La poesía como plan de vida
Publicado: Sab, 31 Dic 2016 10:19
La poesía como plan de vida
Ciertamente, la poesía puede ser encarada como una actividad humana de varias maneras, quizás tantas como personas lo practiquen. Desde los que plantean la actividad poética como una recreación del espíritu hasta los que están firmemente comprometidos con la búsqueda del conocimiento de la realidad; y, lo que no escapa a las ondas expansivas de esa búsqueda real: la interioridad del ser.
Escribir poesía como un pasatiempo, como un medio para profundizar las relaciones sociales, o para crearse una especie de estatus intelectual, considero una taxativa conducta de irresponsabilidad existencial.
Sabemos que la búsqueda del poema (la creación que se manifieste fiel a los principios éticos íntimos), esta búsqueda es difícil: exige dedicación comprometida, ya que el poeta adherido a esta forma de visión poética debe apelar a los oscuros mecanismos psicológicos, a la hondura de la sabiduría filosofal, debe lidiar con el subconsciente tratando de familiarizarse con los caprichosos entramados de su peculiar creatividad. Es decir, el poeta debe luchar contra vallas metafísicas muy fuertes que le dificultan enormemente llegar a la verdad y a la belleza. Así, pues, según mi modesto entender, la verdadera poesía jamás admitirá que el fin de un poema sea la posibilidad de un negocio social, de una comercialización por la imagen personal.
Es útil recordar que la poesía es un apostolado, una misión misteriosa que considera sagrados e inviolables ciertos principios inherentes a la misma: la lucha contra la superficialidad (o, mejor dicho, contra la banalidad de propósito), la lucha contra el desaliño (en fondo y forma), y la lucha contra el hablar por hablar.
Creo que el poema es una herramienta única para acceder al nivel más profundamente humano del conocimiento. Me arriesgo a plantear que es el paradigma de la creatividad humana. Sin poesía no existe filosofía; sin filosofía no existe ciencia ni tecnología. Es decir, no sólo es valioso para el artista, sino también para todo hombre científico. Por poner un ejemplo: pensadores como Sigmund Freud han bebido de la poesía para alcanzar los admirables grados de sus teorías psicológicas.
De todo esto, llego a la convicción de que la poesía en cuanto plan de vida es la única opción para una persona que siente la necesidad de escribir poemas. Todo lo demás será una soberana forma de perder el tiempo.
Ciertamente, la poesía puede ser encarada como una actividad humana de varias maneras, quizás tantas como personas lo practiquen. Desde los que plantean la actividad poética como una recreación del espíritu hasta los que están firmemente comprometidos con la búsqueda del conocimiento de la realidad; y, lo que no escapa a las ondas expansivas de esa búsqueda real: la interioridad del ser.
Escribir poesía como un pasatiempo, como un medio para profundizar las relaciones sociales, o para crearse una especie de estatus intelectual, considero una taxativa conducta de irresponsabilidad existencial.
Sabemos que la búsqueda del poema (la creación que se manifieste fiel a los principios éticos íntimos), esta búsqueda es difícil: exige dedicación comprometida, ya que el poeta adherido a esta forma de visión poética debe apelar a los oscuros mecanismos psicológicos, a la hondura de la sabiduría filosofal, debe lidiar con el subconsciente tratando de familiarizarse con los caprichosos entramados de su peculiar creatividad. Es decir, el poeta debe luchar contra vallas metafísicas muy fuertes que le dificultan enormemente llegar a la verdad y a la belleza. Así, pues, según mi modesto entender, la verdadera poesía jamás admitirá que el fin de un poema sea la posibilidad de un negocio social, de una comercialización por la imagen personal.
Es útil recordar que la poesía es un apostolado, una misión misteriosa que considera sagrados e inviolables ciertos principios inherentes a la misma: la lucha contra la superficialidad (o, mejor dicho, contra la banalidad de propósito), la lucha contra el desaliño (en fondo y forma), y la lucha contra el hablar por hablar.
Creo que el poema es una herramienta única para acceder al nivel más profundamente humano del conocimiento. Me arriesgo a plantear que es el paradigma de la creatividad humana. Sin poesía no existe filosofía; sin filosofía no existe ciencia ni tecnología. Es decir, no sólo es valioso para el artista, sino también para todo hombre científico. Por poner un ejemplo: pensadores como Sigmund Freud han bebido de la poesía para alcanzar los admirables grados de sus teorías psicológicas.
De todo esto, llego a la convicción de que la poesía en cuanto plan de vida es la única opción para una persona que siente la necesidad de escribir poemas. Todo lo demás será una soberana forma de perder el tiempo.