La Editorial Alaire, auspiciada por la Academia de Poesía Alaire, pone gratuitamente a disposición de sus foristas registrados, varios foros de poesía, prosa literaria, debates…, para que puedan publicar sus obras e interactuar entre ellos, así como, la tienda de libros donde se muestran las publicaciones, tanto en papel como en formato digital, estos mediante descarga gratuita. La razón de ser de nuestros foros se centra en promocionar la poesía, mediante las obras de los autores que participan en la plataforma de la Academia de Poesía Alaire. La promoción de la poesía, a nivel del mundo de habla hispana, conlleva una enorme responsabilidad, por ello, pedimos la máxima implicación de todos los miembros de Alaire. Vale recordar al gran maestro Dumas: uno para todos y todos para uno. Muchas gracias por todo, queridos compañeros.
Creo sentir, en estas horas,
la más escasa multitud del hombre.
Al crepúsculo empiezan a llorar las rosas
como si en el barranco mismo de la muerte se cayeran
con el aroma de la tierra
recién mojada, y la alarma del grillo
ante la tensa y helada tiranía en los rincones.
Vuela la sirena de una ambulancia.
En el cuarto de arriba, suenan la guitarra y la voz
eterna de Jim Morrison, y de nuevo la luna
y sus paños en mi ventana. De nuevo la añoranza.
Lentamente el ahogo emerge del navío naufragado
y se eleva hacia el cielo pardo y taciturno,
y en el jardín se apagan todas las antorchas,
y el tembloroso aroma de las azucenas se refugia
en el rincón más libre de corriente de aire del garaje.
Este año el invierno muerde.
Como el amor de Cristo coronado,
como un parque de juegos infantiles,
como los manantiales rapsodas de las cordilleras,
como el mutismo misterioso del deseo
que oscurece la noche
y apaga los espejos quemantes.
Tus pechos, hermosas palomas, duermen
sobre el follaje de mis ruinosas amapolas,
y ningún alambre en el cielo, ningún cable en mi panorama.
Todo cuanto está vivo es una lámpara sin protección.
Tu rostro ajado llega y me muestra la pátina perdida de la sala,
se despeña con sus lejanas risas habituales,
y deja su ventana bien abierta
donde un doliente adiós observa desde allá.
Hubo un setiembre eterno nuestro
en una habitación de resplandores,
sublime como el ateísmo que desea
echarse de rodillas. Ni tú ni yo lo recordamos ya.
Se alargan los árboles de la noche, y huyen sus aves
de mi boca. En el silencioso río de la calle
va muriendo el silbido solitario de un hombre en paz,
y mi alma embotellada
flota hacia el mar del gran descanso.
Magnífico... no preciso de más palabras. Gracias , por compartir.
Un abrazo, Poeta.
BEGOÑA.
Creo sentir, en estas horas,
la más escasa multitud del hombre.
Al crepúsculo empiezan a llorar las rosas
como si en el barranco mismo de la muerte se cayeran
con el aroma de la tierra
recién mojada, y la alarma del grillo
ante la tensa y helada tiranía en los rincones.
Vuela la sirena de una ambulancia.
En el cuarto de arriba, suenan la guitarra y la voz
eterna de Jim Morrison, y de nuevo la luna
y sus paños en mi ventana. De nuevo la añoranza.
Lentamente el ahogo emerge del navío naufragado
y se eleva hacia el cielo pardo y taciturno,
y en el jardín se apagan todas las antorchas,
y el tembloroso aroma de las azucenas se refugia
en el rincón más libre de corriente de aire del garaje.
Este año el invierno muerde.
Como el amor de Cristo coronado,
como un parque de juegos infantiles,
como los manantiales rapsodas de las cordilleras,
como el mutismo misterioso del deseo
que oscurece la noche
y apaga los espejos quemantes.
Tus pechos, hermosas palomas, duermen
sobre el follaje de mis ruinosas amapolas,
y ningún alambre en el cielo, ningún cable en mi panorama.
Todo cuanto está vivo es una lámpara sin protección.
Tu rostro ajado llega y me muestra la pátina perdida de la sala,
se despeña con sus lejanas risas habituales,
y deja su ventana bien abierta
donde un doliente adiós observa desde allá.
Hubo un setiembre eterno nuestro
en una habitación de resplandores,
sublime como el ateísmo que desea
echarse de rodillas. Ni tú ni yo lo recordamos ya.
Se alargan los árboles de la noche, y huyen sus aves
de mi boca. En el silencioso río de la calle
va muriendo el silbido solitario de un hombre en paz,
y mi alma embotellada
flota hacia el mar del gran descanso.
Celebro el flujo hermoso de tu poesía, Óscar, un deleite y aprendizaje leerte. ERA
Cada estrofa -y casi cada verso- es un poema en si misma que trasmite profunda emoción y belleza. El léxico, exquisito y el ritmo, impecable. Magnífico poema, para leer muchas veces.
Un abrazo.
Pepa
Prefiero ser verbal
y no adjetiva.
Perfecta ¿para qué?
si no es amandote.
Manuel Alonso escribió:Amigo Óscar este Nocturno cala hasta los huesos, amigo, sublime como el ateísmo que aludes. Es un placer leer estos versos que compartes, amigo, recibe un fuerte abrazo.
Gracias, Manuel, por tu visita y cálido comentario. Es un alegrón.
Un abrazo.
Óscar
Nuestro destino no es llegar a la última estación, sino ser arrojado del tren.
Israel Liñán escribió:Óscar tu poema estremece, ¡ Y además nombras a Morrison! qué más se puede pedir.
Un placer pasar por tus versos, compañero.
Un abrazo.
Israel, amigo, me alegro un montón que te guste Morrison. Su música perdura. Mi hijo lo tiene como ídolo.
Gracias por comentar tan positivamente este poema. Como ves, es un estado de ánimo.
Un abrazo grande.
Óscar
Nuestro destino no es llegar a la última estación, sino ser arrojado del tren.
F. Enrique escribió: Nocturno que se tiñe de reflexiones profundas, algunas llegan adentro y enamoran con un sentir exquisito, un deseo que no muere, otras pasan por la calle donde puede cruzar el amor o enquistarse el olvido, otras hablan de la música que se recuerda siempre y que nos puede llegar del piso de arriba. Has escrito un gran poema, Óscar, ya lo creo.
Un abrazo.
Yo te considero un gran lector de poemas. Tienes un agudo ojo. Por esta razón me pongo muy contento ante este comentario sobre mi Nocturno. Gracias por tu exquisito aporte.
Un abrazo grande.
Óscar
Nuestro destino no es llegar a la última estación, sino ser arrojado del tren.
Ronald Bonilla escribió:Oscar, es un poema de gran calidad, lleno de ese humanismo propio de lo existencial, y me encantó la alusión a Morrison, me retrotrajo a otras èpocas que se entremezclan con la realidad actual, abrazos
Me alegra mucho que el poema haya sido de tu agrado, que lo hayas visto de esa manera, y que te guste Jim Morrison. Gracias, compañero.
Un abrazo.
Óscar
Nuestro destino no es llegar a la última estación, sino ser arrojado del tren.