© Blanca Sandino "Indah" - De muselina a organza.
- Marisa Peral
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© Blanca Sandino "Indah" - De muselina a organza.
A MAR.
Envidia una araña la suave muselina, el tacto exquisito de la seda,
y la firme tersura de la organza; y mientras teje, y teje y teje y
teje,
se balancea, dueña de los espacios,
un palmo por encima de las ratas
(dicen que quien escucha su mal oye)
Están ahí, entre nosotros, quizá frente a nosotros
(los zombis, no las ratas)
los muertos; los que reviven cuando se miran en un espejo ajeno.
Y dicen, y hablan;
y el espejo
-el azogue del que hablaba Salinas-
que tanto los desprecia
como miente, se divierte hurtándoles profundas cicatrices
y sus dos almas: la que jamás encuentran, y la que,
irremediablemente,
les negará la música y la magia,
el instante sublime, y el sueño del poeta.
Un sueño que es primavera añil, es viento, es fuego,
es sonido, es lluvia en la ventana y es silencio;
es arpa tañida por las hadas, jardín de Babilonia, y milenrama;
es un decir muy íntimo; es un decir: te amo,
a ti, tan sólo a ti te amo
-escrito y pronunciado a media voz-
y a veces, muchas veces, a veces demasiadas, es coloquio;
Mas sobre el espejo en que se mira el cielo,
en tanto que los ríos canten su libertad,
y se entregue la luz del sol a la materia,
escuchará el poeta -siempre- los gritos de aquellos
que ni saben comer ni dejan que otros coman,
ni conocen más tierra que sus ciénagas
-¡estás vivo!, acusan-
ni indiferencia, siquiera, se merecen: es arriesgada la ignorancia.
Siempre habrá un águila
-llamada poesía-
que por salvarnos de tal destino, sin poner condición, nos dé sus
alas.
© Indah - 2002
Marisa Peral Sánchez