Y cuando tú me miras se estremecen
los niños de mis días,
juguetes de ilusiones ignoradas,
el uno que me llega del otro que no he sido;
A veces en un poema hay versos que te sacuden, que remueven ese otro lado que hasta entoces estaba aletargado.
Esta mixtura alimenta el ansia de vivir, toda la belleza de la existencia a través de una mirada.
Un poema de amor, que yo podría extrapolar, por la inmensa ternura que desprende, al amor paterno.
Con esa "sombra del yo" y algún otro verso que engloba ese amor tan irrepetible.
Un gran poema, sin duda.
Mi abrazo, amigo.
Luis Oroz.