Editorial Alaire

Antonio Justel escribió:... ya sabes que admiro no sólo tu gran capacidad de observación sino también la de volcarla de manera múltiple y plena; mis saludos, amigo; Orión

Nésthor Olalla escribió:Es difícil producir tanto y de tanta cálidad como tú haces, amigo Ramón, está claro que tienes una superdotación para esto de juntar letras, compañero.

Un placer siempre asomarse a lo tuyo.

Abrazo

J. J. M. Ferreiro escribió:Como siempre, amigo Ramón, sumergirse en uno de tus poemas, es adentrarte en un mundo donde los parámetros de la realidad son otros, y otros también los sentidos para apresarla, es necesario dejarse ir, en la envolvente ola, romper en la playa de tu escenario liberando toda la espuma de los sentimientos significados.

Unha aperta

Gerardo Mont escribió:Ramón, creas mundos maravillosos, donde es exquisito entrar... sumergirse más bien en los misteriosos mundos paralelos del ser... Un inmenso gusto de lectura, sin duda, amigo. Abrazos sinceros.

Josefa A. Sánchez escribió:Al principio las frases parecen solo piedras bien talladas, pero cuando las reúnes construyes una catedral de poesía. Un lujo venir.
Un abrazo.
Pepa

Antonio Urdiales escribió:UN poema sensacional, Ramón, una auténtica joya. He llegado tarde aquí, pero es porque pensaba que ya lo había comentado... En realidad, lo hice en el otro sitio.

Un abrazo, compañero.

Ramón Carballal escribió:En la memoria de ese bar no cabe mi esperanza.
Hay una nostalgia de tenderetes vacíos y una palabra
que no lloverá en la luz. Al volver o al irnos un circulo
de palomas nos envuelve. Todo el silencio se arrodilla
como un don en el paso que finge. Dentro del anillo
la piedra escapa a sus insomnios de bucle y candil, de
aliento y edad. Me acostumbro a ese silbido que el azar
deja en las terrazas, a los rostros que la inocencia disimula
en los dedos invisibles. ¿Qué es hoy sino un sábado de águilas
pasajeras, un alambre donde las dudas o el orgullo florecen?.
Miro las paredes acolchadas de un extraño paraíso, los
rombos geométricos del crisol perdido, las flagelantes
efigies que transitan de un yo al alud del día. Reconozco
el tímido gesto de la despedida, cuando imagino en mis
bolsillos la cruz del metal o la historia definitiva
de aquel ángelus perverso. Escucho la voz de los ojos
velados que adivinan en la orilla de los meteoros
una morada de ecos primigenios, de latitudes sin mar,
de arcilla laboriosa igual que la paz de los muertos.

Ricardo José Lascano escribió:Estimado Ramón, tu creatividad no tiene límites. En esta ocasión, elementos de nostalgias y creencias, revelan la inquietud espiritual de los hallazgos.

Seguramente, aquel café, sí que valió la pena.

Gracias por compartir tu arte


Abrazos

RJL

Rafel Calle escribió:Un café de alta calidad, de Ramón Carballal.