Resaca
Publicado: Mar, 30 Oct 2012 12:33
Este poema no es el tuyo e inmortal "Trenes en la niebla", ni siquiera se acerca al justamente celebrado "Guiones inacabados", pero cumple su función de transmitir la muerte de los inmigrantes en el mar, la injusticia que inconscientemente los europeos ceutíes cometíamos con los musulmanes ceutíes, era tal que muchos de ellos fueron apátridas hasta 1987 y escaparon al reparto de viviendas sociales. Parecíamos, por la convicción asumida de la superioridad de nuestra civilización, haber salido del muslo de Júpiter o de la pluma de Rudyard Kipling. Y para terminar el desconcierto de una resaca empapada en alcohol; aún recuerdo a Alberto Sordi, vestido de mujer y gimiendo en la acera cuando la fiesta hubo acabado, preguntándose quién era y qué perseguía en el momento que le dolía la cabeza y no se veía en la responsabilidad del día a día.
Me quedo muy satisfecho con tu rico y didáctico comentario, Rafel.
I
Nubes y gaviotas gritan
bajo el oscuro sol de la mañana.
Tengo que cambiar este signo,
ahora que Dios mira para otro lado,
pensar que no todo se ha perdido
con el último tren de madrugada,
que en algún labio hay una sonrisa
para darme fuerzas,
para volver a algún sitio
después de la marejada.
II
En la lengua el sabor amargo que persiste
y en la cabeza las voces que no acaban,
los reflejos de los vasos que se rompen,
el alcohol derramado por los suelos.
Las farolas encendidas aunque sin luz,
en la primera hora de resaca,
en estas peñas que incitan al suicida,
este mar que recoge los cuerpos que soñaron.
En la falda del Hacho, el cementerio
sigue abriendo oquedades
que serán ocupadas por esquelas,
por nombres y jarrones, por pétalos marchitos.
Y los barcos cruzando el Estrecho,
y las almas vagando en la deriva
de una ciudad que muere en el perfume
que ayer la embadurnaba,
que se abre a un rumbo cierto
de plegaria en otra lengua que no entiende.
Esta ciudad, que fue refugio de Camoens,
en el ocaso de su sangre se debate,
ebria en su fracaso, confundida
por no haber compartido la miel en el pasado,
por no querer escuchar la voz de los que sufren
cuando sólo pedían caricias con los ojos.
Me quedo muy satisfecho con tu rico y didáctico comentario, Rafel.
Nubes y gaviotas gritan
bajo el oscuro sol de la mañana.
Tengo que cambiar este signo,
ahora que Dios mira para otro lado,
pensar que no todo se ha perdido
con el último tren de madrugada,
que en algún labio hay una sonrisa
para darme fuerzas,
para volver a algún sitio
después de la marejada.
II
En la lengua el sabor amargo que persiste
y en la cabeza las voces que no acaban,
los reflejos de los vasos que se rompen,
el alcohol derramado por los suelos.
Las farolas encendidas aunque sin luz,
en la primera hora de resaca,
en estas peñas que incitan al suicida,
este mar que recoge los cuerpos que soñaron.
En la falda del Hacho, el cementerio
sigue abriendo oquedades
que serán ocupadas por esquelas,
por nombres y jarrones, por pétalos marchitos.
Y los barcos cruzando el Estrecho,
y las almas vagando en la deriva
de una ciudad que muere en el perfume
que ayer la embadurnaba,
que se abre a un rumbo cierto
de plegaria en otra lengua que no entiende.
Esta ciudad, que fue refugio de Camoens,
en el ocaso de su sangre se debate,
ebria en su fracaso, confundida
por no haber compartido la miel en el pasado,
por no querer escuchar la voz de los que sufren
cuando sólo pedían caricias con los ojos.