El cielo por techo (Navidad)

[Mario Martínez]

A todos vosotros... Y también a cuantos sufren y seguirán sufriendo en estas Fechas.

Os deseo una Benigna Navidad.



El cielo por techo



Nevaba débilmente.
Ascendía el repecho de un camino tortuoso
dolorido y cansado, desorientado y triste.
Las huellas de sus pasos quedaban un segundo
impresas en el suelo, y luego, lentamente,
como su propia vida,
se diluían húmedas en charcos de silencio.

No poseía nada. Esa maldita crisis
quebró sus ilusiones robándole el espíritu,
rompiendo su existencia en mil agrios pedazos
de inútil compostura.
Todo estaba perdido.
Descendió a lo más hondo, a la miseria fría.
Su ruego se hizo súplica, la súplica lamento,
fue el trabajo impotencia,
el hombre su enemigo.

Una mochila al hombro vacía de razones
para seguir andando.
Una noche continua oscureciendo su ánimo,
iluminado a veces por el aguado vino.
Un gabán harapiento
y unos zapatos hechos al polvo y a la lluvia.
Una razón a punto
de extraviarse en las rutas del loco desespero.
La nevada crecía,
y la senda ascendente acabó por borrarse
en contornos de blanco.
No supo dónde estaba.
Buscó cualquier refugio, mas no lo halló. Veía
la cima tan cercana que desterró el cansancio
e hizo del miedo audacia.

Aterido y hambriento culminó la subida
con las fuerzas al límite
y una mortaja nívea camuflando su cuerpo
sobre el límpido campo.
Un declive de armiño descendía hacia el valle
en pendiente pausada,
y amparado en choperas que miraban al río,
un pueblo iluminado se abría a sus pupilas
como un bello milagro.
Una esperanza abierta, un techo de cobijo
fugaz, igual que un Nacimiento navideño.




Mario.

[Ramón Ataz]

Tiene este poema narrativo, además de una excelente utilización del lenguaje y el ritmo (su lectura es una delicia), una visión de las miserias del mundo, en contraste con esta navidad luminosa que realmente esconde sacos de nostalgia y toneladas de amargura. Esa fugacidad de la navidad es lo esencial de este poema. La Navidad pasa, la miseria permanece.

Un placer leerte, Mario.

Un abrazo.

[Julio Gonzalez Alonso]

Gracias, Mario, por esta postal de versos que nos dejas como felicitación. Con un abrazo.
Salud.

[Josefa A. Sánchez]

Un relato acorde con los tiempos que vivimos que se lee con verdadero agrado. Un placer pasar por tu poema.
Feliz Navidad
Y un abrazo.
Pepa

[Pilar Morte]

Es como un precioso cuento navideño pero igual que la triste realidad para muchos.

Feliz Navidad para tí y los tuyos
Abrazos para todos
Pilar

[Guillermo Cumar.]

Falta un techo de amor valiente para estimar la necesidad de tantos (ahora más)
Gracias por traernos la caridad en los versos y ver la herida de quien sufre.

A pesar de todo feliz Navidad

Guillermo

[Mario Martínez]

Gracias Juan.
Creo que queda claro que no me gusta demasiado la Navidad y en estos tiempos donde las desigualdades se hacen mayores, todavía menos.

Sí que me alegra que te haya gustado el poema. un abrazo, amigo mío.
Mario.

[Víctor F. Mallada]

Un bonito tema, Mario y muy bien desarrollado.
No sería tu "peregrino" el único que estuvo buscando posada por fechas parecidas.

Para completar la escena sólo me falta un destello, alguna estrella, una esperanza, caray, !que es Navidad!


Víctor

[lazaro Habana]

A todos vosotros... Y también a cuantos sufren y seguirán sufriendo en estas Fechas.

Os deseo una Benigna Navidad.



El cielo por techo



Nevaba débilmente.
Ascendía el repecho de un camino tortuoso
dolorido y cansado, desorientado y triste.
Las huellas de sus pasos quedaban un segundo
impresas en el suelo, y luego, lentamente,
como su propia vida,
se diluían húmedas en charcos de silencio.

No poseía nada. Esa maldita crisis
quebró sus ilusiones robándole el espíritu,
rompiendo su existencia en mil agrios pedazos
de inútil compostura.
Todo estaba perdido.
Descendió a lo más hondo, a la miseria fría.
Su ruego se hizo súplica, la súplica lamento,
fue el trabajo impotencia,
el hombre su enemigo.

Una mochila al hombro vacía de razones
para seguir andando.
Una noche continua oscureciendo su ánimo,
iluminado a veces por el aguado vino.
Un gabán harapiento
y unos zapatos hechos al polvo y a la lluvia.
Una razón a punto
de extraviarse en las rutas del loco desespero.
La nevada crecía,
y la senda ascendente acabó por borrarse
en contornos de blanco.
No supo dónde estaba.
Buscó cualquier refugio, mas no lo halló. Veía
la cima tan cercana que desterró el cansancio
e hizo del miedo audacia.

Aterido y hambriento culminó la subida
con las fuerzas al límite
y una mortaja nívea camuflando su cuerpo
sobre el límpido campo.
Un declive de armiño descendía hacia el valle
en pendiente pausada,
y amparado en choperas que miraban al río,
un pueblo iluminado se abría a sus pupilas
como un bello milagro.
Una esperanza abierta, un techo de cobijo
fugaz, igual que un Nacimiento navideño.




Mario.

Lo que me asombra de esta época
es la tregua que aparece entre todos
sin acuerdo previo. La navidad muestra su belleza y sus miserias,
ambas se funden, caminan juntas en medio de tantas luces.
Buenísimo poema Mario.

abrazos

lázaro

[Hallie Hernández Alfaro]

Entrañable y precioso , poeta. Y si, coincido con Juan, su lectura es rítmica y suavísima; gracias por compartir belleza.

Un abrazo fuerte,

Hallie

[Javier Cañas Belmar]

A todos vosotros... Y también a cuantos sufren y seguirán sufriendo en estas Fechas.

Os deseo una Benigna Navidad.



El cielo por techo



Nevaba débilmente.
Ascendía el repecho de un camino tortuoso
dolorido y cansado, desorientado y triste.
Las huellas de sus pasos quedaban un segundo
impresas en el suelo, y luego, lentamente,
como su propia vida,
se diluían húmedas en charcos de silencio.

No poseía nada. Esa maldita crisis
quebró sus ilusiones robándole el espíritu,
rompiendo su existencia en mil agrios pedazos
de inútil compostura.
Todo estaba perdido.
Descendió a lo más hondo, a la miseria fría.
Su ruego se hizo súplica, la súplica lamento,
fue el trabajo impotencia,
el hombre su enemigo.

Una mochila al hombro vacía de razones
para seguir andando.
Una noche continua oscureciendo su ánimo,
iluminado a veces por el aguado vino.
Un gabán harapiento
y unos zapatos hechos al polvo y a la lluvia.
Una razón a punto
de extraviarse en las rutas del loco desespero.
La nevada crecía,
y la senda ascendente acabó por borrarse
en contornos de blanco.
No supo dónde estaba.
Buscó cualquier refugio, mas no lo halló. Veía
la cima tan cercana que desterró el cansancio
e hizo del miedo audacia.

Aterido y hambriento culminó la subida
con las fuerzas al límite
y una mortaja nívea camuflando su cuerpo
sobre el límpido campo.
Un declive de armiño descendía hacia el valle
en pendiente pausada,
y amparado en choperas que miraban al río,
un pueblo iluminado se abría a sus pupilas
como un bello milagro.
Una esperanza abierta, un techo de cobijo
fugaz, igual que un Nacimiento navideño.




Mario.

Feliz Navidad Mario. Que nada quiebre la esperzanza y los sueños. Un fuerte abrazo. Gracias.

[Isabel Moncayo]

Pasamos por momentos difíciles, sí, tu poema es la triste realidad de muchas casas, tengamos esperanza.

Con mis mejores deseos para estas fechas navideñas.

Un abrazo.

[Mario Martínez]

Gracias Julio.
Felices Fechas para todos de esta familia. Y un abrazo.
Mario.

[Mario Martínez]

Gracias Josefa, me alegra que te haya gustado este relato navideño. Un abrazo.
Mario.

[Mario Martínez]

Gracias Pilar. Lo mismo te deseo. Un abrazo navideño.
Mario.