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Especulación moral sobre la batalla de Covadonga

Publicado: Vie, 24 Abr 2015 11:15
por Pablo Ibáñez
Se levantaron los fundíbulos, se prepararon las hondas, brillaron las espadas, se encresparon las lanzas e incesantemente se lanzaron saetas. Pero al punto se mostraron las magnificencias del Señor: las piedras que salían de los fundíbulos y llegaban a la casa de la Virgen Santa María, que estaba dentro de la cueva, se volvían contra los que las disparaban y mataban a los caldeos. Y como a Dios no le hacen falta lanzas, sino que da la palma de la victoria a quien quiere, los caldeos emprendieron la fuga...
Crónica de Abelda

…no cesaron de atacarle hasta que sus soldados murieron de hambre y no quedaron en su compañía sino treinta hombres y diez mujeres. Y no tenían qué comer sino la miel que tomaban de la dejada por las abejas en las hendiduras de la roca. La situación de los musulmanes llegó a ser penosa, y al cabo los despreciaron diciendo
«Treinta asnos salvajes, ¿qué daño pueden hacernos?».

Crónica de Al-Maqqari





No es bella la derrota, ni piadosa.
Perdidos entre el miedo y el cansancio
trepamos a la cueva tras la lucha,
apenas diez mujeres, veinte hombres, si así puede llamarse a los vencidos.

Bramaba en la distancia el verde valle, rebosante de tropas de morisca,
al menos diez mil hombres, Al Qama a la cabeza
—que Dios guarde en su odio—,
agrupándose debajo de la cueva, convencidos
del fin del reino Astur, sumido en treinta vidas lastimosas
y una que juzgaban alimaña sobre todas: Pelayo, nuestro rey,
nuestro caudillo: orgullo sobre orgullo sobre orgullo,
creyendo que el orgullo sin prudencia forjaba los Arturos.

Oramos a las brasas nuestros ruegos
abrazando la cruz que nos quedaba, madero humedecido y macilento,
encomendándonos a aquel que hizo lo mismo
en soledad.
Pelayo, pensativo, recorría la cueva sin descanso,
acaso escudriñando la forma más señora
de dar por terminados su vida y su reinado. De repente,
por un hueco inaudito entre la roca,
penetró un haz de luz iridiscente
y fue a clavarse en él, en su pechera. Mudó paralizado y sin aliento.

Levantamos la vista de los rezos, extrañados,
y le vimos asentir transfigurado, como un santo;
se despojó de sus armas y ropajes, sin dar explicación ni pausa alguna,
conservando la corona en su cabeza, tal hábito de Rey bastase al hombre.
Con una seriedad inopinada, cargó con la cruz su lomo desnudo,
dobló su robustez al basto suelo, se puso a cuatro patas
y comenzó a gatear hacia la puerta.

Nos miramos los unos a los otros, atónitos de aquel comportamiento
más propio de bufón que de monarca,
más propio de comedia que de drama.
Asomando la corona de la cueva,
oímos tensar la arquería bereber, el hierro desvainarse
ávido de carne bautizada.
Salió nuestro señor a cuatro patas, desnudo como Adán, cabeza gacha,
ensayando un rebuzno prolongado, como un asno,
bufando y resoplando, la mirada vacía de la bestia.
Sin duda la razón le había abandonado en aquel trance.

La ráfaga de Alá quedó desconcertada.
Un silencio inmóvil cubrió toda la escena, coloreado tan solo del rebuzno,
grotesco retorcer de la quijada, torpes movimientos de rodilla ensangrentada.

Sabido es el infiel de risa fácil;
el crujido de cuerdas tensadas de los arcos
quedó sustituido por grandes carcajadas.
—¿Habéis visto a su rey? — reían todos— ¿Y cómo gruñirán los de calaña?
Pelayo insistía en sus rebuznos, ahora con un ritmo,
que pronto corearon con voces y con risas, con golpes chirriantes de escudo contra espada.
Agachando su cabeza, el rey mordió la hierba,
al tiempo que caía su corona monte abajo;
alzó la dentadura negra en barro, con un nuevo rebuzno,
redoblando las risas monstruosas.
Volvió hacia ellos sus reales posaderas, en un tal movimiento,
que su lomo torcido bruscamente llevó la cruz al suelo,
para enorme regocijo de los otros, cuyo estrépito llenaba el valle entero.


El eco trepó por la pared de roca vertical, enfrente de la cueva
y el vibrar quebró su místico equilibrio.
Oímos un crujido mineral
y un reguero de piedras deslizándose hacia el río.
Siguió un estruendo de bloques portentosos
cayendo sobre el ejército de Al Qama,
cortando la salida vista al valle, en una ratonera de lamentos
sobre la que se debatió la furia de la piedra
al menos lo que dura un padrenuestro.

Después, un silencio prodigioso.

Pelayo entró en la cueva a cuatro patas, sin ropas ni corona,
sin cruz y sin orgullo, como había desembocado en este mundo.
—Os aseguro—dijo, irguiéndose del suelo— que oiréis vivir a vuestro rey cuando esté muerto.
Y siguió para orar solo y desnudo al fondo de la cueva.

Publicado: Vie, 24 Abr 2015 11:57
por Mariano García
Pablo, me parece un texto excepcional. Me ha sorprendido por cómo me ha atrapado, por el tema y por cómo está escrito. Me ha generado un ansia de leer más. Si no te importa (que no te importará, supongo) voy a poner un enlace a este tema en mi blog. Todavía no te he leído lo suficiente, pero eso se va a acabar. Te cogí la matrícula.

Recibe un cordial saludo.

Publicado: Vie, 24 Abr 2015 15:54
por curra anguiano
Me parece una maravillo amigo
te aplauda admirada


Mil gracias y mi besos


Curra

Publicado: Vie, 24 Abr 2015 16:31
por Miguel Ángel Martínez Góm
Un gran trabajo Pablo. Una lectura emocionante, con una musicalidad que atrapa.
Mi enhorabuena por esta belleza.
Un abrazo fuerte.

Publicado: Vie, 24 Abr 2015 16:56
por Manuel Alonso
Me ha parecido un trabajo arduo u espléndido, mi buen amigo Pablo, Don Pelayo ahuyentando a los infieles, provocando el alud, haciendo de asno. Todo ello acompañado de la musicalidad de tus preciosos versos, amigo. Un placer haber leído este poema, como tantos otros tuyos. Un abrazo astur, muy fuerte.

re: Especulación moral sobre la batalla de Covadonga

Publicado: Vie, 24 Abr 2015 17:04
por Ricardo Serna G
Pablo

Magnífico trabajo..calidad de maestro


saludos, querido amigo

re: Especulación moral sobre la batalla de Covadonga

Publicado: Vie, 24 Abr 2015 17:07
por Pilar Morte
Pablo, impresionante. Has subido como la espuma y ya eres un buen poeta. Magnífico trabajo. Felicitacidades
Besos
Pilar

Publicado: Vie, 24 Abr 2015 18:41
por Gerardo Mont
Pablo un trabajo que cautiva de principio a fin. Se lee y saborea exquisito, completo, nutritivo. De lujo tu poema compañero. Leo y aprendo. Un gran abrazo.

re: Especulación moral sobre la batalla de Covadonga

Publicado: Vie, 24 Abr 2015 19:11
por Isabel Moncayo
Y así la reconquista, y tú que me has conquistado desde el primer verso con esos endecasílabos que tan bien se te dan y ese ritmo trepidante del que no te has bajado en todo el poema, y con el que he disfrutado haciendo visibles esas escenas que tan bien describes, eres grande Pablo, y no he podido por más que dejarte aquí toda mi admiración. ¡FANTÁSTICO!




Un beso.

re: Especulación moral sobre la batalla de Covadonga

Publicado: Vie, 24 Abr 2015 22:33
por Víctor F. Mallada
Muy bonita esta versión tan tuya del mito fundacional, Pablo. Me has hecho sonreír, a la vez que admiraba el estilo (!el ritmo!) y el desarrollo del poema.

Todo un logro, amigo.


Víctor

Publicado: Sab, 25 Abr 2015 20:48
por Pablo Ibáñez
Gracias Mariano,

me alegra mucho que te guste, amigo. Claro que no me importa que lo enlaces, todo lo contrario.

Un abrazo, amigo.

Publicado: Sab, 25 Abr 2015 20:49
por Pablo Ibáñez
Gracias Curra,

me alegro que te haya gustado, amiga.

Recibe un gran abrazo.

Publicado: Sab, 25 Abr 2015 20:50
por Pablo Ibáñez
Gracias Miguel Ángel,

un honor para mí tu paso y positiva valoración.

Un abrazo.

Publicado: Sab, 25 Abr 2015 20:53
por Pablo Ibáñez
Gracias Manuel,

sí, la batalla de Covadonga siempre me ha llamado la atención. Por se asturiano y por lo extraño del caso. ¿Cómo fue posible que unas decenas de godos, mal armados y mal organizados, venciesen a todo un ejército musulmán que por entonces dominaba toda la península ibérica? Aparte de la intervención divina, campo de las creencias de cada uno, hay algo que no encaja.

Un abrazo.

Publicado: Sab, 25 Abr 2015 20:54
por Pablo Ibáñez
Gracias Pilar,

me alegro que te haya gustado, querida amiga. Es un honor para mí tu consideración.

Recibe un gran abrazo.