Juguemos. (L. IX)
Publicado: Vie, 14 Dic 2007 17:41
De acuerdo, juguemos.
Rivales, casi desconocidos. Y se abre el telón.
Qué te parece una dualidad, por ejemplo.
Partamos del ahora, lo demás importa menos,
exactamente, en la medida de lo posible.
Me he jugado de todo; incluso dinero.
El dinero nunca fue fundamental. Prefiero jugarme la vida,
o sea, lo que quede de mi tiempo.
En realidad, a ti te pasa lo mismo.
Creo que soy un gran jugador. En algunos juegos
un primer espada, eso es obvio,
aunque puede que no sea del todo cierto.
Pienso que soy tan absurdo que, cuando domino el juego (solo me interesa eso, dominarlo),
pierde la frescura, no hay motivación y aparece la pereza, sin remedio.
Nunca juego para vencer, porque no hallo nada en la derrota del oponente.
El oponente no me interesa. Ni su victoria ni su derrota. Juego porque juego
en contra de mí mismo. Es cierto que peco de una cruenta descortesía,
porque no tengo en cuenta al adversario. Ignoro sus motivaciones y sus sentimientos.
En el fondo lo que hago es intentar abrumarlo con mi repelente suficiencia. Nada más.
Dominar a quien osa es el motivo verdadero.
De acuerdo, juguemos. Mira, me da lo mismo si me nombran ganador o vencido.
Mejor dicho, aunque prefiero el plan triunfador, cuando en algunos casos
he sido designado perdedor, ello me ha servido para redimir algunos de mis pecados.
Soberbia, petulancia, narcisismo, egocentrismo, pasotismo y un largo tran tran de ismos.
Sacarle jugo a la derrota es un don que sé explotar.
De acuerdo, juguemos. Te muestras, y emerge un explosión de talento,
porque digan lo que digan, lo que pintas es verdad y es muy bueno,
tanto que, al saberlo, me he quedado de piedra. En ese retrato yuxtaponiendo
dos imágenes, el espejo y su reflejo,
te luces. Dos imágenes muy parecidas. Todo muy certero,
tal vez demasiado, aunque eso es otra cuestión. Por esta vez te ha salido perfecto,
pero una flor no hace verano. Veremos...
De acuerdo, juguemos. De entrada te envido afirmando que estás enamorada,
¿de mí? podría ser. Podría ser, pero, si fuese sería con el aderezo del miedo
salitrando con enjundia el lago de los amantes que quieren finalizar un juego.
Habrá que desperezarse, porque tienes tanto miedo como yo.
¿Sabes? significas superación, angustia, reparto, abnegación.
¿Y todo eso tan solo por estar enamorado?
Lo malo es que yo significo lo mismo.
Y sí, creo que eres un ser humano notable. A pesar de todo.
Rivales, casi desconocidos. Y se abre el telón.
Qué te parece una dualidad, por ejemplo.
Partamos del ahora, lo demás importa menos,
exactamente, en la medida de lo posible.
Me he jugado de todo; incluso dinero.
El dinero nunca fue fundamental. Prefiero jugarme la vida,
o sea, lo que quede de mi tiempo.
En realidad, a ti te pasa lo mismo.
Creo que soy un gran jugador. En algunos juegos
un primer espada, eso es obvio,
aunque puede que no sea del todo cierto.
Pienso que soy tan absurdo que, cuando domino el juego (solo me interesa eso, dominarlo),
pierde la frescura, no hay motivación y aparece la pereza, sin remedio.
Nunca juego para vencer, porque no hallo nada en la derrota del oponente.
El oponente no me interesa. Ni su victoria ni su derrota. Juego porque juego
en contra de mí mismo. Es cierto que peco de una cruenta descortesía,
porque no tengo en cuenta al adversario. Ignoro sus motivaciones y sus sentimientos.
En el fondo lo que hago es intentar abrumarlo con mi repelente suficiencia. Nada más.
Dominar a quien osa es el motivo verdadero.
De acuerdo, juguemos. Mira, me da lo mismo si me nombran ganador o vencido.
Mejor dicho, aunque prefiero el plan triunfador, cuando en algunos casos
he sido designado perdedor, ello me ha servido para redimir algunos de mis pecados.
Soberbia, petulancia, narcisismo, egocentrismo, pasotismo y un largo tran tran de ismos.
Sacarle jugo a la derrota es un don que sé explotar.
De acuerdo, juguemos. Te muestras, y emerge un explosión de talento,
porque digan lo que digan, lo que pintas es verdad y es muy bueno,
tanto que, al saberlo, me he quedado de piedra. En ese retrato yuxtaponiendo
dos imágenes, el espejo y su reflejo,
te luces. Dos imágenes muy parecidas. Todo muy certero,
tal vez demasiado, aunque eso es otra cuestión. Por esta vez te ha salido perfecto,
pero una flor no hace verano. Veremos...
De acuerdo, juguemos. De entrada te envido afirmando que estás enamorada,
¿de mí? podría ser. Podría ser, pero, si fuese sería con el aderezo del miedo
salitrando con enjundia el lago de los amantes que quieren finalizar un juego.
Habrá que desperezarse, porque tienes tanto miedo como yo.
¿Sabes? significas superación, angustia, reparto, abnegación.
¿Y todo eso tan solo por estar enamorado?
Lo malo es que yo significo lo mismo.
Y sí, creo que eres un ser humano notable. A pesar de todo.