Yo, el deforme (basado en "desechos" reales)
Publicado: Mar, 14 May 2013 16:49
Yo, el deforme;
la viviente encarnación de un orden defectuoso,
que pende de un sinsentido extravagante y banal,
y obra mil malabarismos para adaptar decorados
donde interpretar su drama,
como excusas de encontrar un nuevo afán
más allá de lo que es vivo para su validación.
Soy de mí su conjetura;
la virtud excremental que abona mi anomalía;
un tipo con la conciencia de un bandido saqueador,
de indolencia refinada,
intemperante,
lascivo,
deslavazado,
escabroso,
soportablemente cruel.
Soy un truhán muñidor que vendió su condición
por el bien de un libertino;
un taimado marginal que solo atiende al mandato
de una frenética bestia,
que se ufana en ostentar su multicolor plumaje,
amén de efluvios y cantos,
fascinantes,
turbadores,
para atraer la ternura y seducir a las musas,
cohabitar con las sirenas,
y con todas las deidades que trasmuten en presencias
tangenciales.
Nunca estoy cuando me esperan;
tampoco donde me buscan,
no es el lugar más seguro para mi conservación.
Vago sin saber de mí acuciado por las mermas
en un cuerpo degradado por los duelos y quebrantos,
de una contusa trifulca en continua pelotera,
acumulando abandonos,
malogros y desalientos,
renuncias y deserciones,
alentadas por sofismas de un agonioso latir
cesante en la provisión de todo corpus vital
y de todas sus funciones auxiliares.
Tampoco obedezco a reglas de algún principio rector
que me inflija la razón como pauta o diligencia
de un quimérico futuro de relato inaprensible,
pleno de aleatoriedad.
Como artífice del fango,
consisto en no ser capaz de ascender al paraíso.
Llevo en mí a un ángel perdido rescindido de función
y de argumento,
que dejaron olvidado donde coagula la noche,
y ahora busca un nuevo abrigo que le de calor y estima
en algún rincón de piel amamantada de sol,
fecundada mansamente por su ley.
Por un falaz desvivir expongo intactas mis quiebras;
el cansancio que apilé fue forjando en mí la ruina,
nutriéndole a mi zozobra un repertorio de nadas
que confiscó mis alientos a favor de un espantajo
de impúdica agitación,
que gravaba de fatigas todo mi fugacidad.
No echo de menos mi patria;
mi andamiaje existencial se sustenta en el vacío.
Todos mis mayores logros reposan en la quietud
de un instante inaprensible donde intento reafirmarlos
con los frágiles herrajes de los hilos de una fe,
plagada de restricciones,
y una lejana esperanza muerta por inanición.
Laminado por mis sombras,
mi apotegma irrefutable queda acuñado en la esencia
de alguna tribulación,
con el sello incongruente de la verdad de un imbécil,
que azorado por la angustia se refugia en el delirio
y hace círculos de tiza para erigir su baluarte,
y así eludir la escasez,
por no sentir la intemperie de un viento cosido al frío
de un enigma putrescible que le habita en el declive,
y llegado a su apogeo queda del todo estampado
en la reseca pupila con la que miran los muertos.
Nésthor Olalla__________________
Sigo derogando leyes
la viviente encarnación de un orden defectuoso,
que pende de un sinsentido extravagante y banal,
y obra mil malabarismos para adaptar decorados
donde interpretar su drama,
como excusas de encontrar un nuevo afán
más allá de lo que es vivo para su validación.
Soy de mí su conjetura;
la virtud excremental que abona mi anomalía;
un tipo con la conciencia de un bandido saqueador,
de indolencia refinada,
intemperante,
lascivo,
deslavazado,
escabroso,
soportablemente cruel.
Soy un truhán muñidor que vendió su condición
por el bien de un libertino;
un taimado marginal que solo atiende al mandato
de una frenética bestia,
que se ufana en ostentar su multicolor plumaje,
amén de efluvios y cantos,
fascinantes,
turbadores,
para atraer la ternura y seducir a las musas,
cohabitar con las sirenas,
y con todas las deidades que trasmuten en presencias
tangenciales.
Nunca estoy cuando me esperan;
tampoco donde me buscan,
no es el lugar más seguro para mi conservación.
Vago sin saber de mí acuciado por las mermas
en un cuerpo degradado por los duelos y quebrantos,
de una contusa trifulca en continua pelotera,
acumulando abandonos,
malogros y desalientos,
renuncias y deserciones,
alentadas por sofismas de un agonioso latir
cesante en la provisión de todo corpus vital
y de todas sus funciones auxiliares.
Tampoco obedezco a reglas de algún principio rector
que me inflija la razón como pauta o diligencia
de un quimérico futuro de relato inaprensible,
pleno de aleatoriedad.
Como artífice del fango,
consisto en no ser capaz de ascender al paraíso.
Llevo en mí a un ángel perdido rescindido de función
y de argumento,
que dejaron olvidado donde coagula la noche,
y ahora busca un nuevo abrigo que le de calor y estima
en algún rincón de piel amamantada de sol,
fecundada mansamente por su ley.
Por un falaz desvivir expongo intactas mis quiebras;
el cansancio que apilé fue forjando en mí la ruina,
nutriéndole a mi zozobra un repertorio de nadas
que confiscó mis alientos a favor de un espantajo
de impúdica agitación,
que gravaba de fatigas todo mi fugacidad.
No echo de menos mi patria;
mi andamiaje existencial se sustenta en el vacío.
Todos mis mayores logros reposan en la quietud
de un instante inaprensible donde intento reafirmarlos
con los frágiles herrajes de los hilos de una fe,
plagada de restricciones,
y una lejana esperanza muerta por inanición.
Laminado por mis sombras,
mi apotegma irrefutable queda acuñado en la esencia
de alguna tribulación,
con el sello incongruente de la verdad de un imbécil,
que azorado por la angustia se refugia en el delirio
y hace círculos de tiza para erigir su baluarte,
y así eludir la escasez,
por no sentir la intemperie de un viento cosido al frío
de un enigma putrescible que le habita en el declive,
y llegado a su apogeo queda del todo estampado
en la reseca pupila con la que miran los muertos.
Nésthor Olalla__________________
Sigo derogando leyes