Estimado Rafel, ¿podrías hablar del poeta Miguel Hernández? Como te dije en el privado, he leído comentarios tuyos favorables y desfavorables.
Con las gracias, un saludo cordial.
Miguel Hernández
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Vicente Santisteban
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Rafel Calle
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Amigo, Vicente, en el mensaje no me expliqué bien, me refería al foro de análisis y debates. Creo que el tema se merece que todos podamos participar. Sé de muchos compañeros de Alaire que tienen al maestro Hernández en el mejor concepto. Quizá quieran exponer sus opiniones.
Personalmente, creo que Miguel Hernández fue un grandísimo poeta, es reconocido que en su obra se hallan algunas cúspides de la poesía en lengua española.
Sin embargo, la mayoría de sus sonetos no me parecen buenos.
En fin, paso este post al foro de Análisis y debates.
Un cordial abrazo.
Personalmente, creo que Miguel Hernández fue un grandísimo poeta, es reconocido que en su obra se hallan algunas cúspides de la poesía en lengua española.
Sin embargo, la mayoría de sus sonetos no me parecen buenos.
En fin, paso este post al foro de Análisis y debates.
Un cordial abrazo.
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Vicente Santisteban
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Andrés García Santos
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F. Enrique
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Vicente, Rafel, Andrés, creo que habéis abierto un debate muy interesante. Solo por posicionarme diré que como obra completa de Miguel Hernández es "El rayo que no cesa" la que tengo en más alta estima, y, como sabéis, está constituida principalmente por sonetos. Reconozco que los poemas que más me gustan del poeta oriolano son aquellos del "Cancionero y romancero de ausencias" en los que puede librarse del angustioso sentimiento de la devastación y la muerte, desgraciadamente pocos, volví a leerlo hace unos cuatro años y lo vi más sórdido y desesperanzador que nunca, como documento del hombre acorralado es inmenso, pero considero que es una poesía aprisionada por las circunstancias, el poeta es desplazado por el hombre.
Volviendo al tema de los sonetos de Miguel Hernández, es cierto que, en sus ansias innovadoras, ya se había relacionado con los poetas los poetas del 27 y conocido sus destellos vanguardistas, no siempre está afortunado, pero, de la misma forma que cuando analizamos un disco solemos juzgarlo por el número de obras maestras que contiene y por los intentos que sin llegar a buen fin nos sugieren que estaban en el buen camino, pongamos el Álbum blanco de los Beatles como ejemplo, para mí "El rayo que no cesa" es una obra imprescindible porque, aparte de la celebradísima "Elegía a Ramón Sijé" tiene algunos de los mejores sonetos que se hayan escrito en nuestra lengua; "Como el toro he nacido para el luto", "Umbrío por la pena casi bruno", "Tengo estos huesos hechos a las penas".
Un abrazo a todos vosotros, y gracias por esta oportunidad que brindáis para que volvamos la mirada hacia este gran poeta.
Volviendo al tema de los sonetos de Miguel Hernández, es cierto que, en sus ansias innovadoras, ya se había relacionado con los poetas los poetas del 27 y conocido sus destellos vanguardistas, no siempre está afortunado, pero, de la misma forma que cuando analizamos un disco solemos juzgarlo por el número de obras maestras que contiene y por los intentos que sin llegar a buen fin nos sugieren que estaban en el buen camino, pongamos el Álbum blanco de los Beatles como ejemplo, para mí "El rayo que no cesa" es una obra imprescindible porque, aparte de la celebradísima "Elegía a Ramón Sijé" tiene algunos de los mejores sonetos que se hayan escrito en nuestra lengua; "Como el toro he nacido para el luto", "Umbrío por la pena casi bruno", "Tengo estos huesos hechos a las penas".
Un abrazo a todos vosotros, y gracias por esta oportunidad que brindáis para que volvamos la mirada hacia este gran poeta.
***
Toda verdad corre el riesgo de ser modificada por el tiempo.
cuando vivir era un pecado,
un cilicio sujeto a la ceniza posada en tu frente,
el estigma de un amor que nunca abandonó
las pulsaciones nerviosas de tu pecho
ni el bálsamo de luz que me turbaba en tu mirada.
(Playa de la Almadraba)
Toda verdad corre el riesgo de ser modificada por el tiempo.
cuando vivir era un pecado,
un cilicio sujeto a la ceniza posada en tu frente,
el estigma de un amor que nunca abandonó
las pulsaciones nerviosas de tu pecho
ni el bálsamo de luz que me turbaba en tu mirada.
(Playa de la Almadraba)
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Rafel Calle
- Mensajes: 24419
- Registrado: Dom, 18 Nov 2007 18:27
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Vaya, en qué lío me he metido por hablar... Verás, amigo Andrés, se da la circunstancia de que Miguel Hernández es el poeta con el que me identifico más, es mi preferido desde que, a mis 18 años, un amigo me regaló un cuadernillo con poemas del maestro murciano. Desde entonces, nunca he sentido a ningún poeta como aún siento a Miguel. De hecho, suelo recitar sus poemas en los eventos de poesía que frecuento. Y, ¿sabes? mientras que no sé de memoria ningún poema mío, sí que recito de memoria los poemas del maestro Hernández. En fin, que yo critique a Hernández es como que los pájaros tiren a las escopetas, el mundo al revés, porque a mí me tocaría defenderlo.
A ver si puedo explicarme. El maestro Hernández escribió cientos de sonetos, así que, si tenemos en cuenta que la dificultad de esa estrofa es máxima por el acotamiento estrófico del discurso, por la monometría, por la acentuación, por la rima consonante, y, sobre todo, por la escasez de versos, si pensamos todo lo dicho, habremos de convenir que escribir un buen soneto es algo así como una quimera. Y no digamos nada de escribir cientos de sonetos de calidad.
En mi opinión, si escribes muchos sonetos, cientos de sonetos, es que no te has tomado en serio el soneto. Digamos que lo utilizas para desfogarte.
Lo malo es que escribir un buen soneto es algo inolvidable por dificilísimo. Todo en su lugar, todo procedente, todo absolutamente indispensable, todo ingenioso, sí, quizá demasiada exigencia para poder decir algo realmente importante en 14 versos. Si escribimos un poema sin restricciones en la cantidad de versos, podemos lograr que los versos de calidad sean más numerosos que los poco agraciados o, por lo menos, que estos queden disimulados, pero, en 14 versos, estaremos condenados a destapar nuestras carencias, sin posibilidad de darles abrigo. En tan pocos versos, todo se ve clarísimo, también las deficiencias.
El soneto es en la poesía, lo que el western es en el cine, todos los creadores quieren tener por lo menos uno, pero no todos pueden conseguir una de estas obras dentro de unos parámetros de calidad reseñable. Sencillamente, porque es muy difícil conseguirlo.
Digo que no me gustan la mayoría de sonetos de Hernández, pero podría decir lo mismo de muchos otros autores, por ejemplo, de Lorca; ambos tienen algunos buenos, pero, en la mayoría, se notan demasiado las imposiciones, más en Hernández, porque tenía menos conocimientos de técnica que Lorca. Por otra parte, al tratarse de dos genios de la poesía, en casi todas sus obras se pueden encontrar aciertos impagables, y, desde luego, ocurre lo mismo en sus sonetos; aunque no sean piezas notables, siempre tienen versos notables. Pero eso es otra cuestión que no tiene nada que ver con que sea un buen poema.
¿Sabes? durante muchos años, la obra de Miguel Hernández fue mi libro de cabecera -después lo sustituí por Bukowski-, leía y leía sus poemas hasta que los aprendí de memoria, pues bien, nunca supe por qué, desde el principio, sus sonetos me gustaban menos que sus poemas. El soneto me parecía una estrofa muy apropiada para conseguir un poema memorable, de esos que se quedan en la memoria, como se quedan muchos poemas del maestro oriolano.
Sin embargo, hoy sé el porqué de no gustarme la mayoría de sonetos de Hernández, y es que se trata de piezas con demasiados condicionantes, en términos de estrechez. Catorce versos son muy pocos, sobre todo, para alguien que habita mucha prisa por morir. Caso de Hernández y de Lorca, por lo demás, dos auténticos genios de la escritura.
Un cordial abrazo, amigos.
A ver si puedo explicarme. El maestro Hernández escribió cientos de sonetos, así que, si tenemos en cuenta que la dificultad de esa estrofa es máxima por el acotamiento estrófico del discurso, por la monometría, por la acentuación, por la rima consonante, y, sobre todo, por la escasez de versos, si pensamos todo lo dicho, habremos de convenir que escribir un buen soneto es algo así como una quimera. Y no digamos nada de escribir cientos de sonetos de calidad.
En mi opinión, si escribes muchos sonetos, cientos de sonetos, es que no te has tomado en serio el soneto. Digamos que lo utilizas para desfogarte.
Lo malo es que escribir un buen soneto es algo inolvidable por dificilísimo. Todo en su lugar, todo procedente, todo absolutamente indispensable, todo ingenioso, sí, quizá demasiada exigencia para poder decir algo realmente importante en 14 versos. Si escribimos un poema sin restricciones en la cantidad de versos, podemos lograr que los versos de calidad sean más numerosos que los poco agraciados o, por lo menos, que estos queden disimulados, pero, en 14 versos, estaremos condenados a destapar nuestras carencias, sin posibilidad de darles abrigo. En tan pocos versos, todo se ve clarísimo, también las deficiencias.
El soneto es en la poesía, lo que el western es en el cine, todos los creadores quieren tener por lo menos uno, pero no todos pueden conseguir una de estas obras dentro de unos parámetros de calidad reseñable. Sencillamente, porque es muy difícil conseguirlo.
Digo que no me gustan la mayoría de sonetos de Hernández, pero podría decir lo mismo de muchos otros autores, por ejemplo, de Lorca; ambos tienen algunos buenos, pero, en la mayoría, se notan demasiado las imposiciones, más en Hernández, porque tenía menos conocimientos de técnica que Lorca. Por otra parte, al tratarse de dos genios de la poesía, en casi todas sus obras se pueden encontrar aciertos impagables, y, desde luego, ocurre lo mismo en sus sonetos; aunque no sean piezas notables, siempre tienen versos notables. Pero eso es otra cuestión que no tiene nada que ver con que sea un buen poema.
¿Sabes? durante muchos años, la obra de Miguel Hernández fue mi libro de cabecera -después lo sustituí por Bukowski-, leía y leía sus poemas hasta que los aprendí de memoria, pues bien, nunca supe por qué, desde el principio, sus sonetos me gustaban menos que sus poemas. El soneto me parecía una estrofa muy apropiada para conseguir un poema memorable, de esos que se quedan en la memoria, como se quedan muchos poemas del maestro oriolano.
Sin embargo, hoy sé el porqué de no gustarme la mayoría de sonetos de Hernández, y es que se trata de piezas con demasiados condicionantes, en términos de estrechez. Catorce versos son muy pocos, sobre todo, para alguien que habita mucha prisa por morir. Caso de Hernández y de Lorca, por lo demás, dos auténticos genios de la escritura.
Un cordial abrazo, amigos.