APAGA LA LUZ

[Maria Pilar Gonzalo]

Desde las sábanas mugrientas de mi cama voy abriendo los ojos a un nuevo amanecer.
No es fácil, las lágrimas se mezclan con las legañas de varios días formando una especie de bechamel imposible.
He perdido la cuenta de los días que llevo metida en este catre infame.
Las botellas de alcohol se apilan a los pies de la maldita cama y yo no tengo espíritu para vivir.
No necesito salir, todo lo que sé está metido en mi cabeza como un jodido ordenador.
Todos y cada uno de los horribles días vividos desde que alguien tuvo la feliz idea de traerme a este miserable mundo.

Hay momentos del día en que no deseo morir, solo seguir bebiendo hasta que mi cabeza me abandona y sale de mi cuerpo... ese es sin duda el mejor momento del día, sí señor.
Otras veces entretengo mis ratos mirando la mugre del techo, cuento los bichos que viven en las esquinas y los envidio por tener una existencia tan sencilla.
La mía es una tos pegada al pecho que expectora bilis de sangre y que ríe a carcajadas sin saber por qué.

Cuando me noto sucia pulverizo sobre mi cuerpo pequeño las últimas notas de fragancia que quedan en la habitación.
Huele a rosas pero yo ya no puedo sentirlo. Hace tiempo que mi olfato y yo estamos reñidos... es entonces cuando recuerdo las tardes de domingo sentados en aquella cafetería tan céntrica donde nos cogimos de la mano por primera vez.

Ya estás otra vez, basta de monsergas. Hoy me duele todo el cuerpo, no hay un solo pliegue que no me duela, siento un escozor que me quema por dentro y las heridas de mis piernas vuelven a sangrar.
Si tuviera fuerzas me levantaría yo sola y curaría las costras de mi piel.
Pero la puerta está demasiado lejos y no me fío de nada que no esté junto a mí.
La vida y yo nunca nos llevamos bien. No fuimos lo que se dice amigas, unas veces la jodía yo a ella, la mayoría me jodía ella a mí.
Por eso ahora guardamos una cierta distancia.
Nos hemos olvidado la una de la otra... ¿y dónde está Dios en todo esto?
¡Y yo que sé dónde está!

En algún momento yo no miré atrás y él decidió que ya no le necesitaba.

Malditos dientes ensangrentados, por más que paso mi lengua por ellos no dejo de sentir ese sabor amargo que tanto me cabrea.
A veces rasco con tanta fuerza mis cabellos que se caen como las hojas en otoño.
Soy un saco de huesos como aquel perro canela que tenía mi familia hace millones de años.
Lo malo de estar sola es que solo puedes reprocharte las cosas a ti misma.
Ya todos se apartaron de mí, nadie queda para que pueda odiar sin piedad.

El último que se quedó era un perdido sin alma. Alguien despreciable y miserable. Un chupasangres que solo ansiaba dejarme seco el corazón.

Recuerdo que aquella mañana mi estómago se encontraba revuelto y vomité varias veces al borde de la cama.
Se acercó por detrás sujetándome el pelo con fuerza y me retuvo con el rostro empotrado en el cabecero.
Arrancó la botella de mi mano y me penetró con fuerza hasta casi perder el conocimiento.
Yo seguía vomitando pero eso no le importó demasiado porque se corrió en mi espalda al mismo tiempo que apagaba su cigarro en mi cuerpo.

De repente me vence el sueño... voy a dormir un ratito más.

M.P.G.V.

[Miguel Santillana]

Me ha gustado este relato lleno de fuerza sentimental. Felicitaciones y un saludo cordial.

[Maria Pilar Gonzalo]

Muchas gracias por comentar este pequeño escrito Miguel.

Te quedo muy agradecida.

Un abrazo.

[Abel Sal]

Tremendo relato del que resulta imposible abstraerse. Imágenes crudas resultan, casi como un guión cinematográfico, aunque no lo sea.
Un estilo particular que inquieta. Por mi parte, he disfrutado de su lectura.
Un beso grande.
Abel.

[Maria Pilar Gonzalo]

Este pequeño relato lo escribí cuando tenía 18 años. De eso han pasado unas cuantas lunas, aunque se perdió entre múltipes mudanzas, lo conservé en mi retina como una secuencia de cine.

Es curioso Abel, como nuestros ojos nos llevan por senderos tan dispares.

Celebro que hayas disfrutado con su lectura, y te doy las gracias por comentar este pequeño escrito.

Un abrazo muy fuerte y los besos de siempre.

[Almu Gines]

Me ha gustado mucho el relato.... Es muy crudo, sorprende que lo escribieras con tan sólo 18 años. Las descripciones hacen que nos imaginemos perfectamente el personaje. Muy buen trabajo ¡Enhorabuena! un saludo

[Maria Pilar Gonzalo]

De nuevo te encuentro en mis letras Almu... esto se va haciendo una costumbre.
Muchas gracias compañera por detenerte a comentar este pequeño relato, celebro además que te haya gustado.
Te mando un abrazo fuerte.