Del Nilo y de las formas.3º, VII Premio Alaire. Gerardo Mont
Publicado: Mar, 20 Dic 2011 18:33
Y tus senos codician
las formas eternales de los cuerpos,
transgredir los cánones del pétalo y del índice.
¡Oh misterios insondables!,
¿acaso salvan esencias las fronteras?
Los cántaros del día rezuman tu mensaje;
oscilan los bordes que traza tu mirada
y allende la gracia de tu limo
tiembla lo que somos…
Entonces,
en los orígenes del péndulo indagamos:
a veces martillo que acompasa la sentencia,
a veces pálpito del sueño en tierra fértil.
Tantas luces, tantas sombras nos requieren,
como mago que esconde la moneda
del sujeto que exhuma los vacíos,
que atados a la gravedad de los misterios
nos dicta el verbo réprobo siguiente,
o forja nuestras sendas
un rumor de patrias libres.
¡Y el fruto prohibido colma los mercados
e inocula la serpiente del tiempo sus diatribas!
Entonces,
deliramos epitafios muy antiguos
redundando en los trances de seguir viviendo.
Discurrimos cortando los reversos
y en fugas de luz reanimamos los contornos
de la inercia que nutre nuestros pasos.
Esa herejía adyacente al beso y a la mano.
Y en tus llenas
abordamos los atajos abisales de los sueños,
trascendiendo la arrogancia de los huertos hasta el trigo;
trascendiendo las carencias aledañas hasta el pan
y las semillas que presagian nuestros nombres.
¡Oh Nilo!,
retornas el amor a tierras áridas,
hincándolas, a veces, ante el limo salvador.
Quebrándote, acaso, cual clepsidra
que sus racimos desmiga abandonada…
En la verticalidad del río abandonada
por el ciclo interminable de las formas.
Y sin embargo,
tus nimbos
seduciendo las semillas, atraviesan las fronteras.
Y la inmensidad
emergiendo del asombro,
resplandece en el atisbo agudo de tus gotas.
las formas eternales de los cuerpos,
transgredir los cánones del pétalo y del índice.
¡Oh misterios insondables!,
¿acaso salvan esencias las fronteras?
Los cántaros del día rezuman tu mensaje;
oscilan los bordes que traza tu mirada
y allende la gracia de tu limo
tiembla lo que somos…
Entonces,
en los orígenes del péndulo indagamos:
a veces martillo que acompasa la sentencia,
a veces pálpito del sueño en tierra fértil.
Tantas luces, tantas sombras nos requieren,
como mago que esconde la moneda
del sujeto que exhuma los vacíos,
que atados a la gravedad de los misterios
nos dicta el verbo réprobo siguiente,
o forja nuestras sendas
un rumor de patrias libres.
¡Y el fruto prohibido colma los mercados
e inocula la serpiente del tiempo sus diatribas!
Entonces,
deliramos epitafios muy antiguos
redundando en los trances de seguir viviendo.
Discurrimos cortando los reversos
y en fugas de luz reanimamos los contornos
de la inercia que nutre nuestros pasos.
Esa herejía adyacente al beso y a la mano.
Y en tus llenas
abordamos los atajos abisales de los sueños,
trascendiendo la arrogancia de los huertos hasta el trigo;
trascendiendo las carencias aledañas hasta el pan
y las semillas que presagian nuestros nombres.
¡Oh Nilo!,
retornas el amor a tierras áridas,
hincándolas, a veces, ante el limo salvador.
Quebrándote, acaso, cual clepsidra
que sus racimos desmiga abandonada…
En la verticalidad del río abandonada
por el ciclo interminable de las formas.
Y sin embargo,
tus nimbos
seduciendo las semillas, atraviesan las fronteras.
Y la inmensidad
emergiendo del asombro,
resplandece en el atisbo agudo de tus gotas.