Editorial Alaire

La isla

Más tarde o más temprano 
sabíamos que el mar borraría nuestra isla; 
oíamos de noche su rocoso, freático discurso 
pudriendo el malecón, su leche negra 
fustigar los candiles de gas del belvedere. 

La antigua tradición celebrativa de invasiones 
aplacando al invasor en manso goce 
resultaba incestuosa para el caso: 
habíamos sumergido nuestros cuerpos, comido 
de su carne, soñado la calima naranja de su ocaso. 

Migrar fue descartado, somos tierra; 
haría falta líder y obediencia 
–moneda que sobraba en otras islas ajenas a la nuestra-, 
idealismo y rebelión ante la idea 
de que una isla menos no es tragedia. 

Quedó la aceptación, dijeron,
                                                    no era poco. 

Sentados en la grada exterior del barrio bajo 
esperábamos cada tarde que el sol se aniquilara; 
brillaban las láminas de agua entre los pies 
y oíamos aquel susurro grave repicando, 
tañendo la única palabra verdadera: 
								   no.

MensajeP
Incisivo y revelador poema, toda una rebelión
para el espíritu y no, una isla menos, no es problema.

Sugerentes letras, con cierta sensualidad atenuada
para poner de manifiesto la abulia de seguir a la corriente.

Me gusto leerte... magistral entrega, un abrazo poético.

Mitsy

Pablo, tu poema es mágico. El lenguaje en cada línea resulta de una delicadeza superior. Tu mano para dibujar esos paisajes y sentimientos, le dan el toque preciso para convertirlo en una obra deliciosa.

Felicitaciones y gracias por compartir.

Me ecanto, tiene unas imagines muy fuerte. y todo el que vive en una isla anda siempre a la expectativa de un naufragio.

Pablo un hermoso poema que Rafel disfrutará sin duda. Tu poesía parece no tener techo, y no sabes cómo me alegra eso.

Un abrazo.

Un poema rotundo con un final que sobrecoge pero hermosísimo. Me ha encantado.
Me alegra que hayas regresado de la isla.
Besos y enhorabuena a los dos
Pilar

Amigo Pablo, que placer leerte, ya lo sabes, y encontrar estos versos! Labrados suavemente a conciencia, llenos de ese encanto indescriptible de tu obra, en la que uno se sobrecoge y a la vez se siente en casa. Un gusto terminar este día leyéndote, mi enhorabuena y un fuerte abrazo

Mi querido amigo Pablo:
Lo primero, agradecerte que me hayas dedicado tan bello poema, es un privilegio.
Entraré con más tiempo para comentártelo, en la forma es muy hermoso, las palabras cantan, si bien, quizá podrías explicar el fondo del asunto, no lo acabo de ver claro.
Abrazos, colega.

Gracias Misty,

un honor tu paso y comentario.

Saludos

Daniela,

es una satisfacción tu valoración positiva, me gusta mucho tu poesía.

Un abrazo.

Yosvani,

gracias por tu generosa valoración. Sí, vivir en una isla imprime carácter, creo que es cierto.

Un saludo.

Israel,

gracias amigo por tu generosa presencia siempre en mis asuntos.

Te leo.

Un abrazo.

Pilar,

querida amiga, muchísimas gracias por tu generosa valoración, tu presencia es un regalo para mí.

Va un abrazo hasta Aragón.

Ventura,

gracias amigo por tu paso, es un honor. Me vino muy bien tu privado, me puso las pilas para terminar este duro engendro.

Un abrazo.

Rafel,

me alegro que te guste este pequeño homenaje a tu intensa y extensa labor en Alarie. La mayor parte de lo que yo pueda hacer como poeta es gracias a ti y necesitaba agradecértelo de alguna forma. Eres isleño, así que, ¿qué mejor que dedicarte este poema?

En cuanto al fondo, la historia en sí misma es el fondo. Una isla va a desaparecer engullida por el mar y sus habitantes lo saben. En una mezcla de abulia, conformismo, anarquía, sentido trágico de la vida, apego a su espacio, y también porque no tienen salida fácil, deciden aceptar su destino y no hacer nada para salvarse.

La aceptación de nuestros males (evitables o no), suele ser un alivio. Si el mal es inevitable (ej. la muerte), la aceptación es inevitablemente necesaria y vigoriza. Si el mal es evitable, la aceptación puede ser un necio conformismo, a veces incluso dictado o "sugerido" desde algún tipo de poder.

Sea como sea, la aceptación de un mal grave nunca resulta del todo satisfactoria. Siempre alienta en el fondo un susurro que repite la única palabra verdadera: NO. No puedo aceptarlo.

Un abrazo, Rafel.