El Cubo de Orión
Publicado: Mar, 02 Oct 2018 21:14
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En aquellas circunstancias, la intervención de la microbiología era un radar tentador para los exohabitantes del secreto.
Demostrar la valía de un manojo de células avanzadas, inspiradas en la complejidad de la distancia, debió ser un asunto poco aprehensible.
Haber nacido en la tierra, en este planeta que poco o nada conocemos, podría ser una limitación.Tejidos en sueño (sin apertura consciente, supeditados a una tercera línea dimensional) han sido testigos mudos de la mente casi infantil que pretende crecer; con las reducidas frecuencias percibidas debe abrirse paso (entre las estelas ontológicas) hacia la prometida quinta esencia; allí, donde lo posible es innumerable, donde la coexistencia es un parpadeo de realizaciones efectivas y felices.
Si hubiese sido posible usar el Cubo de Orión; ay, si hubiese estado en nuestras manos, se habría evitado la masacre de los débiles, la peste de los olvidados, los horrores del ego, la malsana vejación de la esperanza.
Nunca es tarde para redimir la magia del futuro.
Nunca, mientras tengamos, la templanza humana que subyace en cada hebra de su grandioso ADN.
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En aquellas circunstancias, la intervención de la microbiología era un radar tentador para los exohabitantes del secreto.
Demostrar la valía de un manojo de células avanzadas, inspiradas en la complejidad de la distancia, debió ser un asunto poco aprehensible.
Haber nacido en la tierra, en este planeta que poco o nada conocemos, podría ser una limitación.Tejidos en sueño (sin apertura consciente, supeditados a una tercera línea dimensional) han sido testigos mudos de la mente casi infantil que pretende crecer; con las reducidas frecuencias percibidas debe abrirse paso (entre las estelas ontológicas) hacia la prometida quinta esencia; allí, donde lo posible es innumerable, donde la coexistencia es un parpadeo de realizaciones efectivas y felices.
Si hubiese sido posible usar el Cubo de Orión; ay, si hubiese estado en nuestras manos, se habría evitado la masacre de los débiles, la peste de los olvidados, los horrores del ego, la malsana vejación de la esperanza.
Nunca es tarde para redimir la magia del futuro.
Nunca, mientras tengamos, la templanza humana que subyace en cada hebra de su grandioso ADN.
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