Versificación y prosa versicular
Publicado: Mié, 24 Jun 2015 18:41
VERSIFICACIÓN Y PROSA VERSICULAR, I
Comentarios sobre el verso, el versículo y, en general, del mundo del poema.
A continuación, como primer capítulo, publico algunos comentarios que he ido haciendo a los compañeros de Alaire, en otros posteos y, sobre todo, en el transcurso de un post que abrió Oscar Distéfano, para que un servidor le hablara sobre la manera de encarar la diferencia entre versículo y verso multimétrico. Estos comentarios me parecen de una gran importancia porque en ellos trato de explicar no solo la diferencia entre el versículo y el verso multimétrico, sino que hablo de varias cuestiones primordiales a la hora de vertebrar poemas; así mismo, también me ocupo de explicar la filosofía que desde siempre he desarrollado en Alaire. Como siempre digo, para escribir un poema no es obligado saber de estos asuntos, y sí es obligado saberlos si queremos saber qué clase de poema hemos escrito. El post de Óscar Distéfano se pueden leer en su totalidad en el siguiente enlace: http://editorialalaire.es/viewtopic.php ... 4&start=15
A Hallie Hernández Alfaro, sobre la pausa versal en el verso:
La pausa versal no sustituye, en ningún caso, los signos de puntuación, son cosas diferentes. Si sustituyes los signos por la pausa, constriñes las posibilidades técnicas (encabalgamiento, etc.) y embrollas, dificultas al lector el significado real (sintaxis). El problema de comprensión se agrava cuando unas estrofas tienen signos de puntuación y otras no los tienen.
A Óscar Distéfano, sobre el poema De nosotros, de Hallie Hernández Alfaro, respondiendo por qué el poema de Hallie está escrito en versos multimétricos y no en versículos:
El multimétrico. Sí, lo hemos acuñado en Alaire y se quiere referir al verso que comunmente se llama libre. Es una combinación versal que no se premedita. El poema de Hallie es un brillante ejemplo. Hallie no cuenta las sílabas, sin embargo, si desmenuzamos el poema, tendremos una combinación de versos muy parecida a lo que tú sueles llamar, y con razón, combinación imparisílaba. La razón es sencilla, el idioma es el responsable de que en el poema de Hallie los versos circunden el octosílabo y el endecasílabo, así, no es extraño que aparezcan pentasílabos, heptasílabos, eneasílabos, decasílabos, dodecasílabos…, a pesar de no haber premeditado la combinación métrica.
“Podríamos volver al punto de los que han llegado por apuro, sed o aventura,
condicionar sus motivos al hambre de existencia, a la carga de sus instintos;
o reconocer que en mitad de camino encontramos la verdad nuestra
el signo que nutre el vuelco más íntimo
los brazos escampados de diluvio
la vorágine de un templo que resguarda y confirma todas las hipótesis.”
En esta estrofa y las dos siguientes, podemos saber que se trata de versos, porque Hallie sustituye los signos de puntuación por la pausa versal. Si fueran versículos, sin la pausa final, se perdería el sentido de las frases, es decir, para hallar el sentido, la pausa versal es obligada, todo eso, aunque yo no sea partidario de tal circunstancia.
Una gran diferencia entre verso y versículo está en que el versículo, sin signo de puntuación, no termina el significado, es decir, para hallarle el sentido, depende del anterior o del siguiente y, en todo caso, depende del signo de puntuación, mientras que el verso puede utilizar el encabalgamiento para alargar o completar el sentido y, sin embargo, encabalgante y encabalgado sobreviven sintáctica y semánticamente por sí mismos. He ahí una de las aportaciones de Alaire a la renovación del verso: el encabalgamiento no es tratado como un rompimiento, sino como una figura retórica de altísimo rango y con un tratamiento exclusivo de Alaire. Pero, ojo, en el verso, si hay signo de puntuación, no hay encabalgamiento, una cosa anula a la otra.
Por otra parte, la longitud del verso viene determinada por una cuestión estética que busca la plenitud semántica a base de acotar la sintaxis en campos rítmico-literarios. Fijémonos en que cada verso tiene vida propia, o sea, puede sobrevivir por sí solo (esticomitia), sin necesidad del antecesor o del siguiente aunque el encadenamiento pueda completar el significado, en fin, cada uno de los versos se convierte en un poema dentro del poema.
A Julio Bonal, en relación a la conveniencia de no sustituir los signos de puntuación por la pausa versal, de no suprimir ninguno de ellos, y abundando en el modelo de la Escuela Alaire:
Es un privilegio que Alaire cuente con tus poemas y opiniones y lo único que podemos sentir es que no te veamos más a menudo.
¿Sabes?, creo que es mucho más importante de lo que parece, el hecho de que el poeta no quiera cambiar las reglas gramaticales. A mi juicio, el poeta no está facultado para cambiar las reglas de la escritura, para tal menester, existen otros especialistas.
Veamos, quizá valdría la pena que a la hora de valorar la importancia de escribir correctamente, tal y como nos han enseñado desde muy temprana edad y tal y como hemos insistido en aprender (perfeccionar) durante toda nuestra vida, tal vez sería conveniente que nos pusiéramos en la piel de los supuestos receptores de nuestra poesía. O salir del ámbito de los poetas y situarnos en el lugar del lector.
Los lectores, ay, qué pena de lectores, enfrentados a los vaivenes supuestamente ornamentales de los escritores de poemas, por lo demás y en mi opinión, casi siempre tremendamente perniciosos para la propia poesía. ¿A quién le puede extrañar que la poesía sea consumida casi exclusivamente por los propios poetas? Es así y, desde luego, embrollar la escritura a base de suprimir un elemento crucial para la comprensión de lo escrito (signos de puntuación), no parece la solución ideal para ganar lectores de nuestra causa (poesía&cultura escrita). Después, hay un asunto que también me parece importantísimo, esta vez, de cara a la técnica rítmico-literaria, y es la supresión, de lo que sea, pero supresión que significa restar, es decir, no utilizar signos de puntuación significa empobrecer el poema. La técnica literaria necesita a la gramática, pero la técnica rítmico-literaria aún la necesita más, porque es más compleja que aquella.
Los grandes avanzados de la supresión de las signos de puntuación, fueron los surrealistas de la escritura automática, luego algunos negaron el automatismo, pero se nombraron igualmente surrealistas, puesto que utilizaban el caos sintáctico-literario, aunque no automático y sí intelectualizado, amén de excluir los signos de puntuación, en parte o en su totalidad, negando la puntuación pero añadiendo detalles de sus propias cosechas; por ejemplo, Aleixandre en Espadas como labios, no puntúa pero añade una mayúscula para avisar de que debería haber un punto, con lo cual consigue un conflicto semántico para los lectores, precisamente, en una obra de importancia capital; qué lástima que un autor como Aleixandre sea tan poco conocido y mucho menos comprendido, pero es así y sus experimentos pseudosurrealistas no le ayudaron mucho en este sentido.
Ahora, vayamos al germen de la poesía, a la sementera que no es otra cosa que la infancia y las juventudes estudiantes. ¿Cómo pueden enseñar poesía los profesores a los niños, si a la hora de leer los poemas, no los entienden ni unos ni otros? Unos se afanan por enseñar las reglas de la escritura, otros por aprenderlas. Y todos deben desentrañar un misterio gramatical a la hora de leer un poema. No basta con la complejidad, polisemia…, tenemos que poner más trabas.
Amigo mío, tú sabes que son muchos los escritores que tienen dificultades a la hora de puntuar. Y yo me pregunto, ¿por qué algunos poetas cambian a su antojo las reglas gramaticales que son tan trabajosas de enseñar y tan difíciles de aprender? Y, bueno, a un poeta le da por empezar todos los versos con mayúscula; a otro poeta le da por suprimir las comas; al siguiente le da por quitar los puntos; llega otro poeta y sigue con minúscula después de un punto, en fin, un montón de ocurrencias que no tienen nada de positivo y que son una losa muy pesada, un enorme obstáculo para la evolución rítmica, estética y literaria, porque evita su pleno desarrollo. Es curioso que, probablemente al amparo de los grandes autores que alguna vez no puntuaron, surja una gran cantidad de poetas que suprimen los signos de puntuación porque puntúan deficientemente o no tienen clara la forma correcta de puntuar.
En fin, el poema de Hallie no se puede tomar de ejemplo para hallar la importancia crucial de los signos de puntuación en el ritmo, la estética o la semántica, porque nuestra querida colega, está empezando a inmiscuirse en la estructura versal que predicamos en Alaire, es decir, su estructura versal no tiene la suficiente complejidad como para necesitar imperiosamente de los signos de puntuación, a la vista está que los signos que faltan están en el lugar de la pausa versal, lo cual es el instrumento de supresión más básico, más racional y, no por ello, menos perjudicial que los restantes.
Querido amigo Julio, en el proceso evolutivo de Alaire, en este momento, cada autor está en un nivel determinado. No es fácil sugerir las pautas, porque cada forista precisa de unas muy concretas. Por ejemplo, si uno escribe endecasílabos decimonónicos (contradicciones métricas y rítmicas, etc.), pues, se trata de que los modernice. Si un autor no tiene conocimientos métricos, lo primero que hacemos es tratar de que trabaje una estética versal que debe significar algo, debe significar un porqué, es decir, el verso tiene un sentido determinado y además es un eslabón, pertenece a la cadena versal del poema. De ahí, pasamos al ritmo del verso, lo buscamos aprovechando para desarrollar el lenguaje, en este caso, literario; los tropos seguirán estando pero semánticamente bien hallados y, además, aparecerán otras figuras retóricas; precisamente, Hallie está en este proceso.
Una vez que se han conseguido todos estos factores rítmico-literarios que deben ir acompañados de un buen dominio de la gramática, empezamos a sugerir, dependiendo de los casos, incursiones en la métrica, pero siempre proponiendo estructuras más complejas en el verso multimétrico (encabalgamiento en dos versos con sentido propio, o sea, sin negar la pausa versal, etc.), donde se buscará la musicalidad y el máximo desarrollo del lenguaje literario. Y de ahí, a perfeccionar detalles, pequeños detalles que serán el pan nuestro de cada día, entre otras cosas, porque la perfección solo la encontraremos cuando alguien la invente.
A Óscar Distéfano e Ignacio Mincholed, en relación a las cuatro estructuras que posibilitan los poemas:
De entrada, si es verso no puede ser amétrico, precisamente, porque es un verso. Lo que en poesía es amétrico se llama versículo.
El problema está en la definición “verso libre”. Cualquier combinación de versos se tratará de una combinación de metros, puesto que cada tipo de verso tiene un metraje concreto y diferente. A partir de ahí, no existe el “verso libre”, sino la libre combinación de versos o, lo que es lo mismo, de metros.
Verso libre, no. Combinación libre, sí.
Incido, el concepto es el siguiente: Que una combinación de versos no se circunscriba a las formas clásicas, no significa que sea libre. Es otra forma de combinar los versos, no tiene que ser necesariamente libre.
Por lo tanto, lo que llaman verso libre es, en realidad, verso multimétrico.
La historia de la poesía está ligada al devenir de las formas métricas.
Hablando de poesía en verso, la pausa versal es el elemento que determina y pone nombre a cada uno de los versos.
Los versos se llaman el número de sílabas métricas que contienen.
Existen dos tipos de versos: verso simple y verso compuesto. El verso simple es aquel que observa la pausa versal (pausa al final del verso). El verso compuesto, sin embargo, además de la pausa versal, observa una o más detenciones dentro del verso, que se llaman pausas interiores. La pausa interior da lugar a que se formen dos o más especies de versos dentro del propio verso que se llaman hemistiquios, si son desiguales e isostiquios, si son iguales.
Con los versos, con todos ellos, se pueden hacer tres tipos de combinaciones:
Monométricas: de un solo metro, que además pueden ser monorrítmicas o polirrítmicas.
Pueden ser versos simples o compuestos, pero no es conveniente combinar versos simples y compuestos del mismo metro, porque ello da lugar a contradicciones métricas y rítmicas.
Polimétricas: de más de un metro, pero la combinación siempre aparece premeditada, por lo que no suelen combinarse más de cuatro metros. Pueden ser monorrítmicas pero lo normal es que sean
polirrítmicas. Pueden combinarse versos simples y compuestos siempre que no sean del mismo metro.
No se deben combinar versos con menos de dos sílabas de diferencia entre ellos, pues esto, muy a menudo, da lugar a que los versos resultantes no puedan ser debidamente catalogados, tampoco puedan ser correctamente recitados y, por lo tanto, el trabajo del autor no se puede percibir con todos los matices técnicos.
Multimétricas: no aparecen premeditadas y suelen ser de más de cuatro metros. Además pueden aparecer metrías similares y sostenidas dentro de los propios versos. Siempre son polirrítmicas.
En las combinaciones multimétricas no se deben utilizar versos compuestos; se trata de versos simples pero con los campos rítmicos perfectamente acotados por los signos de puntuación, por los descansos por cambio de sentido y, como en todo tipo de versos, por la pausa versal.
A menudo, en el verso multimétrico aparecen combinaciones de versos que se diferencian entre ellos por una sola sílaba. La razón está en que cuando el autor se deja llevar, es decir, no premedita, quien sí lo hace es su cerebro (inconscientemente, pero lo hace), por lo que aparece un abanico de versos que van desde el octosílabo y sus alrededores, hasta el endecasílabo y sus aledaños. Octosílabo y endecasílabo son el grupo fónico mínimo y máximo, respectivamente, en el idioma español, así que la mente se posiciona naturalmente por ahí.
Prosa versicular: a veces, lo que llaman verso libre -versolibrismo- no es tal, sino que es versículo - prosa versicular-, es decir, un poema a base de renglones, que no son versos, y que se llaman versículos. En estos casos, no se trata de versificación libre, ni isosilábica, ni irregular…, por la sencilla razón de que no son versos. Y sí se trata de una forma de prosa que no atiende a los preceptos irrenunciables del verso, ya que de atenderlos, obviamente, se trataría de versos. Pero no son versos y sí son versículos.
A Óscar Distéfano, en cuanto a la manera de analizar métricamente un poema:
Apunto una cuestión que me parece crucial a la hora de analizar un poema.
El análisis métrico debe encararse desde la perspectiva total de la obra, es decir, no se deben extraer partes del mismo, para ser analizadas aisladamente desde el punto de vista métrico, porque ello nos llevará a cometer errores de apreciación. En la métrica clásica ese es un concepto primordial entre los críticos literarios. Cuando disponga de más tiempo, trataré de explicarte los porqués del asunto.
En todo caso, las singularidades de la métrica dan lugar a situaciones concretas, que se pueden interpretar de varias formas. Figuras de transformación, licencias retóricas, alteración del cómputo silábico, pausa versal, pausa interna…, son elementos que hacen preciso encarar el poema desde la óptica del autor, o sea, antes de nada, tenemos que saber lo que ha querido hacer el autor. Después vendrá el análisis.
A Ignacio Mincholed, en relación a las definiciones de la Real Academia Española de la Lengua:
Definiciones DRAE:
verso amétrico
1. m. verso que no se sujeta a una medida fija de sílabas.
Ciertamente, a la RAE le trae al pairo el asunto de la versificación. Y digo que le importa un pimiento, porque no es que sus definiciones delaten una alarmante falta de conocimientos técnicos, sino que no se molesta en informarse lo más mínimo.
Confunde el verso con la combinación de versos, en una de sus grandes meteduras de pata, como cuando habla del versículo, lo califica como "cada uno de los versos de un poema escrito sin rima ni metro fijo y determinado, en especial cuando el verso constituye unidad de sentido". O sea, lo califica exactamente igual que al verso libre, pero aún mete más la pata con la última parte de su definición, porque es exactamente lo contrario.
En fin, increíble pero cierto. No me extraña que haya tan poca formación rítmico-literaria, tanto en el poema en verso, cuanto en el poema en versículos.
Apunto que un verso no puede ser amétrico, siempre tendrá un número de sílabas determinado y, por lo tanto, un nombre (los versos se llaman el número de sílabas que contienen hasta llegar a la pausa versal). Amétrico es el versículo -como amétrico es un renglón de la prosa-, porque, en este caso, no se trata de sílabas métricas, sino de sílabas gramaticales.
A todos los compañeros, en un intento de aclarar y sintetizar cuanto se ha dicho hasta ahora:
Diferencias entre un versículo y un verso: No tienen nada que ver. El versículo es una forma de prosa, poética, pero prosa. Es amétrico porque se compone de sílabas gramaticales.
El verso, no importa en qué tipo de combinación, sea cual sea la forma de combinarlo, siempre tiene un metro determinado. El verso siempre tiene un nombre y ese nombre es el de sus sílabas métricas, las que se cuentan de pausa versal a pausa versal.
A veces, un verso no se puede analizar fuera de su contexto, por lo cual, a la hora de analizar métricamente un poema, debemos ceñirnos al poema todo, es decir, desde una perspectiva general de la obra.
No existe el verso libre. Un verso no puede ser libre. Ahora bien, si escribimos versos sin pensar en los versos que estamos escribiendo, al final, tendremos una combinación de versos, todos ellos con nombre y apellido, todos ellos ya inventados, pero también tendremos una combinación de versos que se podría llamar una libre combinación de los versos de siempre. Son los versos de siempre, pero combinados sin pensar en ellos.
Que quede claro, escribir versos es versificar, así que, aunque no pensemos en los versos que estamos utilizando, deberemos ceñirnos a las reglas de la versificación, porque si no las observamos, automáticamente, lo que habremos escrito se convertirá en versículos. De ello se deduce que no existe el verso libre, lo que si existe es la libre combinación de versos.
En cuanto tenga un rato, intentaré ponerme en contacto con la Real Academia, para intentar elevarles la motivación que les permita informarse sobre el mundo del poema a día de hoy, siglo XXI. Actualmente, existen varios expertos que les podrían ayudar a entender que los días de la monometría rimada, como única manera de versificación, se han quedado desfasados. Estos asuntos, me preocupan bastante, porque ponen en peligro al propio verso, lo están abocando a su desaparición.
Sobre todas las cosas, hay un concepto capital: El verso en inherente a la poesía, pero la poesía es mucho más que versos. O sea, también se puede escribir poesía en prosa.
En fin, todos aquellos que defienden a ultranza la versificación medida y/o rimada, como única combinación válida en el poema, le están haciendo un flaco favor al propio verso. Contar sílabas o rimar, está muy bien, pero la versificación es mucho más. Y si todo eso no se entiende, le estaremos haciendo el caldo gordo a todos aquellos que piensan que cualquiera puede escribir un poema en verso o que un poema en verso es cualquier cosa.
A Ignacio Mincholed, en un intento de aclarar ciertos conceptos básicos del poema:
1. En la escritura no existe la libertad. La escritura está supeditada a unas normas muy cerradas contenidas en la Gramática.
Si hablamos de versos, las normas son más y son más cerradas.
2. No es lo mismo una sílaba gramatical que una sílaba métrica, son muy diferentes. La sílaba métrica es exclusiva de los versos, solo de los versos. Y es uno de los signos de identidad de todos los versos.
3. No existen los versos monosílabos. Esa es otra peculiaridad de los versos.
4. No hay descomposición de los versos en una combinación versal libre. No son versos descompuestos. Son versos, sin más.
5. Si no se sabe distinguir entre un verso y un versículo, se está poniendo en peligro toda la versificación.
A Óscar Distéfano, en relación a la no existencia de un verso libre o que todos los versos tienen, inevitablemente, una procedencia métrica. Incluyo una descomposición del versículo en verso multimétrico, como ejemplo más extremo de la idiosincrasia métrica en cualquier periodo rítmico-literario:
¿Por qué niego que un verso se pueda denominar “libre”? Porque, como ya he repetido muchas veces, todos los versos tienen nombre y apellido. En los versos corto, medio y largo (hasta 16 sílabas), todas las opciones rítmicas están catalogadas. En los versos muy largos (más de 16 sílabas), inevitablemente habrán de producirse descansos, alrededor de la octava sílaba (pausa por cambio de sentido o por signos de puntuación) que originarán periodos, también inevitablemente reconocibles desde el punto de vista métrico.
Es decir, a la hora de componer un poema en verso, todas las opciones rítmico-semánticas pasan por escribir los versos de siempre, versos que, obviamente, también componen la monometría clásica.
Normalmente te saldrán periodos de 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11 sílabas, luego, asimilables al penta, hexa, hepta, octo, enea, deca, endecasílabo...
Por lo tanto, se piense o no se piense en metrías, a la hora de escribir un poema en verso, siempre tendremos metrías, o sea, versos y, claro está, reconocibles desde el punto de vista métrico-rítmico.
Así pues, no existe el verso libre. Pero sí que existe la libre combinación de los versos. Cuando combinamos los versos sin premeditarlos, estamos escribiendo una libre combinación de versos. Verso libre no; combinación libre sí.
Esa es la razón por la que a lo que siempre se ha llamado verso libre, lo llamo verso multimétrico.
En cuanto al versículo, no es un verso, pero si está bien escrito, se puede convertir en una combinación de versos, es decir, en verso multimétrico.
Que quede claro, cuando se habla de verso libre, casi todo el mundo cree que se trata de versos libres, versos que se inventan a medida que se escriben; pues no; eso no es posible. Los versos ya están inventados. Lo único que se puede hacer el combinarlos como a cada cual le venga en gana, y ahí sí podríamos hablar de cierta libertad, pero la libertad está en la combinación, nunca en el propio verso.
Para intentar aclararte la cuestión, utilizaré el poema que nos ha dejado Ignacio, donde Baudelaire habla de su paradigma de libertad en el poema. Como podrás observar, los versos resultantes son absolutamente reconocibles.
“Mi querido amigo, le envío una obrita que no tiene ni pies ni cabeza porque aquí todo es pies y cabeza a la vez, alternativa y recíprocamente. Considere las admirables comodidades que ofrece a todos esta combinación, a usted, a mí y al lector. Podemos cortar donde queremos, yo mi ensueño, usted el manuscrito y el lector su lectura, porque no supedito su esquiva voluntad al hilo interminable de una intriga superflua. Sustraiga una vértebra y los dos trozos de esta tortuosa fantasía se unirán sin esfuerzo. Córtelo en muchos fragmentos y verá que cada cual puede existir separado […] ¿Quién no ha soñado el milagro de una prosa poética, musical, sin ritmo y sin rima, tan flexible y contrastada que pudiera adaptarse a los movimientos líricos del alma, a las ondulaciones de la ensoñación y a los sobresaltos de la conciencia?”
“Mi querido amigo,
le envío una obrita
que no tiene ni pies ni cabeza
porque aquí todo es pies y cabeza a la vez,
alternativa y recíprocamente.
Considere las admirables comodidades
que ofrece a todos esta combinación,
a usted, a mí y al lector.
Podemos cortar donde queremos,
yo mi ensueño, usted el manuscrito
y el lector su lectura,
porque no supedito su esquiva voluntad
al hilo interminable
de una intriga superflua.
Sustraiga una vértebra y los dos trozos
de esta tortuosa fantasía
se unirán sin esfuerzo.
Córtelo en muchos fragmentos
y verá que cada cual puede existir separado […]
¿Quién no ha soñado el milagro
de una prosa poética,
musical, sin ritmo y sin rima,
tan flexible y contrastada
que pudiera adaptarse
a los movimientos líricos del alma,
a las ondulaciones de la ensoñación
y a los sobresaltos de la conciencia?”
¿Qué hemos hecho? Hemos hecho lo que Baudelaire nos recomienda que hagamos: descomponerlo en “muchos fragmentos”. El resultado es verso multimétrico.
Ya ves, amigo Óscar, que, como dice Baudelaire, hagamos lo que hagamos siempre haremos lo mismo, sea un texto o un poema. La razón es bien sencilla: se trata del idioma. Al final, es solo causa del lenguaje.
Luego está el oficio del escritor de poemas; si se sabe versificar, si se conocen los recovecos de la versificación, más allá de sílabas y rimas, siempre se dispondrá de un plus rítmico, estilístico e incluso semántico, todo ello para añadir al posible talento literario de cada autor.
Comentarios sobre el verso, el versículo y, en general, del mundo del poema.
A continuación, como primer capítulo, publico algunos comentarios que he ido haciendo a los compañeros de Alaire, en otros posteos y, sobre todo, en el transcurso de un post que abrió Oscar Distéfano, para que un servidor le hablara sobre la manera de encarar la diferencia entre versículo y verso multimétrico. Estos comentarios me parecen de una gran importancia porque en ellos trato de explicar no solo la diferencia entre el versículo y el verso multimétrico, sino que hablo de varias cuestiones primordiales a la hora de vertebrar poemas; así mismo, también me ocupo de explicar la filosofía que desde siempre he desarrollado en Alaire. Como siempre digo, para escribir un poema no es obligado saber de estos asuntos, y sí es obligado saberlos si queremos saber qué clase de poema hemos escrito. El post de Óscar Distéfano se pueden leer en su totalidad en el siguiente enlace: http://editorialalaire.es/viewtopic.php ... 4&start=15
A Hallie Hernández Alfaro, sobre la pausa versal en el verso:
La pausa versal no sustituye, en ningún caso, los signos de puntuación, son cosas diferentes. Si sustituyes los signos por la pausa, constriñes las posibilidades técnicas (encabalgamiento, etc.) y embrollas, dificultas al lector el significado real (sintaxis). El problema de comprensión se agrava cuando unas estrofas tienen signos de puntuación y otras no los tienen.
A Óscar Distéfano, sobre el poema De nosotros, de Hallie Hernández Alfaro, respondiendo por qué el poema de Hallie está escrito en versos multimétricos y no en versículos:
El multimétrico. Sí, lo hemos acuñado en Alaire y se quiere referir al verso que comunmente se llama libre. Es una combinación versal que no se premedita. El poema de Hallie es un brillante ejemplo. Hallie no cuenta las sílabas, sin embargo, si desmenuzamos el poema, tendremos una combinación de versos muy parecida a lo que tú sueles llamar, y con razón, combinación imparisílaba. La razón es sencilla, el idioma es el responsable de que en el poema de Hallie los versos circunden el octosílabo y el endecasílabo, así, no es extraño que aparezcan pentasílabos, heptasílabos, eneasílabos, decasílabos, dodecasílabos…, a pesar de no haber premeditado la combinación métrica.
“Podríamos volver al punto de los que han llegado por apuro, sed o aventura,
condicionar sus motivos al hambre de existencia, a la carga de sus instintos;
o reconocer que en mitad de camino encontramos la verdad nuestra
el signo que nutre el vuelco más íntimo
los brazos escampados de diluvio
la vorágine de un templo que resguarda y confirma todas las hipótesis.”
En esta estrofa y las dos siguientes, podemos saber que se trata de versos, porque Hallie sustituye los signos de puntuación por la pausa versal. Si fueran versículos, sin la pausa final, se perdería el sentido de las frases, es decir, para hallar el sentido, la pausa versal es obligada, todo eso, aunque yo no sea partidario de tal circunstancia.
Una gran diferencia entre verso y versículo está en que el versículo, sin signo de puntuación, no termina el significado, es decir, para hallarle el sentido, depende del anterior o del siguiente y, en todo caso, depende del signo de puntuación, mientras que el verso puede utilizar el encabalgamiento para alargar o completar el sentido y, sin embargo, encabalgante y encabalgado sobreviven sintáctica y semánticamente por sí mismos. He ahí una de las aportaciones de Alaire a la renovación del verso: el encabalgamiento no es tratado como un rompimiento, sino como una figura retórica de altísimo rango y con un tratamiento exclusivo de Alaire. Pero, ojo, en el verso, si hay signo de puntuación, no hay encabalgamiento, una cosa anula a la otra.
Por otra parte, la longitud del verso viene determinada por una cuestión estética que busca la plenitud semántica a base de acotar la sintaxis en campos rítmico-literarios. Fijémonos en que cada verso tiene vida propia, o sea, puede sobrevivir por sí solo (esticomitia), sin necesidad del antecesor o del siguiente aunque el encadenamiento pueda completar el significado, en fin, cada uno de los versos se convierte en un poema dentro del poema.
A Julio Bonal, en relación a la conveniencia de no sustituir los signos de puntuación por la pausa versal, de no suprimir ninguno de ellos, y abundando en el modelo de la Escuela Alaire:
Es un privilegio que Alaire cuente con tus poemas y opiniones y lo único que podemos sentir es que no te veamos más a menudo.
¿Sabes?, creo que es mucho más importante de lo que parece, el hecho de que el poeta no quiera cambiar las reglas gramaticales. A mi juicio, el poeta no está facultado para cambiar las reglas de la escritura, para tal menester, existen otros especialistas.
Veamos, quizá valdría la pena que a la hora de valorar la importancia de escribir correctamente, tal y como nos han enseñado desde muy temprana edad y tal y como hemos insistido en aprender (perfeccionar) durante toda nuestra vida, tal vez sería conveniente que nos pusiéramos en la piel de los supuestos receptores de nuestra poesía. O salir del ámbito de los poetas y situarnos en el lugar del lector.
Los lectores, ay, qué pena de lectores, enfrentados a los vaivenes supuestamente ornamentales de los escritores de poemas, por lo demás y en mi opinión, casi siempre tremendamente perniciosos para la propia poesía. ¿A quién le puede extrañar que la poesía sea consumida casi exclusivamente por los propios poetas? Es así y, desde luego, embrollar la escritura a base de suprimir un elemento crucial para la comprensión de lo escrito (signos de puntuación), no parece la solución ideal para ganar lectores de nuestra causa (poesía&cultura escrita). Después, hay un asunto que también me parece importantísimo, esta vez, de cara a la técnica rítmico-literaria, y es la supresión, de lo que sea, pero supresión que significa restar, es decir, no utilizar signos de puntuación significa empobrecer el poema. La técnica literaria necesita a la gramática, pero la técnica rítmico-literaria aún la necesita más, porque es más compleja que aquella.
Los grandes avanzados de la supresión de las signos de puntuación, fueron los surrealistas de la escritura automática, luego algunos negaron el automatismo, pero se nombraron igualmente surrealistas, puesto que utilizaban el caos sintáctico-literario, aunque no automático y sí intelectualizado, amén de excluir los signos de puntuación, en parte o en su totalidad, negando la puntuación pero añadiendo detalles de sus propias cosechas; por ejemplo, Aleixandre en Espadas como labios, no puntúa pero añade una mayúscula para avisar de que debería haber un punto, con lo cual consigue un conflicto semántico para los lectores, precisamente, en una obra de importancia capital; qué lástima que un autor como Aleixandre sea tan poco conocido y mucho menos comprendido, pero es así y sus experimentos pseudosurrealistas no le ayudaron mucho en este sentido.
Ahora, vayamos al germen de la poesía, a la sementera que no es otra cosa que la infancia y las juventudes estudiantes. ¿Cómo pueden enseñar poesía los profesores a los niños, si a la hora de leer los poemas, no los entienden ni unos ni otros? Unos se afanan por enseñar las reglas de la escritura, otros por aprenderlas. Y todos deben desentrañar un misterio gramatical a la hora de leer un poema. No basta con la complejidad, polisemia…, tenemos que poner más trabas.
Amigo mío, tú sabes que son muchos los escritores que tienen dificultades a la hora de puntuar. Y yo me pregunto, ¿por qué algunos poetas cambian a su antojo las reglas gramaticales que son tan trabajosas de enseñar y tan difíciles de aprender? Y, bueno, a un poeta le da por empezar todos los versos con mayúscula; a otro poeta le da por suprimir las comas; al siguiente le da por quitar los puntos; llega otro poeta y sigue con minúscula después de un punto, en fin, un montón de ocurrencias que no tienen nada de positivo y que son una losa muy pesada, un enorme obstáculo para la evolución rítmica, estética y literaria, porque evita su pleno desarrollo. Es curioso que, probablemente al amparo de los grandes autores que alguna vez no puntuaron, surja una gran cantidad de poetas que suprimen los signos de puntuación porque puntúan deficientemente o no tienen clara la forma correcta de puntuar.
En fin, el poema de Hallie no se puede tomar de ejemplo para hallar la importancia crucial de los signos de puntuación en el ritmo, la estética o la semántica, porque nuestra querida colega, está empezando a inmiscuirse en la estructura versal que predicamos en Alaire, es decir, su estructura versal no tiene la suficiente complejidad como para necesitar imperiosamente de los signos de puntuación, a la vista está que los signos que faltan están en el lugar de la pausa versal, lo cual es el instrumento de supresión más básico, más racional y, no por ello, menos perjudicial que los restantes.
Querido amigo Julio, en el proceso evolutivo de Alaire, en este momento, cada autor está en un nivel determinado. No es fácil sugerir las pautas, porque cada forista precisa de unas muy concretas. Por ejemplo, si uno escribe endecasílabos decimonónicos (contradicciones métricas y rítmicas, etc.), pues, se trata de que los modernice. Si un autor no tiene conocimientos métricos, lo primero que hacemos es tratar de que trabaje una estética versal que debe significar algo, debe significar un porqué, es decir, el verso tiene un sentido determinado y además es un eslabón, pertenece a la cadena versal del poema. De ahí, pasamos al ritmo del verso, lo buscamos aprovechando para desarrollar el lenguaje, en este caso, literario; los tropos seguirán estando pero semánticamente bien hallados y, además, aparecerán otras figuras retóricas; precisamente, Hallie está en este proceso.
Una vez que se han conseguido todos estos factores rítmico-literarios que deben ir acompañados de un buen dominio de la gramática, empezamos a sugerir, dependiendo de los casos, incursiones en la métrica, pero siempre proponiendo estructuras más complejas en el verso multimétrico (encabalgamiento en dos versos con sentido propio, o sea, sin negar la pausa versal, etc.), donde se buscará la musicalidad y el máximo desarrollo del lenguaje literario. Y de ahí, a perfeccionar detalles, pequeños detalles que serán el pan nuestro de cada día, entre otras cosas, porque la perfección solo la encontraremos cuando alguien la invente.
A Óscar Distéfano e Ignacio Mincholed, en relación a las cuatro estructuras que posibilitan los poemas:
De entrada, si es verso no puede ser amétrico, precisamente, porque es un verso. Lo que en poesía es amétrico se llama versículo.
El problema está en la definición “verso libre”. Cualquier combinación de versos se tratará de una combinación de metros, puesto que cada tipo de verso tiene un metraje concreto y diferente. A partir de ahí, no existe el “verso libre”, sino la libre combinación de versos o, lo que es lo mismo, de metros.
Verso libre, no. Combinación libre, sí.
Incido, el concepto es el siguiente: Que una combinación de versos no se circunscriba a las formas clásicas, no significa que sea libre. Es otra forma de combinar los versos, no tiene que ser necesariamente libre.
Por lo tanto, lo que llaman verso libre es, en realidad, verso multimétrico.
La historia de la poesía está ligada al devenir de las formas métricas.
Hablando de poesía en verso, la pausa versal es el elemento que determina y pone nombre a cada uno de los versos.
Los versos se llaman el número de sílabas métricas que contienen.
Existen dos tipos de versos: verso simple y verso compuesto. El verso simple es aquel que observa la pausa versal (pausa al final del verso). El verso compuesto, sin embargo, además de la pausa versal, observa una o más detenciones dentro del verso, que se llaman pausas interiores. La pausa interior da lugar a que se formen dos o más especies de versos dentro del propio verso que se llaman hemistiquios, si son desiguales e isostiquios, si son iguales.
Con los versos, con todos ellos, se pueden hacer tres tipos de combinaciones:
Monométricas: de un solo metro, que además pueden ser monorrítmicas o polirrítmicas.
Pueden ser versos simples o compuestos, pero no es conveniente combinar versos simples y compuestos del mismo metro, porque ello da lugar a contradicciones métricas y rítmicas.
Polimétricas: de más de un metro, pero la combinación siempre aparece premeditada, por lo que no suelen combinarse más de cuatro metros. Pueden ser monorrítmicas pero lo normal es que sean
polirrítmicas. Pueden combinarse versos simples y compuestos siempre que no sean del mismo metro.
No se deben combinar versos con menos de dos sílabas de diferencia entre ellos, pues esto, muy a menudo, da lugar a que los versos resultantes no puedan ser debidamente catalogados, tampoco puedan ser correctamente recitados y, por lo tanto, el trabajo del autor no se puede percibir con todos los matices técnicos.
Multimétricas: no aparecen premeditadas y suelen ser de más de cuatro metros. Además pueden aparecer metrías similares y sostenidas dentro de los propios versos. Siempre son polirrítmicas.
En las combinaciones multimétricas no se deben utilizar versos compuestos; se trata de versos simples pero con los campos rítmicos perfectamente acotados por los signos de puntuación, por los descansos por cambio de sentido y, como en todo tipo de versos, por la pausa versal.
A menudo, en el verso multimétrico aparecen combinaciones de versos que se diferencian entre ellos por una sola sílaba. La razón está en que cuando el autor se deja llevar, es decir, no premedita, quien sí lo hace es su cerebro (inconscientemente, pero lo hace), por lo que aparece un abanico de versos que van desde el octosílabo y sus alrededores, hasta el endecasílabo y sus aledaños. Octosílabo y endecasílabo son el grupo fónico mínimo y máximo, respectivamente, en el idioma español, así que la mente se posiciona naturalmente por ahí.
Prosa versicular: a veces, lo que llaman verso libre -versolibrismo- no es tal, sino que es versículo - prosa versicular-, es decir, un poema a base de renglones, que no son versos, y que se llaman versículos. En estos casos, no se trata de versificación libre, ni isosilábica, ni irregular…, por la sencilla razón de que no son versos. Y sí se trata de una forma de prosa que no atiende a los preceptos irrenunciables del verso, ya que de atenderlos, obviamente, se trataría de versos. Pero no son versos y sí son versículos.
A Óscar Distéfano, en cuanto a la manera de analizar métricamente un poema:
Apunto una cuestión que me parece crucial a la hora de analizar un poema.
El análisis métrico debe encararse desde la perspectiva total de la obra, es decir, no se deben extraer partes del mismo, para ser analizadas aisladamente desde el punto de vista métrico, porque ello nos llevará a cometer errores de apreciación. En la métrica clásica ese es un concepto primordial entre los críticos literarios. Cuando disponga de más tiempo, trataré de explicarte los porqués del asunto.
En todo caso, las singularidades de la métrica dan lugar a situaciones concretas, que se pueden interpretar de varias formas. Figuras de transformación, licencias retóricas, alteración del cómputo silábico, pausa versal, pausa interna…, son elementos que hacen preciso encarar el poema desde la óptica del autor, o sea, antes de nada, tenemos que saber lo que ha querido hacer el autor. Después vendrá el análisis.
A Ignacio Mincholed, en relación a las definiciones de la Real Academia Española de la Lengua:
Definiciones DRAE:
verso amétrico
1. m. verso que no se sujeta a una medida fija de sílabas.
Ciertamente, a la RAE le trae al pairo el asunto de la versificación. Y digo que le importa un pimiento, porque no es que sus definiciones delaten una alarmante falta de conocimientos técnicos, sino que no se molesta en informarse lo más mínimo.
Confunde el verso con la combinación de versos, en una de sus grandes meteduras de pata, como cuando habla del versículo, lo califica como "cada uno de los versos de un poema escrito sin rima ni metro fijo y determinado, en especial cuando el verso constituye unidad de sentido". O sea, lo califica exactamente igual que al verso libre, pero aún mete más la pata con la última parte de su definición, porque es exactamente lo contrario.
En fin, increíble pero cierto. No me extraña que haya tan poca formación rítmico-literaria, tanto en el poema en verso, cuanto en el poema en versículos.
Apunto que un verso no puede ser amétrico, siempre tendrá un número de sílabas determinado y, por lo tanto, un nombre (los versos se llaman el número de sílabas que contienen hasta llegar a la pausa versal). Amétrico es el versículo -como amétrico es un renglón de la prosa-, porque, en este caso, no se trata de sílabas métricas, sino de sílabas gramaticales.
A todos los compañeros, en un intento de aclarar y sintetizar cuanto se ha dicho hasta ahora:
Diferencias entre un versículo y un verso: No tienen nada que ver. El versículo es una forma de prosa, poética, pero prosa. Es amétrico porque se compone de sílabas gramaticales.
El verso, no importa en qué tipo de combinación, sea cual sea la forma de combinarlo, siempre tiene un metro determinado. El verso siempre tiene un nombre y ese nombre es el de sus sílabas métricas, las que se cuentan de pausa versal a pausa versal.
A veces, un verso no se puede analizar fuera de su contexto, por lo cual, a la hora de analizar métricamente un poema, debemos ceñirnos al poema todo, es decir, desde una perspectiva general de la obra.
No existe el verso libre. Un verso no puede ser libre. Ahora bien, si escribimos versos sin pensar en los versos que estamos escribiendo, al final, tendremos una combinación de versos, todos ellos con nombre y apellido, todos ellos ya inventados, pero también tendremos una combinación de versos que se podría llamar una libre combinación de los versos de siempre. Son los versos de siempre, pero combinados sin pensar en ellos.
Que quede claro, escribir versos es versificar, así que, aunque no pensemos en los versos que estamos utilizando, deberemos ceñirnos a las reglas de la versificación, porque si no las observamos, automáticamente, lo que habremos escrito se convertirá en versículos. De ello se deduce que no existe el verso libre, lo que si existe es la libre combinación de versos.
En cuanto tenga un rato, intentaré ponerme en contacto con la Real Academia, para intentar elevarles la motivación que les permita informarse sobre el mundo del poema a día de hoy, siglo XXI. Actualmente, existen varios expertos que les podrían ayudar a entender que los días de la monometría rimada, como única manera de versificación, se han quedado desfasados. Estos asuntos, me preocupan bastante, porque ponen en peligro al propio verso, lo están abocando a su desaparición.
Sobre todas las cosas, hay un concepto capital: El verso en inherente a la poesía, pero la poesía es mucho más que versos. O sea, también se puede escribir poesía en prosa.
En fin, todos aquellos que defienden a ultranza la versificación medida y/o rimada, como única combinación válida en el poema, le están haciendo un flaco favor al propio verso. Contar sílabas o rimar, está muy bien, pero la versificación es mucho más. Y si todo eso no se entiende, le estaremos haciendo el caldo gordo a todos aquellos que piensan que cualquiera puede escribir un poema en verso o que un poema en verso es cualquier cosa.
A Ignacio Mincholed, en un intento de aclarar ciertos conceptos básicos del poema:
1. En la escritura no existe la libertad. La escritura está supeditada a unas normas muy cerradas contenidas en la Gramática.
Si hablamos de versos, las normas son más y son más cerradas.
2. No es lo mismo una sílaba gramatical que una sílaba métrica, son muy diferentes. La sílaba métrica es exclusiva de los versos, solo de los versos. Y es uno de los signos de identidad de todos los versos.
3. No existen los versos monosílabos. Esa es otra peculiaridad de los versos.
4. No hay descomposición de los versos en una combinación versal libre. No son versos descompuestos. Son versos, sin más.
5. Si no se sabe distinguir entre un verso y un versículo, se está poniendo en peligro toda la versificación.
A Óscar Distéfano, en relación a la no existencia de un verso libre o que todos los versos tienen, inevitablemente, una procedencia métrica. Incluyo una descomposición del versículo en verso multimétrico, como ejemplo más extremo de la idiosincrasia métrica en cualquier periodo rítmico-literario:
¿Por qué niego que un verso se pueda denominar “libre”? Porque, como ya he repetido muchas veces, todos los versos tienen nombre y apellido. En los versos corto, medio y largo (hasta 16 sílabas), todas las opciones rítmicas están catalogadas. En los versos muy largos (más de 16 sílabas), inevitablemente habrán de producirse descansos, alrededor de la octava sílaba (pausa por cambio de sentido o por signos de puntuación) que originarán periodos, también inevitablemente reconocibles desde el punto de vista métrico.
Es decir, a la hora de componer un poema en verso, todas las opciones rítmico-semánticas pasan por escribir los versos de siempre, versos que, obviamente, también componen la monometría clásica.
Normalmente te saldrán periodos de 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11 sílabas, luego, asimilables al penta, hexa, hepta, octo, enea, deca, endecasílabo...
Por lo tanto, se piense o no se piense en metrías, a la hora de escribir un poema en verso, siempre tendremos metrías, o sea, versos y, claro está, reconocibles desde el punto de vista métrico-rítmico.
Así pues, no existe el verso libre. Pero sí que existe la libre combinación de los versos. Cuando combinamos los versos sin premeditarlos, estamos escribiendo una libre combinación de versos. Verso libre no; combinación libre sí.
Esa es la razón por la que a lo que siempre se ha llamado verso libre, lo llamo verso multimétrico.
En cuanto al versículo, no es un verso, pero si está bien escrito, se puede convertir en una combinación de versos, es decir, en verso multimétrico.
Que quede claro, cuando se habla de verso libre, casi todo el mundo cree que se trata de versos libres, versos que se inventan a medida que se escriben; pues no; eso no es posible. Los versos ya están inventados. Lo único que se puede hacer el combinarlos como a cada cual le venga en gana, y ahí sí podríamos hablar de cierta libertad, pero la libertad está en la combinación, nunca en el propio verso.
Para intentar aclararte la cuestión, utilizaré el poema que nos ha dejado Ignacio, donde Baudelaire habla de su paradigma de libertad en el poema. Como podrás observar, los versos resultantes son absolutamente reconocibles.
“Mi querido amigo, le envío una obrita que no tiene ni pies ni cabeza porque aquí todo es pies y cabeza a la vez, alternativa y recíprocamente. Considere las admirables comodidades que ofrece a todos esta combinación, a usted, a mí y al lector. Podemos cortar donde queremos, yo mi ensueño, usted el manuscrito y el lector su lectura, porque no supedito su esquiva voluntad al hilo interminable de una intriga superflua. Sustraiga una vértebra y los dos trozos de esta tortuosa fantasía se unirán sin esfuerzo. Córtelo en muchos fragmentos y verá que cada cual puede existir separado […] ¿Quién no ha soñado el milagro de una prosa poética, musical, sin ritmo y sin rima, tan flexible y contrastada que pudiera adaptarse a los movimientos líricos del alma, a las ondulaciones de la ensoñación y a los sobresaltos de la conciencia?”
“Mi querido amigo,
le envío una obrita
que no tiene ni pies ni cabeza
porque aquí todo es pies y cabeza a la vez,
alternativa y recíprocamente.
Considere las admirables comodidades
que ofrece a todos esta combinación,
a usted, a mí y al lector.
Podemos cortar donde queremos,
yo mi ensueño, usted el manuscrito
y el lector su lectura,
porque no supedito su esquiva voluntad
al hilo interminable
de una intriga superflua.
Sustraiga una vértebra y los dos trozos
de esta tortuosa fantasía
se unirán sin esfuerzo.
Córtelo en muchos fragmentos
y verá que cada cual puede existir separado […]
¿Quién no ha soñado el milagro
de una prosa poética,
musical, sin ritmo y sin rima,
tan flexible y contrastada
que pudiera adaptarse
a los movimientos líricos del alma,
a las ondulaciones de la ensoñación
y a los sobresaltos de la conciencia?”
¿Qué hemos hecho? Hemos hecho lo que Baudelaire nos recomienda que hagamos: descomponerlo en “muchos fragmentos”. El resultado es verso multimétrico.
Ya ves, amigo Óscar, que, como dice Baudelaire, hagamos lo que hagamos siempre haremos lo mismo, sea un texto o un poema. La razón es bien sencilla: se trata del idioma. Al final, es solo causa del lenguaje.
Luego está el oficio del escritor de poemas; si se sabe versificar, si se conocen los recovecos de la versificación, más allá de sílabas y rimas, siempre se dispondrá de un plus rítmico, estilístico e incluso semántico, todo ello para añadir al posible talento literario de cada autor.