casa.
Hay una observación gramatical que quiero señalarte:

La voz del conductor de autobús le despertó. Había sido un viaje largo, ahondando en el paisaje de su memoria y, al final, vencido por el cansancio, se quedó dormido.

El hombre ya se había despertado. Supongo que lo que quieres decir es que se había quedado dormido durante el viaje; pero, lastimosamente, no dice eso. Creo que el problema está en el tiempo verbal.

Un abrazo, compañera.
Óscar

[Ana García]

¡Cómo me gustaría leer alguna de esas historias que dices conocer, Óscar! Ahí tienes el caldo para un buen relato.

Respecto al error gramatical que me apuntas, yo no creo que exista. La primera frase, no solo es la base del cuento, tb indica la acción. De esa forma es innecesario concretar más detalles:

La voz del conductor de autobús le despertó.

Se podía comenzar de otra forma: el personaje está sentado en una marquesina o estación de bús y los altavoces que anuncian la llegada del regional (por ejemplo) le despertó. Pero yo elegí el traqueteo del vehículo para llevarle a un bonito sueño. Es algo que a mí me pasa si voy de acompañante en un coche, me relaja y me quedo dormida al instante. Pero creo que mi comienzo lo aclara todo.

El resto del párrafo te habla del porqué se había dormido.

Gracias por tu comentario que me ha hecho pensar.
Un fuerte abrazo.