Editorial Alaire

Una señora va sentada en un colectivo tejiendo una bufanda para su nieta; lleva su bolso colgando del hombro, del lado del pasillo. Al señor que va parado a su lado se le cae su llavero, se agacha a recogerlo y lo guarda en el bolsillo. La señora se para, amenaza la panza del señor con sus agujas y le exige la billetera. El hombre saca la billetera del bolsillo y se la entrega. La señora guarda el tejido y la billetera en su bolso y se apresura a bajar del colectivo, corriendo hasta su casa. Al fin tranquila, orgullosamente busca la billetera en su bolso. Encuentra dos.

Nota. En mi país les decimos «colectivos» a los buses urbanos; es habitual que lleven pasajeros parados.

Jorge Busch escribió:Una señora va sentada en un colectivo tejiendo una bufanda para su nieta; lleva su bolso colgando del hombro, del lado del pasillo. Al señor que va parado a su lado se le cae su llavero, se agacha a recogerlo y lo guarda en el bolsillo. La señora se para, amenaza la panza del señor con sus agujas y le exige la billetera. El hombre saca la billetera del bolsillo y se la entrega. La señora guarda el tejido y la billetera en su bolso y se apresura a bajar del colectivo, corriendo hasta su casa. Al fin tranquila, orgullosamente busca la billetera en su bolso. Encuentra dos.

Nota. En mi país les decimos «colectivos» a los buses urbanos; es habitual que lleven pasajeros parados.

Bienvenido seas Jorge a Prosa Alaire.

Me ha encantado este breve que tiene mucha miga; el robo, la señora en la edad de su tejido, la gran sorpresa de dos billeteras; exquisito el detalle final. Fantaseamos con Alzeimer al intuir los secretos del robo.

Salud y felicidad; gracias por compartir.

Hola, Hallie. Este relato se basa en un hecho real. La señora imaginó que el señor, al agacharse, le había robado la billetera, y al amenazarlo trataba de recuperarla. Resulta que el señor no era ladrón pero si pusilánime, y le dio su propia billetera.

gracias y abrazo
j.

Hallie Hernández Alfaro escribió:

Jorge Busch escribió:Una señora va sentada en un colectivo tejiendo una bufanda para su nieta; lleva su bolso colgando del hombro, del lado del pasillo. Al señor que va parado a su lado se le cae su llavero, se agacha a recogerlo y lo guarda en el bolsillo. La señora se para, amenaza la panza del señor con sus agujas y le exige la billetera. El hombre saca la billetera del bolsillo y se la entrega. La señora guarda el tejido y la billetera en su bolso y se apresura a bajar del colectivo, corriendo hasta su casa. Al fin tranquila, orgullosamente busca la billetera en su bolso. Encuentra dos.

Nota. En mi país les decimos «colectivos» a los buses urbanos; es habitual que lleven pasajeros parados.

Bienvenido seas Jorge a Prosa Alaire.

Me ha encantado este breve que tiene mucha miga; el robo, la señora en la edad de su tejido, la gran sorpresa de dos billeteras; exquisito el detalle final. Fantaseamos con Alzeimer al intuir los secretos del robo.

Salud y felicidad; gracias por compartir.

Por satisfecha me di que fuera la señora una ladrona (armas tenía). Es más, me dije, muy ingenioso. Hecho que no desmerece aun después de leer los comentarios. Me encantó. Un saludo

Jorge Busch escribió:Hola, Hallie. Este relato se basa en un hecho real. La señora imaginó que el señor, al agacharse, le había robado la billetera, y al amenazarlo trataba de recuperarla. Resulta que el señor no era ladrón pero si pusilánime, y le dio su propia billetera.

gracias y abrazo
j.

Hallie Hernández Alfaro escribió:

Jorge Busch escribió:Una señora va sentada en un colectivo tejiendo una bufanda para su nieta; lleva su bolso colgando del hombro, del lado del pasillo. Al señor que va parado a su lado se le cae su llavero, se agacha a recogerlo y lo guarda en el bolsillo. La señora se para, amenaza la panza del señor con sus agujas y le exige la billetera. El hombre saca la billetera del bolsillo y se la entrega. La señora guarda el tejido y la billetera en su bolso y se apresura a bajar del colectivo, corriendo hasta su casa. Al fin tranquila, orgullosamente busca la billetera en su bolso. Encuentra dos.

Nota. En mi país les decimos «colectivos» a los buses urbanos; es habitual que lleven pasajeros parados.

Bienvenido seas Jorge a Prosa Alaire.

Me ha encantado este breve que tiene mucha miga; el robo, la señora en la edad de su tejido, la gran sorpresa de dos billeteras; exquisito el detalle final. Fantaseamos con Alzeimer al intuir los secretos del robo.

Salud y felicidad; gracias por compartir.

Qué maravilla, Jorge; imaginé a la señora víctima del olvido y ejecutando el pequeño robo (a veces la personalidad/sus manifestaciones conductuales se trastornan con la demencia) y luego su genuina sorpresa al mirar una billetera desconocida junto a la suya. La realidad, como ves, a veces supera cualquier interpretación.

Abrazo.

Hola, RM. Sí, además de las agujas, la señora tenía sin duda el coraje, cosa esencial. Me alegro de que te haya gustado.

gracias y abrazo
j.

R. M. Alemán escribió:Por satisfecha me di que fuera la señora una ladrona (armas tenía). Es más, me dije, muy ingenioso. Hecho que no desmerece aun después de leer los comentarios. Me encantó. Un saludo

Sí, el hecho ilustra bien la frase de «la realidad supera a la ficción»; como bien dijo mi hijo, escritor, resulta muy difícil de narrar por lo inverosímil. Traté de lograrlo narrando los hechos como fueron, con la esperanza de que los lectores cayeran en la misma confusión que la señora: creo que no lo logré...

gracias y abrazo
j.

Qué maravilla, Jorge; imaginé a la señora víctima del olvido y ejecutando el pequeño robo (a veces la personalidad/sus manifestaciones conductuales se trastornan con la demencia) y luego su genuina sorpresa al mirar una billetera desconocida junto a la suya. La realidad, como ves, a veces supera cualquier interpretación.

Un relato breve que contiene un acontecimiento en la vida de dos personajes, sin meter paja. Directo al meollo. Así son los relatos cortos con pocos personajes y un solo acto.
Te felicito.

Así es, Ana: quise limitarme a los hechos, dejando la poesía y la interpretación a cargo del lector (o los comentarios, claro). Un episodio singular, por cierto, donde se entrevé el contraste de personalidades.

gracias y abrazo
j.

Ana García escribió:Un relato breve que contiene un acontecimiento en la vida de dos personajes, sin meter paja. Directo al meollo. Así son los relatos cortos con pocos personajes y un solo acto.
Te felicito.

La historia es interesante. Ante lo inverosimil de la conducta medrosa del señor, ¿debemos aceptar que fue así porque sucedió en la realidad? Cuesta creer que alguien entregue así porque sí su billetera donde, además de dinero, contiene casi siempre documentos muy valiosos. De cualquier manera, el relato me ha dejado meditando, y eso no tiene precio.

Saludos cordiales.
Óscar

Óscar Distéfano escribió:La historia es interesante. Ante lo inverosimil de la conducta medrosa del señor, ¿debemos aceptar que fue así porque sucedió en la realidad? Cuesta creer que alguien entregue así porque sí su billetera donde, además de dinero, contiene casi siempre documentos muy valiosos. De cualquier manera, el relato me ha dejado meditando, y eso no tiene precio.

Saludos cordiales.
Óscar

Para los que no vivimos alerta, que somos la mayoría, hay ante este tipo de episodios un momento de reacción impulsiva, en el que no tomamos conciencia de la situación. Supongo que en ese tiempo fue que el hombre entregó su billetera. Alguna vez me asaltaron tres muchachos intentando robarme la cartera, en la calle: tironearon de ella, la cartera se desgarró y se quedaron con un bolsillo (donde llevaba el móvil, por cierto); pero lo que viene al caso es que no recuerdo qué pasó: de pronto me encontré tirado en la calzada, sosteniendo la cartera con dos manos y defendiéndome a patadas de los que trataban de sacármela; por suerte se acercaron unos hombres de un taller cercano y los ladrones huyeron. Supongo que este asunto, el del tiempo de reacción puramente impulsiva, está estudiado, pero no he leído nada al respecto: sé qué existe, tuve varias experiencias análogas.

gracias y abrazo
j.