Retirado para un proyecto personal.
Publicado: Jue, 06 Mar 2014 1:51
Retirado para un proyecto personal.
Foro poético-literario, revista y tienda de libros de la Editorial Alaire. Poemas de todo tipo, relatos cortos, ensayos. Debates, discusiones y todo tipo de estudios sobre temas relacionados con el ámbito literario. Convocatorias de concursos de poesía.
https://foro.editorialalaire.es/
Manuel Alonso escribió:Gerardo, me ha gustado el poema, los muertos no saben que están muertos, se cuentan las heridas, versos hermosos, amigo, es un placer, un abrazo.
Gerardo Mont escribió:LOS MUERTOS DE LA GUERRA
Los muertos de la guerra no saben que están muertos,
aún marcan los días en su rifle, mueren de cansancio –ya por viejos,
ya por sitiados los sentidos–. Les toca en suerte cavar sus sepulturas.
Los muertos de la guerra reescriben el futuro de sus dudas;
las atan a los truenos que lega el percutor cuando inclina la cabeza,
herido por la incertidumbre primigenia de la culpa.
Mientras espulgan las esquirlas que devolverán al enemigo
los arrulla el espectro de la bomba y la metralla…, e intentan lágrimas con ellos.
Hablan de sus hijos siempre niños, de sus familias en domingo sempiterno,
de los juegos en almíbar
y de los marcadores pendientes, que serán fácilmente revertidos.
Los muertos de la guerra no saben que están muertos,
añoran los platos de la madre, sencillos pero llenos;
y el beso aderezado de las noches, que ataviadas de mujer parecen viudas;
como un ruego de verdades, como las mentiras que siempre dan al blanco.
Los muertos de la guerra,
invierten tiempo en desentrañar el dialecto
de los malos, sus lazos consanguíneos, sus inciertas geografías.
Cuando las hambres agitan otra vez las atalayas,
vuelven a los flancos de su siglo
dispuestos a morir, para seguir con vida en otros libros.
Se acicalan a lo retro, o al estilo vanguardista, convienen
con su miedos su propia perspectiva. Acribillan la historia en el espejo,
recitan con cuidado los ripios de la hombría, y aquellos de la patria que habían olvidado.
Suben a los árboles, disparan a los ríos; a las señas reflejadas acusando los caminos.
Y esperan que la sangre se diluya para beber del lado opuesto de sus credos.
Como han aprehendido el valor del adversario, apuntan sus gritos
a los rincones emotivos: el instante hueco en la memoria,
los ciclos repetidos a pesar de los ateos, los accesos denegados,
la historia de los héroes con que ésta se maquilla;
y las muertes sumadas a su cuenta,
a las veces que ellos mismos fallecieron.
Llega entonces el silencio
desempolvando las treguas habituales; se pacta el equilibrio entre los daños,
piden el ungüento a los verdugos, y ríen todos juntos
abrazando las fogatas. Se cuentan las heridas,
y antes de que se diluyan en el tiempo, agradecen a Dios
el final de la jornada… y sueñan,
hasta otro día que vuelven a sus flancos y a la guerra.
Gerardo Mont escribió:LOS MUERTOS DE LA GUERRA
Los muertos de la guerra no saben que están muertos,
aún marcan los días en su rifle, mueren de cansancio –ya por viejos,
ya por sitiados los sentidos–. Les toca en suerte cavar sus sepulturas.
Los muertos de la guerra reescriben el futuro de sus dudas;
las atan a los truenos que lega el percutor cuando inclina la cabeza,
herido por la incertidumbre primigenia de la culpa.
Mientras espulgan las esquirlas que devolverán al enemigo
los arrulla el espectro de la bomba y la metralla…, e intentan lágrimas con ellos.
Hablan de sus hijos siempre niños, de sus familias en domingo sempiterno,
de los juegos en almíbar
y de los marcadores pendientes, que serán fácilmente revertidos.
Los muertos de la guerra no saben que están muertos,
añoran los platos de la madre, sencillos pero llenos;
y el beso aderezado de las noches, que ataviadas de mujer parecen viudas;
como un ruego de verdades, como las mentiras que siempre dan al blanco.
Los muertos de la guerra,
invierten tiempo en desentrañar el dialecto
de los malos, sus lazos consanguíneos, sus inciertas geografías.
Cuando las hambres agitan otra vez las atalayas,
vuelven a los flancos de su siglo
dispuestos a morir, para seguir con vida en otros libros.
Se acicalan a lo retro, o al estilo vanguardista, convienen
con su miedos su propia perspectiva. Acribillan la historia en el espejo,
recitan con cuidado los ripios de la hombría, y aquellos de la patria que habían olvidado.
Suben a los árboles, disparan a los ríos; a las señas reflejadas acusando los caminos.
Y esperan que la sangre se diluya para beber del lado opuesto de sus credos.
Como han aprehendido el valor del adversario, apuntan sus gritos
a los rincones emotivos: el instante hueco en la memoria,
los ciclos repetidos a pesar de los ateos, los accesos denegados,
la historia de los héroes con que ésta se maquilla;
y las muertes sumadas a su cuenta,
a las veces que ellos mismos fallecieron.
Llega entonces el silencio
desempolvando las treguas habituales; se pacta el equilibrio entre los daños,
piden el ungüento a los verdugos, y ríen todos juntos
abrazando las fogatas. Se cuentan las heridas,
y antes de que se diluyan en el tiempo, agradecen a Dios
el final de la jornada… y sueñan,
hasta otro día que vuelven a sus flancos y a la guerra.
Guillermo, siempre, un honor encontrar tu huella profunda, inteligente y muy amable. Gracias poeta, por tu apoyo y por el buen corazón que impulsa tus lecturas. Un gran abrazo estimado amigo.Guillermo Cuesta escribió:Brillante amigo este poema lleno del sopor de la guerra, pero vivo aún
mientras el estallido de la muerte no queda exánime, sino que pervive
en el ambiente, en la nostalgia, en el recuerdo.
Todos los muertos de las guerras seguirán ocupando las desdichas y la
sangre incruenta de las guerras venideras, así somos los humanos...
un abrazo