El abismo insalvable del poema
Publicado: Mar, 04 Jul 2017 4:41
El ABISMO INSALVABLE DEL POEMA
Por E.R.A.
Vez tras vez el poeta busca su escondite para hablar a solas su lengua interna. Lo impulsa una onda magnética que empieza con antelación a prender en su fuero imágenes proyectadas a veces desde su amígdala. No obstante, las imágenes señalizan las neuronas de ese conducto entre la fiebre de las emociones y la articulación del pensamiento en modo simbiótico. El poema es inseparable. Decir que la poesía es un deleite para los oídos equivale a tragarse todo el aullido y el onomatopéyico gorjeo del Corazón.
El poeta es un intérprete de las entrañas. En su desván o en su cueva hace su*asana sagrada y así encuentra la respiración y el balance que hace circular al poema desde su insalvable abismo.
Es imposible perder el ritmo de esa barca encallada en una dimensión onírica. Vez tras vez se vuelve a estar en ella frente a la noche que esparce el sereno humedeciendo las regiones vírgenes de lo desconocido e ininteligible que urge expresar el surrealismo de lo vivido.
Al transcribirlo, el poeta elige un punto de partida en la nada. Si logra que filtre su expresión habrá quien piense al leer que es un poema, que se construyó un puente, que se ha disuelto un nudo en el estanque. Pero el poema es insalvable, y vez tras vez el poeta busca su escondite para hablar a solas su lengua interna, su jeroglífico precisa embalsamar la lengua, extraer el cerebro por sus narices, pesar su corazón en la balanza con la leve pluma del Ángel.
*”En el ámbito del yoga, se denomina āsana (en sánscrito आसन, pronunciado originalmente /ásana/ pero actualmente también /asána/) a cada una de las distintas ‘posturas’ que tienen como objetivo actuar sobre el cuerpo y la mente.1
Según sus practicantes, las āsanas actúan por resonancia desde determinados centros energéticos situados principalmente a lo largo de la columna vertebral.[cita requerida] Las claves de su práctica son la lentitud de movimientos (a la hora de hacer y deshacer el āsana), la fase estática (o de mantenimiento de la misma), la respiración lenta, consciente y dirigida, y la atención mental en estado de alerta, y receptivo a lo que está sucediendo.”
Por E.R.A.
Vez tras vez el poeta busca su escondite para hablar a solas su lengua interna. Lo impulsa una onda magnética que empieza con antelación a prender en su fuero imágenes proyectadas a veces desde su amígdala. No obstante, las imágenes señalizan las neuronas de ese conducto entre la fiebre de las emociones y la articulación del pensamiento en modo simbiótico. El poema es inseparable. Decir que la poesía es un deleite para los oídos equivale a tragarse todo el aullido y el onomatopéyico gorjeo del Corazón.
El poeta es un intérprete de las entrañas. En su desván o en su cueva hace su*asana sagrada y así encuentra la respiración y el balance que hace circular al poema desde su insalvable abismo.
Es imposible perder el ritmo de esa barca encallada en una dimensión onírica. Vez tras vez se vuelve a estar en ella frente a la noche que esparce el sereno humedeciendo las regiones vírgenes de lo desconocido e ininteligible que urge expresar el surrealismo de lo vivido.
Al transcribirlo, el poeta elige un punto de partida en la nada. Si logra que filtre su expresión habrá quien piense al leer que es un poema, que se construyó un puente, que se ha disuelto un nudo en el estanque. Pero el poema es insalvable, y vez tras vez el poeta busca su escondite para hablar a solas su lengua interna, su jeroglífico precisa embalsamar la lengua, extraer el cerebro por sus narices, pesar su corazón en la balanza con la leve pluma del Ángel.
*”En el ámbito del yoga, se denomina āsana (en sánscrito आसन, pronunciado originalmente /ásana/ pero actualmente también /asána/) a cada una de las distintas ‘posturas’ que tienen como objetivo actuar sobre el cuerpo y la mente.1
Según sus practicantes, las āsanas actúan por resonancia desde determinados centros energéticos situados principalmente a lo largo de la columna vertebral.[cita requerida] Las claves de su práctica son la lentitud de movimientos (a la hora de hacer y deshacer el āsana), la fase estática (o de mantenimiento de la misma), la respiración lenta, consciente y dirigida, y la atención mental en estado de alerta, y receptivo a lo que está sucediendo.”