Melancolía
Publicado: Mié, 29 May 2019 20:45
Arrastra mayo tanta melancolía… que presiento
que una música entristecida hasta el fondo del alma
se adentra a través de pentagramas de lágrimas.
Sus acordes parecen que regresaran de la lluvia
y su balada húmeda ocupa mi sangre, por eso emergen
esos náufragos anónimos que el océano entierra en su sepulcro.
Y yo tratando de hallarte en esta tristeza que tanto arrecia
y desciende hasta lo más bajo de mi humana condición.
Tú bien sabes que el amor a veces como herida fresca duele,
pero ignoras que anidarán en mi nostalgia las golondrinas
que siempre, desde tu ausencia, volarán con su añoranza.
¡Que tarde se me ha hecho el ansia de querer ser guerrillero
para abordar de mil formas el paraíso de tu piel.
Pero aquí estoy, con ese perfume de otoño que mi carne
segrega, y a veces furtivo como un beso adolescente
que tanto codicia en primavera la fiebre de unos labios.
Te recuerdo que morir por ti es ya solo promesa irreversible;
o quizá la última propuesta que cada tarde escribo para que
no le duela al corazón la belleza de haberte improvisado
en la distancia como líquida presencia, cuando sólo eres
un desierto infinito que en su latido se agranda, como un pulso
de sed que nunca encontrará el agua de tu boca. Aunque nunca
lo sepas, yo se que te poblará otro horizonte; que contigo
no compartiré un arco iris de sueños, y seguirás rugiendo en mí,
igual que un aullido inquieto que envejecerá como los días grises
del invierno, cuando al fin te hayas hecho un legado de escarcha,
y yo querré emborracharme en madrugada bebiéndome el rocío,
para intentar hallarte próxima a donde el mar siempre me habita,
por si regresan los albatros desde mi soledad de tierra adentro
y seguir creyendo que, incluso debajo la tristeza, cada día nacerá
un crepúsculo nuevo que jamás me permitirá olvidar tu nombre
que una música entristecida hasta el fondo del alma
se adentra a través de pentagramas de lágrimas.
Sus acordes parecen que regresaran de la lluvia
y su balada húmeda ocupa mi sangre, por eso emergen
esos náufragos anónimos que el océano entierra en su sepulcro.
Y yo tratando de hallarte en esta tristeza que tanto arrecia
y desciende hasta lo más bajo de mi humana condición.
Tú bien sabes que el amor a veces como herida fresca duele,
pero ignoras que anidarán en mi nostalgia las golondrinas
que siempre, desde tu ausencia, volarán con su añoranza.
¡Que tarde se me ha hecho el ansia de querer ser guerrillero
para abordar de mil formas el paraíso de tu piel.
Pero aquí estoy, con ese perfume de otoño que mi carne
segrega, y a veces furtivo como un beso adolescente
que tanto codicia en primavera la fiebre de unos labios.
Te recuerdo que morir por ti es ya solo promesa irreversible;
o quizá la última propuesta que cada tarde escribo para que
no le duela al corazón la belleza de haberte improvisado
en la distancia como líquida presencia, cuando sólo eres
un desierto infinito que en su latido se agranda, como un pulso
de sed que nunca encontrará el agua de tu boca. Aunque nunca
lo sepas, yo se que te poblará otro horizonte; que contigo
no compartiré un arco iris de sueños, y seguirás rugiendo en mí,
igual que un aullido inquieto que envejecerá como los días grises
del invierno, cuando al fin te hayas hecho un legado de escarcha,
y yo querré emborracharme en madrugada bebiéndome el rocío,
para intentar hallarte próxima a donde el mar siempre me habita,
por si regresan los albatros desde mi soledad de tierra adentro
y seguir creyendo que, incluso debajo la tristeza, cada día nacerá
un crepúsculo nuevo que jamás me permitirá olvidar tu nombre