La dama y el (escritor) vagabundo
Moderadores: J. J. Martínez Ferreiro, Rafel Calle
- Rafel Calle
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La dama y el (escritor) vagabundo
Fue preciso acercarse y mirar a conciencia
porque el bulto sufría
de informal y piltrafa,
así y todo escribía
una suerte de espasmos, pálpitos de la calle en una página.
Despistada del todo, porque el tipo reía,
acurrucó su encanto sobre el umbral del hombre,
contraste de mármol impecable y regia apología
de la fatalidad, y le preguntó al desnudo,
¿de dónde fue el origen que allí palidecía?
¿Por qué su multitud reseca, por qué su soledad borracha
y tanta carestía?
Esperando una rebelión de comisura apelmazada,
se interrogó a sí misma el porqué de una pena de tanta jerarquía,
del pasado deforme al presente insalubre
de un futuro que huía,
todo en él resignado, hecho un jirón de augurio terminal.
Y se reía.
¿Era un adiós?
¿Quizá un adiós de cobardía?
Concluyó que de todas, todas ¡adiós
de letanía!
Él.
No me tengas por bulto sospechoso de locura, que sé llorar y río
porque ahora me emborracho de adoquines;
junto al cauce de asfalto un zaguán es el delta,
mi origen es un hato de enseres trashumantes,
memoria de galopes, que se ciñen como cinchas al relincho
de las plazas y los árboles.
No hay caballos, lo sé. Andar es el destino del jinete
que monta suspiros cuando no vendavales.
Ven aquí, no te vayas, las aceras se citan por la noche,
se trata de sentir el caudal —sentirlo es todo un arte—
de las cosas que caben en un bolsillo roto.
Las cosas especiales.
Ella.
No tengo miedo, al mirarte de cerca he visto cuentos infantiles
y un olor de ginebra castigada.
Padeces el espíritu del duende en un bosque de lechos marginales,
eterna sed de luz, eternamente madrugada.
No quisiera enmendarte, desaliño que habita las baldosas,
la mugre de los sueños que se quejan de su karma,
aun así, no sufrirás reprobación, mi escuela hace años que es remisa
con los orígenes. Alumna de pulsión acalorada,
maestra de vigilia. Todo en mí defraudado,
el argumento del amor por el amor, me llama.
Los años han vencido a los temores, ahora te miro
como miran los pájaros a los árboles: la migración, la rama.
Él.
¿Sabes? el origen de hoy es el ayer del escritor y sus manías,
se trata del carácter y el azar, son tensiones
en la cuerda que anuda ansiosas travesías,
errático tirón, estrés demente,
carcoma del esparto que encadena mi vida.
Me postulo en la inconsciencia porque nada perdemos si lo perdemos todo;
la ingratitud me dijo que los locos más niños, aciertan.
Ella.
Tira que tira, tirantez de cuna,
por olvidar la esencia de cuanto te rodea
ha llegado la floración del pelo en las aceras.
¡Albricias! Nos hallamos en un punto del ensanche
donde el alma labora con agujas de oficios malcarados,
enhebrando una piedra al ojo de la vida.
Él.
Será porque reír responde a la belleza
que la veneración es cosa de tu cara.
Escribo por penar, peno por transmitir
el tiempo en avenidas de grandes añoranzas.
Habrá de ser tu calle refugio de las letras exiliadas,
asfalto redimido en la genialidad del pulso,
tus ojos son anchísimos países,
tu mente redención de conceptos difusos,
la sencillez de lo imposible
en todas las facetas de los claros y los turbios.
Ella.
Ya sé, somos un polo al norte en su deshielo, el agua, material de pesadumbre;
carámbanos prendidos de un anhelo.
Somos el suspirar en la costumbre de las aves cautivas en el suelo,
sin alas por las alas sin su cumbre.
Él.
Y somos una pena intransigente que levita en lo pueril de la impaciencia,
en un trance de equívoco y ausencia, pecado original, transitando solamente.
Ella.
No cifremos el tiempo que anduvimos soñando,
resultarían caminatas de valores inhóspitos;
amar reír, reír por amar los pasos.
Él.
Será porque reír responde a una mirada
que mi contemplación es cosa de tus gestos.
Querámonos ya.
Ella.
Vayámonos ya, si nos queremos.
- Víctor F. Mallada
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Re: La dama y el escritor vagabundo. (Orígenes IV)
Rafel Calle escribió:Introducción.
Fue preciso acercarse y mirar a conciencia
porque el bulto sufría
de informal y piltrafa,
así y todo escribía
una suerte de espasmos, pálpitos de la calle en una página.
...
Él.
Y somos una pena intransigente que levita en lo pueril de la impaciencia,
en un trance de equívoco y ausencia, pecado original, transitando solamente.
Ella.
No cifremos el tiempo que anduvimos soñando,
resultarían caminatas de valores inhóspitos;
amar reír, reír por amar los pasos.
Él.
Será porque reír responde a una mirada
que mi contemplación es cosa de tus gestos.
Querámonos ya.
Ella.
Vayámonos ya, si nos queremos.
Muy bueno, Rafel.
De lo mejorcito que te he leído desde el punto de vista rítmico. Enhorabuena.
Del contendido, qué te voy a decir que tu no sepas.
Me ha gustado la historia y la forma de contarla.
Víctor
- Rafel Calle
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El ritmo es un asunto que siempre me ha preocupado. Nunca he querido pronunciarme ni a favor ni en contra de las teorías de los grandes especialistas. Pero ninguna me ha convencido. Ahora, creo que estoy llegando a ciertos indicios que me permiten pensar en el ritmo de una forma diferente, más sencilla, quizá demasiado sencilla como para no seguir indagando en ella.
Ya hablaremos, pero está claro que me interesan todas las teorías del ritmo. Y tu teoría con más razón, somos amigos y colegas.
En fin, este poema quiere seguir con la estructura que ahora trabajo, se trata de escenificar las estrofas con tres actores que las reciten. Lo malo es que poemas tan largos no gozan de buen predicamento.
Un cordial abrazo.
- Julio Gonzalez Alonso
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re: La dama y el escritor vagabundo. (Orígenes IV)
Salud.
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re: La dama y el escritor vagabundo. (Orígenes IV)
Abrazos
Pilar
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- Rafel Calle
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Estos poemas están pensados para escenificar en público. Ayer estuve ensayando con tres compañeros, uno al piano y dos mujeres recitando conmigo, y sí, parece que puede funcionar, pero le veo varios inconvenientes. La voces son primordiales; saber recitar, el tono, la interpretación... Se necesita mucho ensayo; lo ideal sería que la música fuera original, lo que resulta complicadísimo.
Por otra parte, mi vocabulario no es el adecuado, creo que tengo que escribir utilizando más terminología popular; claro que, para hacer eso y que no resulte un ramillete de inocuidades, sin gracia y conocidísimas, se necesita genialidad y, ya sabes, esto es algo que no puedo comprar en ningún sitio.
En fin, por ahora los personajes son gente que viene de penar y finalmente se salva, la cosa acaba bien en estos poemas de amor; por la salvación de la vida, de todo lo vivido, por darlo por bueno, encontramos la solución en el amor. La redención de la vida en el amor. Un tanto ingenuo, pero, a día de hoy, no veo más soluciones.
Más adelante, quizá escriba historias que no terminan bien o que, simplemente, terminan, a diferencia de las de ahora que son inicios.
Seguiremos, colega.
Un cordial abrazo.
-
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- Registrado: Sab, 01 Ene 2011 20:54
re: La dama y el escritor vagabundo. (Orígenes IV)
-
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- Registrado: Mié, 16 Ene 2008 23:20
Re: La dama y el escritor vagabundo. (Orígenes IV)
Rafel Calle escribió:Introducción.
Fue preciso acercarse y mirar a conciencia
porque el bulto sufría
de informal y piltrafa,
así y todo escribía
una suerte de espasmos, pálpitos de la calle en una página.
Despistada del todo, porque el tipo reía,
acurrucó su encanto sobre el umbral del hombre,
contraste de mármol impecable y regia apología
de la fatalidad, y le preguntó al desnudo,
¿de dónde fue el origen que allí palidecía?
¿Por qué su multitud reseca, por qué su soledad borracha
y tanta carestía?
Esperando una rebelión de comisura apelmazada,
se interrogó a sí misma el porqué de una pena de tanta jerarquía,
del pasado deforme al presente insalubre
de un futuro que huía,
todo en él resignado, hecho un jirón de augurio terminal.
Y se reía.
¿Era un adiós?
¿Quizá un adiós de cobardía?
Concluyó que de todas, todas ¡adiós
de letanía!
Él.
No me tengas por bulto sospechoso de locura, que sé llorar y río
porque ahora me emborracho de adoquines;
junto al cauce de asfalto un zaguán es el delta,
mi origen es un hato de enseres trashumantes,
memoria de galopes, que se ciñen como cinchas al relincho
de las plazas y los árboles.
No hay caballos, lo sé. Andar es el destino del jinete
que monta suspiros cuando no vendavales.
Ven aquí, no te vayas, las aceras se citan por la noche,
se trata de sentir el caudal, sentirlo es todo un arte,
de las cosas que caben en un bolsillo roto.
Las cosas especiales.
Ella.
No tengo miedo, al mirarte de cerca he visto cuentos infantiles
y un olor de ginebra castigada.
Padeces el espíritu del duende en un bosque de lechos marginales,
eterna sed de luz, eternamente madrugada.
No quisiera enmendarte, desaliño que habita las baldosas,
la mugre de los sueños que se quejan de su karma,
aun así, no sufrirás reprobación, mi escuela hace años que es remisa
con los orígenes. Alumna de pulsión acalorada,
maestra de vigilia. Todo en mí defraudado,
el argumento del amor por el amor, me llama.
Los años han vencido a los temores, ahora te miro
como miran los pájaros a los árboles: la migración, la rama.
Él.
¿Sabes? el origen de hoy es el ayer del escritor y sus manías,
se trata del carácter y el azar, son tensiones
en la cuerda que anuda ansiosas travesías,
errático tirón, estrés demente,
carcoma del esparto que encadena mi vida.
Me postulo en la inconsciencia porque nada perdemos si lo perdemos todo;
la ingratitud me dijo que los locos más niños, aciertan.
Ella.
Tira que tira, tirantez de cuna,
por olvidar la esencia de cuanto te rodea
ha llegado la floración del pelo en las aceras.
¡Albricias! Nos hallamos en un punto del ensanche
donde el alma labora con agujas de oficios malcarados,
enhebrando una piedra al ojo de la vida.
Él.
Será porque reír responde a la belleza
que la veneración es cosa de tu cara.
Escribo por penar, peno por transmitir
el tiempo en avenidas de grandes añoranzas.
Habrá de ser tu calle refugio de las letras exiliadas,
asfalto redimido en la genialidad del pulso,
tus ojos son anchísimos países,
tu mente redención de conceptos difusos,
la sencillez de lo imposible
en todas las facetas de los claros y los turbios.
Ella.
Ya sé, somos un polo al norte en su deshielo, el agua, material de pesadumbre;
carámbanos prendidos de un anhelo.
Somos el suspirar en la costumbre de las aves cautivas en el suelo,
sin alas por las alas sin su cumbre.
Él.
Y somos una pena intransigente que levita en lo pueril de la impaciencia,
en un trance de equívoco y ausencia, pecado original, transitando solamente.
Ella.
No cifremos el tiempo que anduvimos soñando,
resultarían caminatas de valores inhóspitos;
amar reír, reír por amar los pasos.
Él.
Será porque reír responde a una mirada
que mi contemplación es cosa de tus gestos.
Querámonos ya.
Ella.
Vayámonos ya, si nos queremos.
Un trabajo precioso, Rafel! Además de la danza melódica de las imágenes, su curso afectivo, su pasión exhuberante , se siente un corazón poético que late desmesuradamente (con aciertos muy notables, por cierto)
Yo te diría que no te preocupes tanto de los detalles formales que envuelven la obra (son magníficos y personales, por eso se dimensiona aún más toda la lectura) Y tampoco depuraría más (ya ví una correción!!) porque hay que entender que los poemas hablan solitosss, independientes de nuestra razón, me explico?
A diferencia de nuestro amigo Julio no veo un drama griego ni un clasicismo exhorbitante en cada estrofa, siento más bien una historia poética riquísima y muy moderna con visos universales destacados.
La tercera estrofa en la voz de Ella es un big bang de talento que merece muchos aplausos. Conmueve, emociona y llega profundamente. Mención especial para los versos de cierre: impecables.
Seguro que encontrarás las voces adecuadas para escenificar La dama y el escritor vagabundo. Mientras tanto, disfruta la paternidad de tanta belleza hecha poema.
Felicitaciones, muchas!!!!!
Un abrazote,
Hallie
- Rafel Calle
- Mensajes: 24433
- Registrado: Dom, 18 Nov 2007 18:27
- Ubicación: Palma de Mallorca
Puede ser una aproximación a la vida marginal, pedigueña; puede ser una versión de Cenicienta, pero al revés, en este caso se trataría de un "ceniciento", jajaja.
Mi intención ha sido contar las vicisitudes de un escritor vagabundo, lo deja todo por su arte y cae en un pozo profundo y sistémico (el artista&vagabundo), del cual es rescatado por una persona encantadora, en este caso, una mujer. Buscan una regeneración por medio del cariño, los dos, porque en todas partes cuecen habas; aunque las del escritor tienen mucha miga, jajaja.
Podríamos recitarlo en la reunión de Cáceres, a tres voces.
Un fuerte abrazo.
-
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- Registrado: Mar, 09 Mar 2010 14:08
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- Mensajes: 27
- Registrado: Sab, 07 May 2011 20:17
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- Registrado: Sab, 20 Sep 2008 18:59
re: La dama y el escritor vagabundo. (Orígenes IV)
A mi el poema en su conjunto me ha gustado, compañero, aunque más unas estrofas que otras.
Hay partes de esa conversación versificada en forma de tragedia griega (como dice Julio), que están muy conseguidas, otras en cambio, bien sea por el lenguaje utilizado o la proliferación de la rima consonante, que creo podrían pulirse un poco más.
El poema tiene un buen ritmo, es innegable, y además originalidad en su planteamiento y en esa historia de amor entre ambos personajes. Además, esa búsqueda de novedades en la forma de plasmar los sentimientos, me parece digna de todos los elogios.
En fin que ha sido un placer leerte, un abrazo, amigo mío.
Mario.
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- Registrado: Mié, 17 Mar 2010 14:40
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- Rafel Calle
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- Registrado: Dom, 18 Nov 2007 18:27
- Ubicación: Palma de Mallorca