¡Qué buen testimonio, Marius! Muchas gracias por hacerlo presente a pie de este poema. Un abrazo.Marius Gabureanu escribió:Yo también recuerdo tardes así, teníamos una tierra lejana, donde mi padre sembraba trigo, y caminábamos como dos horas sin parar para llegar a ella, luego esperábamos otras horas en el sol, hasta que la trilladora llegaba a nosotros, y caía el oro y la paja se pegaba a nuestras frentes sudadas. Entonces, el cansancio, la espera y después la paz, en este orden. Me ha gustado mucho sentir la paz del poema, gracias por compartir, estimado amigo Julio.
Salud.