Si hay que morir

[Marcel Bolsky]

Se muere mirando al sol.
Al fin y al cabo nos alumbra
a todos desde siempre y no es
propiedad de ser alguno.
Pero hay dos soles de cara
a alguno de los cuales morir: el astro
que dicen rey
vete a saber...
y el sol
—ese interior e íntimo—
al que cada uno orienta sus miserias
sus nostalgias
sus aspiraciones rotas.
Es este último
—antes de apagarse
definitivamente—
aquel con el que se muere
en honda y secreta comunión
al margen de cualesquiera circunstancia
al margen de cualquier creencia
al margen de casi todo.

[Pilar Morte]

Sí señor, así es, lo expresas muy bien y me identifico con tus hermosos versos. Me gustó pasar por tu palabra.
Abrazos
Pilar

[lazaro Habana]

Se muere mirando al sol.
Al fin y al cabo nos alumbra
a todos desde siempre y no es
propiedad de ser alguno.
Pero hay dos soles de cara
a alguno de los cuales morir: el astro
que dicen rey
vete a saber...
y el sol
—ese interior e íntimo—
al que cada uno orienta sus miserias
sus nostalgias
sus aspiraciones rotas.
Es este último
—antes de apagarse
definitivamente—
aquel con el que se muere
en honda y secreta comunión
al margen de cualesquiera circunstancia
al margen de cualquier creencia
al margen de casi todo.

Como bien dices Marcel, hay dos soles !
El universal que calienta y alumbra, el otro
que vive dentro como referencia ! Es lo digno, es el honor
nuestro reflejado en la persona de otro, nuestro héroe.

Me gustó mucho tu poema


Abrazos

lázaro

[Marcel Bolsky]

Pilar, muchas gracias. A mí sí que me ha gustado contar con tu palabras de apoyo.
Un abrazo.

[Marcel Bolsky]

Lázaro, me parece magnífica esa comparación entre el sol interior que yo cito y el honor, la dignidad, el amor propio...
Gracias por esa lectura y compresión tan favorecedoras.
Un abrazo.

[Guillermo Cumar.]

Lo que queda claro es que en medio de la oscuridad casi nadie ve nada.
Menos mal que un poco de claridad dejan esos tus dos soles poéticos.

Un abrazo
guillermo

[E. R. Aristy]

Se muere mirando al sol.
Al fin y al cabo nos alumbra
a todos desde siempre y no es
propiedad de ser alguno.
Pero hay dos soles de cara
a alguno de los cuales morir: el astro
que dicen rey
vete a saber...
y el sol
—ese interior e íntimo—
al que cada uno orienta sus miserias
sus nostalgias
sus aspiraciones rotas.
Es este último
—antes de apagarse
definitivamente—
aquel con el que se muere
en honda y secreta comunión
al margen de cualesquiera circunstancia
al margen de cualquier creencia
al margen de casi todo.

Ah, el yo sublime!, realmente morimos bajo su inmortal luz. Un placer leerte Marcel.
Abrazos,

ERA

[Josefa A. Sánchez]

Afortunadamente, cuando todo lo demás falla, tenemos ese otro sol que nos guía de principio a fin, hasta en la más absoluta oscuridad. Un placer venir.
Un abrazo.
Pepa

[Andrés García Santos]

Me ha gustado este poema en fondo y forma, te felicito.
Un saludo.