Viejo piano
Moderador: Hallie Hernández Alfaro
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Viejo piano
La noticia de su muerte en la ruta impactó a todo el pueblo: conmueve la muerte de una adolescente. Valeria era hija única, vivía con sus padres en una casita de la sierra. Un tiempo después de la pérdida, los padres decidieron donar su piano al conservatorio. Fuimos con José y otro par de amigos a buscarlo, en una camioneta. Fue complicado bajarlo de la colina en que estaba la casa, pero lo logramos.
Al llegar al conservatorio nos recibió una pequeña comitiva: el director, la profesora de piano, algunos alumnos que se acercaron, entre ellos Vero. Habían convocado también a Gregorio, el afinador, para que verificara el estado del piano. Hombre raro este Gregorio...: ruso de nacimiento, habla mal el español y lleva una desgreñada barba cana. Tiene fama de ser muy bueno en su oficio.
Pusimos el nuevo piano al lado del viejo, en el aula de piano. Gregorio lo probó. Todo fue satisfactorio, no había sufrido en el traslado. Cuando Gregorio terminó su tarea la profesora se sentó al piano y tocó unos compases de la Barcarola de Chopin. Al terminar, exclamó:
—¡Ahora sí! ¡Con este piano podremos enseñar!
Se produjo un doloroso silencio. Gregorio la miró con gesto airado, y sin decir nada se dirigió al viejo piano. Acarició levemente sus teclas, se sentó recto en la banqueta, meditó un momento. Los primeros compases de la Appassionata me sonaron como si nunca los hubiera oído. Fueron pocos: Gregorio se encorvó sobre el piano, en silencio. Vero se le acercó y le puso una mano en el hombro. Gregorio volvió la cabeza y la miró entre lágrimas.
—Gracias, maestro —dijo Vero.
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Re: Viejo piano
Un saludo
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Re: Viejo piano
En cuanto a eso que dices de la falta de sangre, puede que sea característica de mi estilo: soy una persona muy reflexiva.
gracias y abrazo
j.
R. M. Alemán escribió:Es la tercera vez que le miro, y aunque sentimental, ¿cómo diría? Es muy lineal, falto de calor, de sangre... ¿Ironiza sobre el sentimentalismo patriarcal? ¿Encierra algo los nombres de la chicas?
Un saludo
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Re: Viejo piano
Hola, Jorge. Lo sé. Pero me pareció incongruente que para ello tuviera que sacrificar a una joven; lo más valioso y hermoso que tenemos (¿con lo sublime por llegar?). Y menos por lo “viejo”. Y ya dispuesta por los muertos, qué quiere que le diga. Después de todo, valga la redundancia, hijos somos todos; los vivos, claro. Sabe? Gracias que generación tras generación vamos despertando. Si son ellos, los jóvenes, quienes nos enseñan a vivir…, a los que prestamos poca o nada atención, algún día vivirán, no solo cien años, hasta quinientos…. Y no, no es broma. Y tampoco me haga caso, je, que a veces hablo de más. Fue que el texto me recordó a los sacrificios infantiles. Los nombres es que suelo ser algo, ¿rebuscada? Me pareció que llevan impreso algo así como; verdad, veracidad,... cosillas de ese tipo. Y ahora me digo, que quizás solo mató a "vale", a la conformidad (recién pescado, je). No, si lo mio es de, ¿juzgado?Jorge Busch escribió:Hola, Rosa. Sí, es un relato sentimental, cuyo tema central es quizás la vejez: la del piano, la de Gregorio. No pretendí sugerir nada con los nombres, a decir verdad. Hay, sin embargo, un pequeño detalle que me gustaría comentar: la elección de las obras musicales. Hay una clásica distinción, de Kant, entre lo bello y lo sublime. La música de Chopin es típicamente bella, pero esta belleza se sostiene mucho en lo técnico, en el virtuosismo: la afinación del instrumento le es esencial. La música de Beethoven alcanza, con soprendente frecuencia, a lo sublime; y esto hace que su grandeza se transmita a veces a pesar de los defectos técnicos, está más allá de ellos (por supuesto que esto son solo opiniones mías: no soy músico, aunque sí un oyente apasionado).
En cuanto a eso que dices de la falta de sangre, puede que sea característica de mi estilo: soy una persona muy reflexiva.
gracias y abrazo
j.
R. M. Alemán escribió:Es la tercera vez que le miro, y aunque sentimental, ¿cómo diría? Es muy lineal, falto de calor, de sangre... ¿Ironiza sobre el sentimentalismo patriarcal? ¿Encierra algo los nombres de la chicas?
Un saludo
Gracias a usted, Jorge.
Abrazo.
Rosa
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Re: Viejo piano
Jorge Busch escribió:Conocí poco a Valeria: alguna vez vino a casa con Vero, mi hija, buscando una partitura; eran compañeras en el conservatorio del pueblo, aunque Vero estudia flauta y Vale estudiaba piano.
La noticia de su muerte en la ruta impactó a todo el pueblo: conmueve la muerte de una adolescente. Valeria era hija única, vivía con sus padres en una casita de la sierra. Un tiempo después de la pérdida, los padres decidieron donar su piano al conservatorio. Fuimos con José y otro par de amigos a buscarlo, en una camioneta. Fue complicado bajarlo de la colina en que estaba la casa, pero lo logramos.
Al llegar al conservatorio nos recibió una pequeña comitiva: el director, la profesora de piano, algunos alumnos que se acercaron, entre ellos Vero. Habían convocado también a Gregorio, el afinador, para que verificara el estado del piano. Hombre raro este Gregorio...: ruso de nacimiento, habla mal el español y lleva una desgreñada barba cana. Tiene fama de ser muy bueno en su oficio.
Pusimos el nuevo piano al lado del viejo, en el aula de piano. Gregorio lo probó. Todo fue satisfactorio, no había sufrido en el traslado. Cuando Gregorio terminó su tarea la profesora se sentó al piano y tocó unos compases de la Barcarola de Chopin. Al terminar, exclamó:
—¡Ahora sí! ¡Con este piano podremos enseñar!
Se produjo un doloroso silencio. Gregorio la miró con gesto airado, y sin decir nada se dirigió al viejo piano. Acarició levemente sus teclas, se sentó recto en la banqueta, meditó un momento. Los primeros compases de la Appassionata me sonaron como si nunca los hubiera oído. Fueron pocos: Gregorio se encorvó sobre el piano, en silencio. Vero se le acercó y le puso una mano en el hombro. Gregorio volvió la cabeza y la miró entre lágrimas.
—Gracias, maestro —dijo Vero.
Jorge, sinceramente a mi me ha emocionado mucho, muchísimo. Gregorio y la vejez, Gregorio y la maestría sensible. La muerte joven, la muerte inexplicable, la cercanía de esa muerte con la hija del yo narrador. La elección de las piezas musicales es magnífica, coherente, bien planteada.
A mi no me parece que le falta calor ni fuerza; es un relato muy pulcro y nítido. El final es una marea de emociones que sacude. Se borra la extranjería del afinador cuando toca el piano que tocaba Valeria... hermoso este efecto colateral.
Hola Rosa, decirte que Valeria y Verónica son nombres muy argentinos. Ambos comienzan con la V de verdad, un detalle causal profundo sí, pero creo que para nada premeditado por el autor.
No pienso que se trata de sacrificar a una adolescente, se trata de un recurso, tal vez real, que forma parte de la historia. Podría ser un recurso meramente literario también.
Abrazo y felicidad.
porque yo que nunca pisé otro camino que el de tu luz
no tengo más sendero que el que traza tu ojo dorado
sobre el confín oscuro de este mar sin orillas."
El faro, Ramón Carballal
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Re: Viejo piano
Hallie Hernández Alfaro escribió:Jorge Busch escribió:Conocí poco a Valeria: alguna vez vino a casa con Vero, mi hija, buscando una partitura; eran compañeras en el conservatorio del pueblo, aunque Vero estudia flauta y Vale estudiaba piano.
La noticia de su muerte en la ruta impactó a todo el pueblo: conmueve la muerte de una adolescente. Valeria era hija única, vivía con sus padres en una casita de la sierra. Un tiempo después de la pérdida, los padres decidieron donar su piano al conservatorio. Fuimos con José y otro par de amigos a buscarlo, en una camioneta. Fue complicado bajarlo de la colina en que estaba la casa, pero lo logramos.
Al llegar al conservatorio nos recibió una pequeña comitiva: el director, la profesora de piano, algunos alumnos que se acercaron, entre ellos Vero. Habían convocado también a Gregorio, el afinador, para que verificara el estado del piano. Hombre raro este Gregorio...: ruso de nacimiento, habla mal el español y lleva una desgreñada barba cana. Tiene fama de ser muy bueno en su oficio.
Pusimos el nuevo piano al lado del viejo, en el aula de piano. Gregorio lo probó. Todo fue satisfactorio, no había sufrido en el traslado. Cuando Gregorio terminó su tarea la profesora se sentó al piano y tocó unos compases de la Barcarola de Chopin. Al terminar, exclamó:
—¡Ahora sí! ¡Con este piano podremos enseñar!
Se produjo un doloroso silencio. Gregorio la miró con gesto airado, y sin decir nada se dirigió al viejo piano. Acarició levemente sus teclas, se sentó recto en la banqueta, meditó un momento. Los primeros compases de la Appassionata me sonaron como si nunca los hubiera oído. Fueron pocos: Gregorio se encorvó sobre el piano, en silencio. Vero se le acercó y le puso una mano en el hombro. Gregorio volvió la cabeza y la miró entre lágrimas.
—Gracias, maestro —dijo Vero.
Jorge, sinceramente a mi me ha emocionado mucho, muchísimo. Gregorio y la vejez, Gregorio y la maestría sensible. La muerte joven, la muerte inexplicable, la cercanía de esa muerte con la hija del yo narrador. La elección de las piezas musicales es magnífica, coherente, bien planteada.
A mi no me parece que le falta calor ni fuerza; es un relato muy pulcro y nítido. El final es una marea de emociones que sacude. Se borra la extranjería del afinador cuando toca el piano que tocaba Valeria... hermoso este efecto colateral.
Hola Rosa, decirte que Valeria y Verónica son nombres muy argentinos. Ambos comienzan con la V de verdad, un detalle causal profundo sí, pero creo que para nada premeditado por el autor.
No pienso que se trata de sacrificar a una adolescente, se trata de un recurso, tal vez real, que forma parte de la historia. Podría ser un recurso meramente literario también.
Abrazo y felicidad.
Sí, Allie, seguramente, pero es de una manipulación... Y el autor Jorge lo sabe. Él precisamente es muy crítico. Todo texto es forma y fondo, y esto último lo remontaría al Humanismo italiano. No debí comentar, por supuesto, el texto habla por sí solo. Vamos, como la que quedó con vida se lleva la peor parte, es decir, queda supeditada por el sentimental-ismo (escuela) a la voluntad del pensamiento o filosofía del Hombre, así de simple. A lo viejo. Lo único que debí decir es que el texto es para ayer. En fin.
Procuraré no meterme en más fregaos. Son estériles. Aunque pienso que si todo lo que escribimos esta bien, y es bonito, ¿para qué escribir? ¿para dar vueltas a la misma tuerca? o rueda, igual. ¿Escribir para ayer? No me hagas caso, tal vez es lo que espero yo, y no los demás.
Abrazos
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Re: Viejo piano
Rosa, buenas tardes; me parece magnífico que reflejes tu pensamiento sobre este relato o cualquier otro. Has usado tu libertad de expresión para contarnos tu punto de vista, tus sensaciones. No pasa nada. No creo tampoco que nadie pueda ofenderse por tu comentario o tu manera de sentir viejo piano.R. M. Alemán escribió:Hallie Hernández Alfaro escribió:Jorge Busch escribió:Conocí poco a Valeria: alguna vez vino a casa con Vero, mi hija, buscando una partitura; eran compañeras en el conservatorio del pueblo, aunque Vero estudia flauta y Vale estudiaba piano.
La noticia de su muerte en la ruta impactó a todo el pueblo: conmueve la muerte de una adolescente. Valeria era hija única, vivía con sus padres en una casita de la sierra. Un tiempo después de la pérdida, los padres decidieron donar su piano al conservatorio. Fuimos con José y otro par de amigos a buscarlo, en una camioneta. Fue complicado bajarlo de la colina en que estaba la casa, pero lo logramos.
Al llegar al conservatorio nos recibió una pequeña comitiva: el director, la profesora de piano, algunos alumnos que se acercaron, entre ellos Vero. Habían convocado también a Gregorio, el afinador, para que verificara el estado del piano. Hombre raro este Gregorio...: ruso de nacimiento, habla mal el español y lleva una desgreñada barba cana. Tiene fama de ser muy bueno en su oficio.
Pusimos el nuevo piano al lado del viejo, en el aula de piano. Gregorio lo probó. Todo fue satisfactorio, no había sufrido en el traslado. Cuando Gregorio terminó su tarea la profesora se sentó al piano y tocó unos compases de la Barcarola de Chopin. Al terminar, exclamó:
—¡Ahora sí! ¡Con este piano podremos enseñar!
Se produjo un doloroso silencio. Gregorio la miró con gesto airado, y sin decir nada se dirigió al viejo piano. Acarició levemente sus teclas, se sentó recto en la banqueta, meditó un momento. Los primeros compases de la Appassionata me sonaron como si nunca los hubiera oído. Fueron pocos: Gregorio se encorvó sobre el piano, en silencio. Vero se le acercó y le puso una mano en el hombro. Gregorio volvió la cabeza y la miró entre lágrimas.
—Gracias, maestro —dijo Vero.
Jorge, sinceramente a mi me ha emocionado mucho, muchísimo. Gregorio y la vejez, Gregorio y la maestría sensible. La muerte joven, la muerte inexplicable, la cercanía de esa muerte con la hija del yo narrador. La elección de las piezas musicales es magnífica, coherente, bien planteada.
A mi no me parece que le falta calor ni fuerza; es un relato muy pulcro y nítido. El final es una marea de emociones que sacude. Se borra la extranjería del afinador cuando toca el piano que tocaba Valeria... hermoso este efecto colateral.
Hola Rosa, decirte que Valeria y Verónica son nombres muy argentinos. Ambos comienzan con la V de verdad, un detalle causal profundo sí, pero creo que para nada premeditado por el autor.
No pienso que se trata de sacrificar a una adolescente, se trata de un recurso, tal vez real, que forma parte de la historia. Podría ser un recurso meramente literario también.
Abrazo y felicidad.
Sí, Allie, seguramente, pero es de una manipulación... Y el autor Jorge lo sabe. Él precisamente es muy crítico. Todo texto es forma y fondo, y esto último lo remontaría al Humanismo italiano. No debí comentar, por supuesto, el texto habla por sí solo. Vamos, como la que quedó con vida se lleva la peor parte, es decir, queda supeditada por el sentimental-ismo (escuela) a la voluntad del pensamiento o filosofía del Hombre, así de simple. A lo viejo. Lo único que debí decir es que el texto es para ayer. En fin.
Procuraré no meterme en más fregaos. Son estériles. Aunque pienso que si todo lo que escribimos esta bien, y es bonito, ¿para qué escribir? ¿para dar vueltas a la misma tuerca? o rueda, igual. ¿Escribir para ayer? No me hagas caso, tal vez es lo que espero yo, y no los demás.
Abrazos
Venga, un abrazo y a seguir escribiendo, a seguir trayendo historias a la vida.
porque yo que nunca pisé otro camino que el de tu luz
no tengo más sendero que el que traza tu ojo dorado
sobre el confín oscuro de este mar sin orillas."
El faro, Ramón Carballal
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Re: Viejo piano
No me obsesiona la actualidad de mi estilo. Soy buen lector, y admirador de los muchos grandes narradores que dio el siglo XX, mi siglo al fin y al cabo. Ojalá pudiera emularlos.
gracias y abrazo
j.
Hallie Hernández Alfaro escribió:Jorge Busch escribió:Conocí poco a Valeria: alguna vez vino a casa con Vero, mi hija, buscando una partitura; eran compañeras en el conservatorio del pueblo, aunque Vero estudia flauta y Vale estudiaba piano.
La noticia de su muerte en la ruta impactó a todo el pueblo: conmueve la muerte de una adolescente. Valeria era hija única, vivía con sus padres en una casita de la sierra. Un tiempo después de la pérdida, los padres decidieron donar su piano al conservatorio. Fuimos con José y otro par de amigos a buscarlo, en una camioneta. Fue complicado bajarlo de la colina en que estaba la casa, pero lo logramos.
Al llegar al conservatorio nos recibió una pequeña comitiva: el director, la profesora de piano, algunos alumnos que se acercaron, entre ellos Vero. Habían convocado también a Gregorio, el afinador, para que verificara el estado del piano. Hombre raro este Gregorio...: ruso de nacimiento, habla mal el español y lleva una desgreñada barba cana. Tiene fama de ser muy bueno en su oficio.
Pusimos el nuevo piano al lado del viejo, en el aula de piano. Gregorio lo probó. Todo fue satisfactorio, no había sufrido en el traslado. Cuando Gregorio terminó su tarea la profesora se sentó al piano y tocó unos compases de la Barcarola de Chopin. Al terminar, exclamó:
—¡Ahora sí! ¡Con este piano podremos enseñar!
Se produjo un doloroso silencio. Gregorio la miró con gesto airado, y sin decir nada se dirigió al viejo piano. Acarició levemente sus teclas, se sentó recto en la banqueta, meditó un momento. Los primeros compases de la Appassionata me sonaron como si nunca los hubiera oído. Fueron pocos: Gregorio se encorvó sobre el piano, en silencio. Vero se le acercó y le puso una mano en el hombro. Gregorio volvió la cabeza y la miró entre lágrimas.
—Gracias, maestro —dijo Vero.
Jorge, sinceramente a mi me ha emocionado mucho, muchísimo. Gregorio y la vejez, Gregorio y la maestría sensible. La muerte joven, la muerte inexplicable, la cercanía de esa muerte con la hija del yo narrador. La elección de las piezas musicales es magnífica, coherente, bien planteada.
A mi no me parece que le falta calor ni fuerza; es un relato muy pulcro y nítido. El final es una marea de emociones que sacude. Se borra la extranjería del afinador cuando toca el piano que tocaba Valeria... hermoso este efecto colateral.
Hola Rosa, decirte que Valeria y Verónica son nombres muy argentinos. Ambos comienzan con la V de verdad, un detalle causal profundo sí, pero creo que para nada premeditado por el autor.
No pienso que se trata de sacrificar a una adolescente, se trata de un recurso, tal vez real, que forma parte de la historia. Podría ser un recurso meramente literario también.
Abrazo y felicidad.
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Re: Viejo piano
En cualquier caso, me alegra que este relato sea motivo de alguna polémica estética. Si la merece, mejor.
gracias y abrazo
Jorge
R. M. Alemán escribió:Hallie Hernández Alfaro escribió:Jorge Busch escribió:Conocí poco a Valeria: alguna vez vino a casa con Vero, mi hija, buscando una partitura; eran compañeras en el conservatorio del pueblo, aunque Vero estudia flauta y Vale estudiaba piano.
La noticia de su muerte en la ruta impactó a todo el pueblo: conmueve la muerte de una adolescente. Valeria era hija única, vivía con sus padres en una casita de la sierra. Un tiempo después de la pérdida, los padres decidieron donar su piano al conservatorio. Fuimos con José y otro par de amigos a buscarlo, en una camioneta. Fue complicado bajarlo de la colina en que estaba la casa, pero lo logramos.
Al llegar al conservatorio nos recibió una pequeña comitiva: el director, la profesora de piano, algunos alumnos que se acercaron, entre ellos Vero. Habían convocado también a Gregorio, el afinador, para que verificara el estado del piano. Hombre raro este Gregorio...: ruso de nacimiento, habla mal el español y lleva una desgreñada barba cana. Tiene fama de ser muy bueno en su oficio.
Pusimos el nuevo piano al lado del viejo, en el aula de piano. Gregorio lo probó. Todo fue satisfactorio, no había sufrido en el traslado. Cuando Gregorio terminó su tarea la profesora se sentó al piano y tocó unos compases de la Barcarola de Chopin. Al terminar, exclamó:
—¡Ahora sí! ¡Con este piano podremos enseñar!
Se produjo un doloroso silencio. Gregorio la miró con gesto airado, y sin decir nada se dirigió al viejo piano. Acarició levemente sus teclas, se sentó recto en la banqueta, meditó un momento. Los primeros compases de la Appassionata me sonaron como si nunca los hubiera oído. Fueron pocos: Gregorio se encorvó sobre el piano, en silencio. Vero se le acercó y le puso una mano en el hombro. Gregorio volvió la cabeza y la miró entre lágrimas.
—Gracias, maestro —dijo Vero.
Jorge, sinceramente a mi me ha emocionado mucho, muchísimo. Gregorio y la vejez, Gregorio y la maestría sensible. La muerte joven, la muerte inexplicable, la cercanía de esa muerte con la hija del yo narrador. La elección de las piezas musicales es magnífica, coherente, bien planteada.
A mi no me parece que le falta calor ni fuerza; es un relato muy pulcro y nítido. El final es una marea de emociones que sacude. Se borra la extranjería del afinador cuando toca el piano que tocaba Valeria... hermoso este efecto colateral.
Hola Rosa, decirte que Valeria y Verónica son nombres muy argentinos. Ambos comienzan con la V de verdad, un detalle causal profundo sí, pero creo que para nada premeditado por el autor.
No pienso que se trata de sacrificar a una adolescente, se trata de un recurso, tal vez real, que forma parte de la historia. Podría ser un recurso meramente literario también.
Abrazo y felicidad.
Sí, Allie, seguramente, pero es de una manipulación... Y el autor Jorge lo sabe. Él precisamente es muy crítico. Todo texto es forma y fondo, y esto último lo remontaría al Humanismo italiano. No debí comentar, por supuesto, el texto habla por sí solo. Vamos, como la que quedó con vida se lleva la peor parte, es decir, queda supeditada por el sentimental-ismo (escuela) a la voluntad del pensamiento o filosofía del Hombre, así de simple. A lo viejo. Lo único que debí decir es que el texto es para ayer. En fin.
Procuraré no meterme en más fregaos. Son estériles. Aunque pienso que si todo lo que escribimos esta bien, y es bonito, ¿para qué escribir? ¿para dar vueltas a la misma tuerca? o rueda, igual. ¿Escribir para ayer? No me hagas caso, tal vez es lo que espero yo, y no los demás.
Abrazos
- Alonso Vicent
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Re: Viejo piano
Me encantó el relato, Jorge.
Un abrazo.
- Juan Cruz Bordoy
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Re: Viejo piano
Un abrazo,
Juan Cruz
- F. Enrique
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Re: Viejo piano
Hay una complicidad emotiva entre Gregorio y el viejo piano que no escapa a la niña que estudia flauta y aún llora la muerte de la compañera.
Un abrazo.
cuando vivir era un pecado,
un cilicio sujeto a la ceniza posada en tu frente,
el estigma de un amor que nunca abandonó
las pulsaciones nerviosas de tu pecho
ni el bálsamo de luz que me turbaba en tu mirada.
(Playa de la Almadraba - Fragmento)