Dialogo con la Muerte

Cuentos, historias, relatos, novelas, reportajes y artículos de opinión que no tengan que ver con la poesía, todo dentro de una amplia libertad de expresión y, sobre todo, siempre observando un escrupuloso respeto hacia los intervinientes.

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Paula Tazzer
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Dialogo con la Muerte

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Estaba en mi casa muy tranquila leyendo [U]La Palabra más Hermosa[/U] de Margaret Mazzantini, cuando de pronto empezó a hacer mucho frío, me levanté del piso para revisar que no fuera la ventana, después de todo soy tan distraída que lo más seguro es que estaba abierta, pero…no fue así. Justo a un lado de mi puerta estaba la muerte, alta y delgada con un aura obscura y llena de fuerza, conmigo paralizada, ella me dijo: “¡Por favor, no te espantes, Ana Pau! sólo vengo a darte una noticia” ¡Vaya bruta que fui!, pensar que el frío provenía de la ventana, pero, bueno, tengo que responderle, no vaya a ser que me lleve: “¿En serio? ¿Y cuál es esa noticia que me dirás?”, me sonrió y dijo: “Muchas veces me han buscado algunos y aunque todos me tienen miedo nunca lo dicen en voz alta, pero tú lo dices y cuando lo revelas a los que te rodean, lo dices con una sonrisa de alegría combinada con una risa fina y corta, ¿Cómo es que lo haces?”. En ese instante no sabía si reír o llorar, decirle o no decirle, al cabo de tres segundos de meditación decidí explicarle: “En realidad, no tengo la respuesta a tu pregunta, y no es que no desee decírtelo, pero es que ni siquiera yo he logrado encontrar el porqué de mi reacción de alegría ante el miedo que te tengo”. Pasaron unos segundos y luego ella me dijo: “Ya veo, en tal caso te ayudaré a buscar la causa, pues me produce curiosidad tu reacción, porque por si no lo has notado no has intentado huir de mi, cuando todos lo han intentado cada vez que los visito”. Me sorprendí. Por extraño que sonara era cierto lo que me decía, así que le pregunté: “Y, ¿no tendrás alguna teoría del porqué no he huído?, después de todo eres la muerte y se supone que tienes toda la sabiduría del mundo”. Ante esto ella respondió: “pues no soy completamente sabia, como todos creen, aún me falta mucho para llegar a saberlo todo, así que no te sabría dar ninguna teoría, lo lamento mucho”, sin pensarlo demasiado, le dije: “Bueno, pues ya que sé que nos tardaremos buscando la repuesta, ¿Qué tal si bajamos y preparo un té para ambas?”, volvió a sonreírme, pero esta vez su sonrisa parecía estar compuesta por alegría, finalmente dijo: “Suena maravillosa la idea, tal vez hasta pensemos mejor si nos relajamos un rato”. Bajamos las escaleras y ya las dos con nuestra taza nos sentamos a platicar. La muerte estuvo tanto tiempo en mi casa que, al final, ella sabía más cosas sobre mí que cualquiera de mis amigos, incluso más que yo misma, estaba tan distraída pensando que no escuché lo que me decía hasta que gritó: “¡Ana Pau, me escuchas!”, en ese instante respondí: “¡Sí te escucho, no me tienes que gritar¡ sólo me perdí en mi mente por un momento”, en seguida ella dijo: “¿te perdiste en tu mente? ¿Eso es posible?”. Fue justo con esas preguntas que entendí que a mi nueva amiga de verdad le faltaban cosas por aprender, con mis dudas y temores le traté de explicar: “!claro que es posible¡, a mi me pasa muy seguido, por eso soy tan distraída, verás, cuando alguien dice que se perdió en su mente quiere decir que estaba concentrado pensando en algún suceso de su vida, aunque otros cuando lo dicen quieren decir que estaban soñando despiertos…no sé si me hayas entendido, me estás viendo como si te hubiera dicho un trabalenguas al revés” me siguió viendo igual por un instante, cambió su expresión y dijo: “No es que no te haya entendido, sí lo entendí, pero es sólo que me parece extraño que te pierdas en tu mente ahora cuando deberías de estar ayudándome a buscar las causas”. Lo que decía era cierto una vez más, me tuve que disculpar: “lo siento, tienes razón, no debería de estar divagando en un momento tan crucial como éste, dime, ¿qué es lo que me estabas diciendo?” volteó a la ventana y luego dijo: “no te disculpes por haberte distraído, te estaba diciendo que tal vez te da risa porque prefieres no pensar demasiado en cuánto miedo me tienes”. Y entonces me puse a razonar, me gustaba mi vida, pero si había veces en las que la odiaba e, incluso, en esas ocasiones me ponía a reír… ¡oh no, era cierto¡ dije por error: “así que cada vez que tengo un problema o algo negativo me sucede, lo equilibro con una reacción positiva”. Estuvimos calladas mucho tiempo, casi hasta que dieron las siete de la noche, como ella no hablaba, fui yo la que tuvo que ceder: “creo que has encontrado la razón de mi risa ante ti, y lo has hecho sin mi ayuda”. La miré a los ojos, no tenían color cuando llegó, ahora eran de un color miel verdaderamente lindo, me senté derecha y la escuché: “eso no es verdad, no he encontrado la respuesta sola, si no nos hubiéramos empezado a llevar tan bien al grado de volvernos amigas, yo jamás habría logrado conseguir lo que había venido a buscar”, no pude contener mi sonrisa de verdadera alegría y ella tampoco. Esa no sería la última vez que nos veríamos, pero aún así por si las dudas le avisé: “mi querida amiga, temo que con tu visita no sólo me has dicho cosas sobre mí que no sabía, sino que también te has creado a alguien más que te estará buscando” levantándose para ya irse y seguir con sus deberes me miró fijamente a los ojos y me dijo: “aunque seas ahora parte de los que me buscarán, serás la única a quien le permitiré encontrarme, porque eres una estimada amiga mía, y desafortunadamente, pese a que no desee irme, aún tengo que terminar mis deberes, gracias por tu ayuda de hoy”. Llena de tristeza la acompañé hasta la puerta y me despedí: “hasta luego, amiga mía, te extrañaré”, lo último que dijo fue: “yo también te extrañaré, y por favor, anota este día en tu diario pues con la memoria que tienes, no vaya a ser que se te olvide”. Recargada en la puerta pude sentir que su aura ya no era fría, ahora era cálida y llena de luz, pero todavía conservaba su fuerza, tal vez la muerte no era tan terrorífica como decían, tal vez hasta podía cambiar, finalmente cambió al haber pasado un día entero conmigo, ¿Por qué no habría de cambiar con otra persona? Ya en mi habitación, y luego de haber acabado de llenar mi diario, me tiré en la cama y comencé a reírme, si lo pensabas un poco casi parecía un sueño el hecho de que la muerte me hubiera visitado… ¿o será que si fue un sueño?, mejor no lo pienso, pues si lo fue, me enojaré mucho de no tener como amiga a alguien tan admirable como la muerte.<?xml:namespace prefix = o ns = "urn:schemas-microsoft-com:office:office" /><o:p></o:p>
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