Poetas, poemas y lectores
Publicado: Lun, 09 Jul 2018 22:32
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La poesía es un género literario donde pueden formarse millones de submundos.
Se mueven en ella diversos factores: afectos, sentidos, creencias, filosofía, deseos y un gran plural de etcéteras.
El poeta plasma en espacios vacíos una impronta mediada por aprendizajes, aptitudes, rasgos de personalidad y en intensa medida, por su particularísima manera de percibir la realidad física y emocional (siempre en constante retroalimentación).
Los lectores de poesía son, por lo general, personas con disposición y sensibilidad para empatizar con los productos de la poesía.
Obviamente los gustos y las tendencias personales inciden a la hora de llegar al poema y colocarse frente a su mensaje. El lector viene cargado de subjetividad; llega a las letras del otro con determinados estados anímicos, con determinada carga cultural, con expectativas, con cierta hechura mental que condiciona en gran medida, su aprehensión del trabajo poético.
El poeta escribe (vuelca), el poema es una criatura independiente de su autor (pero al mismo tiempo, mantiene una dinámica muy viva con él) y el lector recibe e influencia el mensaje. Diría que no siempre hay una interpretación consciente del hecho poético, me inclino a pensar que los contenidos inundan los receptores del lector y este a su vez, puede ser más o menos permeable a sus cualidades.
Nuestras diferencias individuales determinan en mayor o menor grado cómo vivimos un poema, cómo y cuándo dejamos entrar sus impulsos en nuestra propia afectividad.
Cada poema tiene una vida propia que lo hace capaz de generar consecuencias en las interioridades del público lector.
No todos los poemas vibran en la misma frecuencia con nuestras necesidades estéticas, con el yo activo.
El lenguaje del poema es, o puede ser, una fuente de instantes, giros y complicidades.
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La poesía es un género literario donde pueden formarse millones de submundos.
Se mueven en ella diversos factores: afectos, sentidos, creencias, filosofía, deseos y un gran plural de etcéteras.
El poeta plasma en espacios vacíos una impronta mediada por aprendizajes, aptitudes, rasgos de personalidad y en intensa medida, por su particularísima manera de percibir la realidad física y emocional (siempre en constante retroalimentación).
Los lectores de poesía son, por lo general, personas con disposición y sensibilidad para empatizar con los productos de la poesía.
Obviamente los gustos y las tendencias personales inciden a la hora de llegar al poema y colocarse frente a su mensaje. El lector viene cargado de subjetividad; llega a las letras del otro con determinados estados anímicos, con determinada carga cultural, con expectativas, con cierta hechura mental que condiciona en gran medida, su aprehensión del trabajo poético.
El poeta escribe (vuelca), el poema es una criatura independiente de su autor (pero al mismo tiempo, mantiene una dinámica muy viva con él) y el lector recibe e influencia el mensaje. Diría que no siempre hay una interpretación consciente del hecho poético, me inclino a pensar que los contenidos inundan los receptores del lector y este a su vez, puede ser más o menos permeable a sus cualidades.
Nuestras diferencias individuales determinan en mayor o menor grado cómo vivimos un poema, cómo y cuándo dejamos entrar sus impulsos en nuestra propia afectividad.
Cada poema tiene una vida propia que lo hace capaz de generar consecuencias en las interioridades del público lector.
No todos los poemas vibran en la misma frecuencia con nuestras necesidades estéticas, con el yo activo.
El lenguaje del poema es, o puede ser, una fuente de instantes, giros y complicidades.
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